La Dinastía (libro 7. Aykeris)

Cap. 56 Después del funeral

 

La no planeada visita a Darnley finalizaría en medio de los cambios de humor extremos de Derek, pues después del incidente con los niños, la emprendió de nuevo en contra de Yvaylo, pues a su juicio, quien no lo tenía era el Levjaner. Finalmente, fue Lucien quien convenció a Dylan de marcharse, esgrimiendo que en el estado alterado que se encontraba Derek, era mejor que por su bien se marchasen o podrían ocasionar un incidente de difícil manejo. Aunque Iyul sabía que aquello era una mentira descomunal, apoyó a su hermano en beneficio de Dylan, pues ambos estaban resintiendo la alteración que ocasionaba en Dylan el lidiar con la necedad de Derek y el enorme dolor que le producía a él estar allí.

Derek pasó de la ira a la tristeza cuando se acercó al cadáver junto con Cristopher, pues él a diferencia de los asistentes que no eran devrigs, podía sentir el dolor de su hermano mientras miraba por última vez a la rubia criatura. Después de darle sepultura, aún se quedó un poco más y hasta asegurarse, con la extrañamente silenciosa ayuda de Iván, que su hermano, al menos esa noche, podría descansar con tranquilidad.

Aunque un poco después Derek notaría que el comportamiento de Iván había distado mucho del usual, luego lo olvidaría sin enterarse que si bien era cierto que aquel loco titulado parecía tomarse todo a la ligera, si había algo que respetaba, era el dolor, especialmente si este era a causa de una muerte, porque era algo que había vivido en carne propia y lo que casi le había costado su cuestionada salud mental.

 

El mismo día, y aunque era muy tarde, los Levjaner solicitaron reunirse con su soberano, y éste se preguntó si era que cualquier visita a Inglaterra por fuerza debía traer consigo alguna amenaza o desastre, lo que no había contribuido de ninguna manera a que su aprecio por aquellas tierras aumentase.

  • ¿Qué? – preguntó sin siquiera sentarse y recordándole a todos a Lucien
  • Sarì, si hemos pedido esta reunión, es para hablarte de los niños Arlington – dijo Istvan
  • ¿Qué sucede con ellos?
  • Iván – dijo Istvan
  • Por el camino corto, están en la misma posición que Phillipe, son más Saint-Claire que Arlington

Iziaslav recordó que en oportunidad del funeral de Phillipe, él había pensado de la misma forma, pero con relación a tres de ellos, aun así, quiso escuchar lo que tuviesen que decir.

  • Explícate
  • No estamos hablando solo de las características físicas, pues sabemos que muchos las han compartido, sobre todos aquellos que provienen de la rama materna, sino que en este caso, y si bien los tres comparten lo primero, hay dos de ellos que tienen una extraordinaria percepción de la energía – explicó Istvan
  • Es mucho más que eso – intervino de nuevo Iván, y pasó a referirle todo lo acontecido mientras estuvieron en Darnley
  • Pero… eso no es posible – dijo Iziaslav – según la profecía, era solo uno – acentuó – el que tendría la capacidad de reconocernos
  • Y lo que estamos diciendo no altera lo anterior, sarì
  • Ya sabemos que estás loco, Iván, pero también sabemos que no eres estúpido y lo que estás diciendo lo es – dijo de mal humor

Milorad sintió un maligno regocijo al ver a Iván, porque todos tenían que sufrirlo, pero pocos podían fastidiarlo sin que él encontrase la manea de devolver el favor, sin embargo, con relación a Iziaslav no podía hacer nada, y peor aún, a él tenía que darle las explicaciones que no le daba a nadie.

  • No se trata de que puedan reconocernos, sino de que, y repito, tienen una extraordinaria percepción y ciertamente pudieron no solo percibirnos, sino escucharnos a pesar de nuestro empeño en bloquear nuestra presencia
  • Pues pésimo trabajo el suyo – dijo él
  • Por supuesto, sarì – se apresuró a decir Istvan que ya había notado que el soberano estaba de un humor maligno
  • Comienzo a cuestionarme sus habilidades, primero no solo los rybiks  fueron incapaces de bloquear su energía con Cristopher y con Phillipe – dijo para suprema vergüenza, al menos de Itlar – sino que ahora ustedes, que ciertamente no son niños, vuelven a cometer el mismo estúpido error

Todos los presentes conocían bien a Iziaslav, más de la mitad había vivido con él no solo la transformación sino el posterior período de adaptación y luego el cambio progresivo que se había registrado en él, pero todo lo anterior no cambiaba a la persona en sí, de modo que él seguía siendo su soberano, y en ocasiones, podía mostrarse tan difícil como cualquier cabeza coronada, de modo que pensaron que había sido un error tener aquella conversación que, aunque consideraban urgente, debieron prever que no era el mejor momento. Escucharon con estoicismo toda la diatriba con relación a su deficiente actuación, la mayor parte injusta, pero lo hicieron en silencio como correspondía.

  • ¿Hay algo más con respecto a esto que deba saber?
  • No sarì
  • ¡Istvan! – exclamó – ¡Sé que podría pedir tu cabeza, y aunque fuese injusto, tú no lo verías así, pero no me sirve que me mientas! – vociferó




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