La DinastÍa (libro 8. Rhyfeldstar)

Cap. 2 Lucía

 

Lucía tenía muy preocupados a su padre y a su abuelo, porque ella de ninguna manera pensaba irse de fiesta como sostenía estaban haciendo los demás, y aunque estaba perfectamente al tanto de lo que hacían, solo lo decía por fastidiar a Lucien, que era además muy necio y caía en la trampa de ponerse a discutir con ella.

  • Deja de fastidiar, Dylan – le había dicho en una ocasión en la que éste le insistía a su hija para que los acompañara – Me esfuerzo en entender que tú quieras su compañía porque es tu hija, pero los demás no tenemos por qué sufrir esa desgracia
  • ¡Lucien Iziaslav! – exclamó el padre de éste que acababa de entrar y solo escuchó lo que decía su hijo

Aunque todos, especialmente Iziaslav, conocían la necia postura de Lucien con relación a Lucía y no le prestaban mucha atención, eventualmente Iziaslav se molestaba con su angelito por la manera en la que se expresaba de la gemela.

  • No le hagas caso como no lo hago yo, ymharyk – dijo la chica, pero miró a Lucien – Dime algo, ergelar – dijo acercándose y Lucien retrocedió, lo que provocó al hilaridad de Iyul – ¿Cómo es que siendo tan exagerado con el cuidado de tu antipática persona y tan entrometido y estúpidamente exigente con el de los demás, puedes soportar los malos olores y la obvia suciedad de aquellos con los que compartes en tus elegantes salones?

Aquella era una realidad de la época que por cierto, estaba muy alejada de la que se nos muestra en las películas, mismas en donde no se habla ni se ve, el hecho cierto de la poca higiene que imperaba; la gente se bañaba poquísimo, si era que lo hacían, y la iglesia, quien dictaba las normas de comportamiento y los hábitos a seguir, sostenía que un poco de mugre evitaba enfermedades. De manera que ni los perfumes ni los abanicos con los que intentaban disipar un tanto los malos olores a los que Lucía hace referencia, resultaban muy efectivos, y en cualquier caso, para los habitantes del mundo de aquella época, era más bien una situación normal.

Por supuesto, en el caso de los devrigs que tenían mucho más clara la importancia de la higiene, esto no sucedía, y Lucía estaba perfectamente al tanto de que un devrig medianamente hábil podía bloquear aquellos desagradables olores, pero como aquella era una criatura maligna que se complacía mortificando a Lucien, no iba a quedarse sin fastidiarlo como intentaba fastidiarla él, y ni siquiera lo dejó responder.

  • Entiendo que debes ser capaz de evitar someterte a esa tortura, pero dime ¿cómo haces con las mujeres que te llevas a la cama?
  • ¡Lucía Danielle! – exclamó Dylan, aunque ella no le prestó atención
  • Porque debe ser asqueroso – finalizó y abandonó la estancia dejando tras de sí el eco de su risa mientras Lucien parecía a punto de ahogarse
  • Es… es una…
  • Cierra la boca, Lucien – le dijo Iziaslav – Tú te lo buscaste

Como Dylan parecía en el mismo horrorizado estado que Lucien, decidió marcharse sin decir nada, pues al fin y al cabo no era como que estuviese en condiciones de hacerlo.

 

La preocupación de los mayores por Lucía, obedecía a que ella parecía estar buscando algo, lo que no tenían claro era el qué, pero el problema era que pasaba más tiempo enzarzada en furiosos enfrentamientos con los razverevied que en nada más. La compañía de la señorita tampoco les proporcionaba tranquilidad, pues en principio, por lo menos la mitad de los ZD iban con ella, pero también lo hacía Iván casi todo el tiempo, y si bien estaban al tanto de la peligrosidad de todos ellos, también lo estaban con relación a la escasez de juicio de todos y cada uno de aquellos individuos, de manera que teniendo en cuenta esto, sumado a que ninguno podía desobedecer a Lucía, las perspectivas de los líos en los que podían y de hecho se metían, no eran nada alentadoras ni colaboraban a la tranquilidad sobre todo del pobre Dylan. No obstante, de una u otra manera terminarían acostumbrándose a aquella zozobra, pero lo que no pudieron evitar fueron los problemas, y uno de ellos se presentó justamente en Francia, lo que no contribuiría de ninguna manera a que el aprecio general por aquel país aumentase, aunque el mismo no tenía nada que ver.

Lucía se encontraba en el Chateau de Edin que funcionaba más o menos como un cuartel general para los miembros del Arkel destacados en Francia, pues no era prudente que Lucía estuviese en las propiedades de su familia, algo por lo que Istval había reído mucho y había fastidiado el doble a Edin.

Cuando Lucía bajó, los chicos compusieron expresión de fastidio, pues ya se habían acostumbrado a verla como uno de ellos, y aquel ostentoso traje que llevaba en esa ocasión, y en opinión de aquellos incordios, le sentaba tan mal como una sotana a un bufón.

  • Te ves terrible - dijo Axier, aunque lógicamente no podía ser así
  • Eso es porque no tienes idea de lo que debe vestir una dama, pero ni modo, porque no puedo presentarme de otra manera al lugar al que vamos ¿no? - dijo ella y todos rieron - ¿Où est mon charmant mari?[1]

En esta ocasión todos prorrumpieron en una sonora carcajada, porque el adorable individuo era el menos adorable del mundo, ya que se trataba de Iván. Ninguno de los ZD tenía una ascendencia noble con la posible excepción de Axier y Slavik, de quienes sus compañeros sostenían que tenían que haber sido hijos de hombres importantes y tal vez nobles de cuna, pero como ninguno de los dos sabía quiénes habían sido sus progenitores, negaban el asunto. La cuestión era que cuando habían planeado la aventura de aquella noche, ambas criaturas se habían negado de forma rotunda a representar aquel papel, pues independientemente de si tenían sangre noble o no, lo que no tenían era estómago para enfrentarse a la especie que solía frecuentar ciertos salones de las cortes.

  • En cualquier caso nadie va a saber si son o no, lo que dicen - dijo Silvano
  • En ese caso, supongo que te encantaría hacerlo tú - dijo Slavik de pésimo humor aun




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