La DinastÍa (libro 8. Rhyfeldstar)

Cap. 15 Ataques

 

Los gemelos Saint-Claire, como eran llamados Michel y Armad dentro del círculo del Arkel, vivían nominalmente en Illir, pero como ya se dijo, Michel pasaba mucho tiempo corriendo por ahí detrás de Derek, mientras que Armand distribuía su tiempo entre sus clases que recibía en el Haigala o el Valkinka, y cortos paseos por Yaroslavl, de modo que no solo se había hecho muy conocido, sino que por su talante afable, se estaba ganando el afecto de la población. Si bien la gente sencilla siempre le había profesado amor a sus soberanos, aunque en el caso de Lucien era una adoración desmedida, los comportamientos abiertos y simpáticos de Alexander, Lucía y Armand, estaban haciendo que el amor del pueblo hacia la familia real, creciese mucho.

 

Un día cualquiera, Armand había despertado con una extraña sensación de peligro inminente, y fue esta una de las ocasiones en las que deseó tener la habilidad de su hermano que casi siempre podía adelantarse a los hechos, y aunque no podía evitarlos, o al menos no todos, y menos si estaban relacionados directamente con el mismo Michel, en la generalidad de los casos podía prepararse adecuadamente.

Estaba tomándose el té que le había llevado una de las bizlykis mientras miraba en forma distraída por la ventana, cuando lo sintió y sonrió.

  • ¿Se acabaron las fiestas en París o donde quiera que hayas estado?
  • Estamos en problemas – dijo Michel sin saludar siquiera y con su habitual y brutal honestidad
  • ¿Estamos? – preguntó Armand, aunque de entrada, aquello explicaba lo que había estado sintiendo

Pero como de costumbre, Michel pareció no escuchar y lo que hizo fue lanzarse en un apresurado y angustioso monólogo del que lo único medianamente claro, era su preocupación por Iyul.

  • ¡… y no está! – finalizó haciendo que Armand juntase las cejas por la innecesaria elevación de la voz
  • Michel…
  • No está donde se supone debería estar – agregó
  • ¿Y no has intentando…?
  • Claro que lo intenté – lo interrumpió él – ¿Crees que soy estúpido? – preguntó, aunque no lo dejó contestar – Intenté contactar con él y con Misha, pero…

Se interrumpió y no porque estuviese inclinado a escuchar a su hermano, sino porque ambos percibieron la alteración de la energía y corrieron.

El motivo para la alteración se hizo aterradoramente presente ante sus ojos al ver que traían a Iyul ensangrentado. Los gemelos fueron arrojados a un pasado no muy lejano en el que habían visto más o menos lo mismo, solo que en esta ocasión, se añadía una imagen no menos alarmante, porque Iziaslav venía vociferando órdenes, pero no era que él estuviese en mejores condiciones, porque todo él, parecía una sola mancha de roja sangre.

Los gemelos ya no eran los niños que habían sido en aquella lejana ocasión, y si bien se habían angustiado al ver aquello, ahora nadie iba a interponerse en su camino.

  • ¿Acaso son sordos o estúpidos todos ustedes? – vociferó Michel - ¡Llévenlo al Haigala!

Los Levramzyk ciertamente no eran ni lo uno ni lo otro, y solo seguían las órdenes del mismo Iyul que había pedido ser llevado a casa antes de perder el sentido, y como lo que les acababa de gritar Michel, coincidía plenamente con lo que había entrado gritando Iziaslav, se apresuraron a obedecer, aunque lo habrían hecho lo mismo, pues ya conocían lo suficiente al joven príncipe como para colocarse en posición de ser atacados por este.

Armand por su parte, hacia quien se había abalanzado era hacia Iziaslav, pues había determinado con sorprendente rapidez, incluso para él mismo, que el organismo de Iziaslav estaba a punto de colapsar.

  • ¡Ymharyk, tú también…!

No alcanzó a finalizar, pues Iziaslav efectivamente colapsó. Afortunadamente Ilmarien estaba allí y ayudó a Armand, porque Iziaslav había arrastrado a Armand en su caída, de modo que Ilmarien los sujetó a ambos y corrió hacia el Haigala.

Los  veldekys habían sido requeridos incluso antes de que los que llevaban a Iyul llegasen, pues Michel, loco y todo, tenía un cerebro funcional y se había ocupado de enviar el aviso, de modo que apenas llegaron, los veldekys recibieron a Iyul y comenzaron a trabajar. En el caso de Iziaslav,  aunque no habían demorado mucho en llevarlo, quien se ocuparía sería Armand, mientras que Michel se había quedado fuera gritándole a los Levramzyk y exigiendo explicaciones. Los chicos  apenas habían comenzado su relato cuando comenzaron a llegar los demás. Por supuesto, el primero en hacerlo fue un descomunalmente furioso Lucien seguido de los gemelos, y por último se presentó Yvaylo que traía casi a rastras a Dylan, con lo que el ánimo de Lucien no mejoró y empeoró mucho pensando, algo absurdamente, que Dylan también estaba herido.

Lucía había apartado con escasa ceremonia a Lucien para ocuparse de su padre, pero como ella sabía que no estaba herido, lo que hizo fue estabilizar sus centros nerviosos y, además, decidió dejarlo dormido de momento.

  • Ya está bien. Ponlo cómodo por favor, Yvaylo
  • ¿Cómo que bien? – preguntó Lucien del peor humor
  • A diferencia de ti, cuando está angustiado no se pone a gritarle a todo el mundo, estúpido
  • ¿Está así por el abuelo y tío Iyul? – preguntó Michel que, aunque no era mejor que el estúpido, había suspendido momentáneamente los gritos
  • Sí – le dijo Lucía – pero ya lo estabilicé y…




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