La Dinastía (libro 9. Verk Svetl's)

Cap. 8 Francia

 

París-Yaroslavl, 1794

Hacia el final del período llamado Reinado del Terror, los devrigs vivirían uno de los momentos más duros de aquel período, pues en una visita que había hecho Dylan a Francia, fueron atacados en forma brutal.

Inicialmente tanto Yvaylo como el mismo Dylan, pensaron que se trataba de grupos republicanos apoyados por los devrigs que sabían estaban dando problemas incitando aún más los caldeados ánimos de aquellos grupos. Aunque Dylan era perfectamente capaz de defenderse, pensando que se trataba de aquellas pobres gentes y sabiendo lo anterior, no prestó mucha atención a los campesinos quienes en realidad no podían hacerle mucho daño, intentando no hacérselos él, mientras que su ira la dirigió hacia los devrigs que estaban en el grupo y que para ellos eran fáciles de identificar.

No obstante, quedó momentáneamente paralizado al ver que uno de aquellos desdichados hundía un nelegasi en el cuello de Yvaylo. En principio aquello le resultaba imposible de creer, pues Yvaylo no solo era un levjaner, sino uno muy peligroso; segundo, tenía un instinto envidiable, y tercero, el shock emocional que le produjo aquella visión, pues aparte de ser el jefe de su guardia, Yvaylo era su amigo, lo hizo perder unos valiosos segundos que fueron aprovechados por sus atacantes y Dylan perdió el sentido.

Una vez que los devrigs que estaban en el grupo tuvieron lo que les interesaba, se marcharon y los havariks que hacían parte de la guardia del príncipe no lo notaron en forma inmediata, sino cuando recogieron a Tommy que era quien se encargaba de la protección cercana de Dylan si se veían en una situación como aquella. El asunto era que Tommy estaba inconsciente y le faltaban ambas piernas. Si bien los guardias estaban mortificados por Tommy y por Yvaylo, ninguno quería tener que dar la noticia que tendrían que dar.

 

A muchos kilómetros de donde había tenido lugar la emboscada, Derek apenas se estaba levantando cuando cayó de nuevo llevándose las manos al pecho. Ekain que era quien estaba de guardia, se dejó de delicadezas al sentir la alteración e irrumpió en la habitación, pero apenas lo vio, le envió un urgente mensaje a Henri que se presentó enseguida. Sin embargo, como no encontró nada que justificase aquello, envió un mensaje a Istvan.

Armand también sufrió algo parecido a Derek, solo que él no perdió el sentido, pero Aureliè se asustó al verlo caer y corrió hacia él.

  • ¿Armand?
  • Ym…haryk – dijo él

Aquello no le decía mucho a la chica, pero tanto la alteración como el evidente dolor que estaba experimentando Armand, le dieron más información de la que habría querido, solo que no tenía idea de qué hacer, pues independientemente de lo que estuviese sucediendo con Dylan, ni sabía dónde podía estar, ni podía hacer nada de forma inmediata salvo ocuparse del chico.

Michel y Alexander terminaban de comer y el más joven estaba haciéndoles la vida miserable a Edin y a Yves, pero de pronto hizo silencio y cerró los ojos, pues había percibido con claridad lo mismo que todos sus parientes, solo que él lo hizo con mayores detalles, pero cuando abrió los ojos, los de Alexander eran dos gemas carmesí y tanto él como los levjaners, supieron sin la menor duda, que alguien estaba a punto de morir.

 

Con cierta dificultad Dylan había abierto los ojos, pero los sentía pesados y tenía una enorme dificultad para respirar.

  • De manera que el kicyk rybik nos hace el honor

Aunque Dylan ya tenía casi doscientos años siendo un devrig, y se había habituado a que todos los miembros de su raza lo llamaban Rybik, de algún modo supo que quien le hablaba no lo hacía como los demás, sino refiriéndose a él como niño, de modo que concluyó con rapidez que su captor, fuese quien fuere, debía tener mucho más años que él.

  • ¿Quién…?

Era obvio que quería saber la identidad del hombre, pero lo que no podía hacer era hablar, pues sentía que un peso enorme le estaba comprimiendo el pecho y no se lo permitía. Sin embargo, el fulano aquel debió o bien ver la pregunta completa, o imaginarla, porque lo próximo que Dylan escuchó fue una risa fría.

  • No me conoces y estoy bastante seguro que no podrás decir que fue un placer hacerlo ¿no te parece?
  • Pero aun así, quiero saber quién es usted y qué tiene en mi contra

Como no escuchó una respuesta, Dylan hizo el supremo esfuerzo de abrir los ojos, pero la información visual, aparte de no proporcionarle lo que quería, lo que sí le dio fue la información de su situación, pues vio lo que le pareció una sólida pared a la altura de su barbilla. Lo primero que pensó fue que una le había caído encima, pero a la misma velocidad entendió que aquello era imposible, pues lo último que recordaba no lo situaba cerca de ninguna construcción sólida o no. Un momento después registró una presencia que no había estado allí antes, porque quien le había estado hablando había estado a mucha distancia, y casi enseguida vio unos ojos que no le resultaron familiares. Si bien no podía ver mucho más y estaba seguro que nunca había visto aquellos ojos, por algún motivo quien estaba mirándolo se le hacía vagamente conocido y en ese momento prestó atención, porque volvía a hablar.

  • Te repito que no me conoces, y lo único que posiblemente te interese saber, es que soy quien va a enviarte al otro mundo
  • ¿Por qué?
  • Eso no es asunto tuyo
  • Ah pues yo diría que sí, ya que es mi vida con la que pretende acabar




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