La Dinastía (libro 9. Verk Svetl's)

Cap. 11 Persecución

 

Europa, 1800-1805

Iyul y sus más cercanos colaboradores como Sergei y los consejeros, estaban muy preocupados por varios de los miembros de su Clan que se habían dedicado con ahínco a proteger a los civiles que quedaban en medio de las sangrientas batallas, entre los que destacaban, por parte de la familia real, Aureliè, Istziar, Armand y Jovanka, pero Iyul también estaba recibiendo informes alarmantes de otros como Aleksèi, los hermanos Varhidi, Irushka Mirkovic, Vajda Debreczeni y Anastasia Massera. Iyul los conocía a todos, y si bien de Aleksèi no le extrañaba, había estado teniendo problemas por la osadía de los miembros de su familia y de la problemática duquesa húngara, pero le sorprendió enterarse de la participación activa de los Varhidi y de Irushka, pues esta última por ejemplo, le lucía como muchas cosas, pero como una mujer inclinada a meterse en aquellos líos, no era una de ellas; y lo que sabía de los Varhidi, los alejaba mucho del asunto, porque Zsiga, y si bien en los últimos años no había dado tantos problemas, sí había sido enviado a Zatvor en algunas ocasiones por su inclinación al salvajismo, aunque Iyul sabía que esto venía dado en gran medida por quien lo había transformado y quizá, ahora que tenía más años, había logrado controlarse; y en el caso de Zsa Zsa, Iyul siempre había pensado que aquella criatura carecía de un cerebro. Y quien más lo preocupó fue Anastasia, porque si le sucedía algo a aquella chica, Lucien iba a ponerse inmanejable. Iyul sabía que Lucien no la amaba como para atarse a ella legalmente, algo afortunado o su padre se habría encargado de disponer de la cabeza de la mencionada señorita al primer indicio de que Lucien tuviese aquella intención, pero sin duda su hermano sentía mucho afecto por Anastasia, pues era la única de las amantes de Lucien que lo había sido por tanto tiempo.

En oportunidad del regreso de Napoleón a Italia, que había sido reconquistada por Austria mientras él estuvo en Egipto, se presentó el primer asunto realmente serio.

  • Signore, esta es mala idea – dijo Francesco mientras Lucien y Gianfranco revisaban un mapa
  • ¿Qué sucede contigo, Di Vella? – pregunto Gianfranco – Tú no habías nacido cuando ya nosotros habíamos participado en muchas batallas
  • ¿Por qué? – fue la pregunta Lucien

La diferencia entre Lucien y Gianfranco, era que el primero, y precisamente por lo que acababa de decir Gianfranco, sabía que Francesco no se estaba refiriendo a la estrategia que ellos estaban seguros iba a causar el desastre del ejército austríaco.

  • De acuerdo al último informe de Sayed, se han registrado extraños ataques que nada tienen que ver con el conflicto, y sabemos  que Boyko…
  • ¡Al demonio con él! – exclamó Lucien
  • Nosotros podemos encargarnos y tú no tienes que…
  • Cierra la boca, Savaresce – interrumpió él a Gianfranco

El ambiente se tensó a partir de ese momento, pero continuaron en lo que estaban hasta concluirlo. Lucien, y por increíble que pudiese parecerles a los que compartían con él de forma habitual, había renunciado a la comodidad de sus palacios, y se instalaba en cualquier campamento que estuviese lo suficientemente cerca de los lugares donde sabían se llevarían a cabo los enfrentamientos, de modo que cuando estaba por entrar a la tienda, extrajo a toda velocidad su dykari al sentir la presencia. Una cosa era que no fuese a salir corriendo por saber que Boyko estaba cazándolo, y otra no prestar la debida atención. Sin embargo, detuvo a Itlar al reconocer la energía de quien estaba dentro.

  • Debes tener muchas ganas de morir – dijo al entrar
  • No más que tú, supongo
  • Creí que habíamos terminado
  • No vayas, Luciano
  • Escucha muchachito…
  • En realidad ese calificativo podría dártelo yo a ti, porque te recuerdo que soy mayor que tú

Aquello era cierto, pues quien estaba allí era Gianfranco, y ciertamente él era mayor que Lucien e incluso que Iyul, pues era contemporáneo con el desaparecido Andrei, de modo que tenía 20 años cuando cayó sobre ellos la maldición, y si era el hijo mayor de Avitzedek siendo éste mayor que Iziaslav, era porque sus hermanos mayores, y el que estaba entre Giorgio y él,  habían muerto en batalla; de manera que, aunque ahora lucían un aspecto similar y como si tuviesen la misma edad, para el momento en el que fueron transformados, Gianfranco era seis años mayor que Lucien, que tenía trece en ese entonces.

  • Pero yo soy príncipe y tú no – dijo con su arrogancia característica –  Así que no puedes darme órdenes
  • Y no lo estoy haciendo, pero…
  • Fuera
  • No seas necio, Luciano, ese hombre…
  • ¡Largo! – gritó

Si bien era cierto que ahora tenían una mejor relación, y a pesar de que ellos nunca habían tenido problemas, Gianfranco lo conocía lo suficiente como para saber que no conseguiría nada de aquel malcriado individuo, así que abandonó la tienda ignorando la mirada de Itlar, y se fue derecho a buscar a Dylan. Éste había resultado herido en el último enfrentamiento, porque a pesar de no haber pasado de ser algo muy breve, Dylan, como de costumbre, había estado intentando proteger a unos ancianos y niños, quedando en medio del fuego.

  • ¿Puedo hablar un momento con él? – le preguntó a Yvaylo que conversaba con Edin, quien acababa de llegar con Alex que había ido a ver a su padre
  • No creo que sea un buen momento, porque…
  • Puedes pasar, Gianfranco – escucharon que decía Dylan, así que Yvaylo se apartó
  • Alteza – dijo Gianfranco dirigiéndose a Alexander




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