La Dinastía (libro 9. Verk Svetl's)

Cap. 14 Post revolución

 

Europa, 1815-1850

La revolución francesa y los ideales que la engendraron, si bien  había creado un estado completamente nuevo, pasando de una monarquía absoluta a una república a pesar de los ríos de sangre que había costado, su luz alumbró más allá de las fronteras francesas. Marcó la caída del Sacro Imperio Romano-Germánico que se había mantenido en el poder desde el 962, dando inicio al nacimiento de las futuras naciones independientes. Pero quizá uno de los mayores logros fue el sembrar la consciencia de libertad e igualdad en el colectivo. Sus ecos harían que en un momento u otro del siglo XIX, otros pueblos manifestaran sus deseos libertarios.

Tras la caída del máximo exponente de la estructura feudal, es decir, el rey, desaparecerían los derechos arbitrarios de la nobleza. La burguesía, y como había pronosticado Lucien, fue la gran beneficiaria del nuevo estado de cosas, pues ahora cualquier ciudadano tenía derecho a la posesión de bienes libre del pago de derechos señoriales, y esto lógicamente se vio reflejado en una mejora favorable a su clase. Por lo anterior, pronto la distribución de tierras y riquezas estuvo más equitativamente repartida y hubo una cantidad mayor de pequeños propietarios.

La revolución también separó definitivamente las competencias de la iglesia en los asuntos de estado. Haciendo a un lado las ansias de poder de Napoleón, hay que reconocerle que organizó el estado de forma eficiente, el sistema fiscal reguló de forma equitativa las contribuciones de la ciudadanía y de acuerdo a sus ingresos. Y apoyó el tratamiento igualitario de las personas por parte de la ley, respetando la presunción de inocencia, el derecho a la asistencia de un abogado y el derecho de protección ante detenciones arbitrarias. Decretó la educación pública para que todos tuviesen el mismo derecho a la educación y esta no estuviese restringida solo a la nobleza. El ejército también se vería beneficiado, pues quienes demostraban talento y valor, podían convertirse en oficiales, algo que antes era solo un privilegio de la aristocracia.

Sin embargo, al parecer o no habían aprendido bien la lección, o la larga tradición monárquica les impedía sentirse bien sin aquella figura que hacía parte de su historia, de modo que cuando Napoleón cayó, fue proclamado Luis XVIII como el nuevo monarca francés. Éste se mostró conciliador, pero a su muerte sería sucedido por Carlos X, quien fue coronado el 29 de mayo de 1825 en la catedral de Reims, y sería esta la última coronación de un rey en Francia. Carlos era un ultra-monárquico que pretendió la devolución de los bienes que se les había expropiado a los nobles y reinstaurar los derechos del clero, con lo que se aseguró una pronta y abrupta caída. Pero a pesar de ello, el pueblo francés seguiría insistiendo esta vez nombrando a Luis Felipe, primo del anterior, como el nuevo rey de los franceses, pero éste juró respetar la constitución, hacer el bien y justicia a cada uno según su derecho, y tener como único propósito el interés, la felicidad y la gloria del pueblo francés. Inicialmente no le iría tan mal, aunque los ultra-monárquicos seguirían refiriéndose a él como el usurpador, pues no había sido coronado con la venia de la nobleza, sino que había sido groseramente nombrado rey por quienes en su opinión no tenían derecho a ello. Luis Felipe intentó limar asperezas con el Reino Unido y con los países del este, para que su reinado fuese mejor aceptado, pero al final, y debido a los malos consejos de Guizot, terminaría por abdicar, siendo el último monarca francés, pues a partir de ahí, se declaró el sufragio universal.

Los devrigs habían asistido a todos estos cambios, revueltas y a la configuración de los nuevos estados soberanos, como espectadores y cuidando de mantener a raya a sus miembros más problemáticos, y cabe destacar que lo habían logrado.

Lucien se había retirado a sus propiedades de Cerdeña y nadie lo vio durante un largo tiempo, con excepción de Dylan, pero hasta él lo vio más bien poco. Sin embargo, como Istvan se mantenía al pendiente, se mortificó cuando Lucien decidió irse a América, pues sabía que los ecos de la revolución habían gestado las guerras independentistas de aquel lado del océano. Simón Bolívar en el norte de América del Sur, y José Martí en el sur, habían encendido aquella mecha, y, aunque en teoría, Lucien no tendría por qué haberse metido en aquel lío, Lucien era Lucien y lo hizo. Afortunadamente no salió muy mal parado, y lo que sí reafirmó fue su idea de que el poder sacaba lo peor de las personas, pues tuvo oportunidad de ver y hablar con varios líderes independentistas que a la larga mostrarían la misma inclinación absolutista de sus antecesores y colonizadores.

Derek había hecho una distribución tan equitativa como lo consideró posible entre sus antiguos vasallos, y si bien algunos se mostraron agradecidos y se marcharon, otros ni siquiera quisieron escuchar hablar del asunto y siguieron donde habían estado siempre, de modo que él ordenó que se les asignasen salarios más altos y que su administrador se ocupase de que los hijos de todos tuviesen el debido acceso a la educación.

Como Francia había  entrado plenamente en la Revolución Industrial, las diferencias sociales entre la burguesía y el proletariado se agudizaron, pero Derek siguió procurando que aquellos que dependían de él, se viesen lo menos afectados posible.

Dylan no tuvo que realizar mayores cambios, pues desde hacía muchísimos años, sus vasallos tanto en Londres como en cualquier otro lugar, gozaban de mayores beneficios que cualquier otro, incluidos los de los Saint-Claire, pues desde aquel lejano día en que había dado órdenes a su administrador para que todos tuviesen mayores ingresos, que los campesinos libres pudiesen obtener verdaderos beneficios de la tierra que trabajan  y que en cada una de sus tierras, los hijos de sus trabajadores tuviesen acceso a la educación tanto si querían como si no, pues no había olvidado que Tommy por ejemplo, no había querido, o que se les equipase a expensas suyas si querían ingresar al ejército, esto se había replicado en todas sus propiedades, de modo que no se vio afectado por el nuevo orden de cosas. 




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