París, Francia-Luxemburgo. Septiembre, 2006
Los viajeros llegaron a la embajada y acordaron que no debían entrar todos, así que irían Kyv y Bobby acompañando a Iziaslav, mientras que Mina y Mia esperarían en un café cercano, pero antes de que se marcharan, Mia le hizo una tímida seña a Iziaslav.
Los chicos lógicamente habían entendido las señas, pero Iziaslav, aparte de prestar atención al pensamiento, había percibido tanto la honestidad como la calidez de aquella personita, de modo que tomó su mano y se la llevó a los labios, pero sintió algo muy extraño cuando rozó su piel, más no prestó atención a ello.
Si la pobre Mia enrojecía y casi se volvía invisible cuando él la miraba o se dirigía a ella, en aquel momento estuvo a punto de perder el sentido, algo que fue claro para Iziaslav que automáticamente estiró los brazos y la sujetó.
A Iziaslav no le gustó de manera especial ni el tono, ni la orden, ni que lo hiciese responsable por lo que le había ocurrido a Mia, pero decidió no discutir.
Después de eso sí se marcharon y un momento después estaban entrando a la sede de la embajada. Un individuo con fuerte acento, les preguntó qué deseaban y fue Kyv quien se encargó de informarlo. Los hicieron esperar un momento y luego los hicieron pasar. Una señorita los condujo hasta el elevador y ahí se presentó el primer problema, pues Iziaslav no encontraba un buen motivo para meterse a aquella caja que tenía el amenazador aspecto de estar diseñada para encerrar a alguien.
Finalmente terminarían utilizando las escaleras, y cuando llegaron a la planta correspondiente, Iziaslav se detuvo con brusquedad.
Los chicos se miraron con la misma expresión, pero siendo que no tenían una explicación y quien podía darla no parecía saber cómo, Kyv sujetó su brazo y comenzaron a avanzar.
Pero no terminaban de sentarse cuando la puerta se abrió dando paso a un individuo un poco mayor que Bobby, en compañía de uno que aparentaba unos cincuenta años. El mayor estaba extendiendo su mano, pero el más joven había clavado los ojos en Iziaslav y fue evidente para él, que tenía una expresión cercana al horror, y, además, captó con absoluta claridad el pensamiento.
No obstante, aquello había durado solo unos segundos, después de los cuales, el joven había desaparecido a toda velocidad.
Iziaslav se sintió muy confundido, pues estaba bastante seguro de lo que había visto y no entendía cómo era que Kyv le estaba diciendo que no había salido nadie. Un momento después entraban al despacho, y si bien Iziaslav estaba escuchando lo que hablaban, él participó poco en la conversación, pues seguía pensando en el individuo que acababa de ver.
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Editado: 16.03.2022