Riùrik, septiembre, 2006
Lucien demoró más bien poco en enterarse del porqué de las visitas de su padre al Haigala, de modo que montó en cólera y primero se fue derecho a apalear a Aleksèi. Fue una suerte que Dylan hubiese ido con Lucien o al desventurado veldeky podría haberle ido mucho peor.
Aleksèi acababa de terminar su ronda y se disponía a salir hacia el Valkinka cuando se presentaron los príncipes, pero él ni siquiera tuvo ocasión de saludar, pues el saludo del furioso individuo fue un puñetazo.
Aleksèi pensó que en verdad estaba en muchos problemas, porque si Lucien no solo estaba evidentemente furioso, sino que lo llamaba de aquel modo, sin duda él tenía que haber hecho algo realmente criminal, el asunto era que no tenía idea de qué podía ser eso. Sin embargo, no tendría que esforzarse para averiguarlo, pues ya Lucien lo estaba gritando.
Dylan en esta oportunidad estaba tan sorprendido por lo dicho y de lo que no tenía idea, que estaba paralizado, pero al ver la sangre brotando de la boca o la nariz del veldeky, reaccionó deteniendo a Lucien.
Aleksèi que finalmente había entendido a qué obedecía la ira de Lucien, aunque estaba lejos de concordar con él, hizo una súplica silenciosa a los levjaners, pues le parecía enormemente injusto que Lucien le quitase la vida a alguien basado en pasadas experiencias y en lo que en realidad era un egoísmo supremo. Sin embargo, sería Dylan quien resolvería el dilema de todos.
Los levjaner lamentaron tener que dejar a Aleksèi en aquellas condiciones y sin buscarle ayuda, pero no podían quedarse. Una vez que llegaron al Dvorets de Dylan, Lucien lo hizo insultándolo en todos los tonos, pero como todo el mundo estaba acostumbrado a aquello, y mientras no pasase de las palabras a los hechos, solo se dedicaban a escucharlo con resignada paciencia. Eventualmente, y como solía suceder, al menos con Dylan, Lucien se calmó, aunque eso no significaba que estuviese más contento ni garantizaba que hubiese cambiado de opinión.
Lucien lo miró con algo parecido a la conmiseración, y en el caso de los levjaners, al menos en eso coincidían con Lucien, pues Iziaslav no solía mostrarse tan interesado en ninguna mujer por simple agradecimiento, y hasta donde habían averiguado, había estado yendo todos los días y se pasaba horas sentado al lado de la cama de la susodicha, aparte de que ellos sí habían conocido a Iziaslav en la época en la que las chicas entraban y salían de su tienda con la misma frecuencia que lo hacían los levramzyk que le llevaban alguna novedad, pero a diferencia de los segundos, ellas lo hacían por otro motivo. Lo que no era normal, al menos para ellos, era que viese a una en más de una ocasión, pero como no podían opinar, se mantuvieron en conveniente silencio y no visibles.
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Editado: 16.03.2022