La Dinastía (libro 9. Verk Svetl's)

Cap. 46 Incredulidad y aceptación

 

Italia-Riùrik. Septiembre, 2006

Tal y como habían pensado Istvan y quienes estaban con él, Alexander se había ido derecho a buscar a Lucien. Como todos sabían, cuando Lucien se molestada, fuera poco o mucho, siempre huía a Italia, así que Alexander llegó a su villa en Florencia, pero si bien Anastasia estaba allí, quien no estaba era Lucien.

  • Alteza – dijo la chica en cuanto lo vio
  • Señorita Massera – saludó él con su habitual formalidad – Lamento mucho la inapropiada interrupción y más aún si con la misma le ocasionó una incomodidad, pero quiero hablar con Lucien

La mayoría de las mujeres con ojos en la cara, siempre reaccionaba del mismo modo en presencia de Alex, y habría sido necesario que Anastasia no los tuviese para que fuese diferente, pero ella también era una devrig, así que percibió con claridad la enorme ira de aquel individuo y dio un involuntario paso hacia atrás, ya que conociendo como conocía a Lucien y habiéndolo amado y sufrido por una indecente cantidad de años, era consciente de que el sujeto que tenía en frente era su sobrino, y por amable que pareciese siempre, con seguridad no era mejor que el tío en aquellas circunstancias.

  • ¿Señorita Massera? – dijo Alexander, pues el tiempo que ella había demorado en decir algo, en su opinión superaba el aceptable
  • Perdón, alteza, pero Luciano no está aquí – le dijo y casi echó a correr al ver que Alex juntaba las cejas
  • Me disculpo nuevamente por la incomodidad. Que tenga buen día

Un segundo después ya no estaba y Anastasia se dejó caer en un sillón, pero, además, rogó al cielo pidiendo que Lucien no se hubiese metido en otro lío de la clase inmanejable, aunque dudaba mucho que sus ruegos fuesen escuchados, pues era evidente que Alexander estaba más allá de la ira.

 

Alexander abandonó Florencia y se fue Cerdeña. Él no había considerado, en principio, utilizar ningún método de rastreo, porque con Lucien siempre eran pocas las opciones cuando huía por ira, y en esta ocasión sí lo encontró allí.

  • ¡Fuera! – escuchó incluso antes de dejarse ver – No quiero ver a nadie
  • Puedes quererlo, pero en primer lugar, no estoy obligado a complacer tus infantiles deseos. En segundo, no soy responsable por tu cobardía para afrontar tus estupideces. Y tercero, tu irresponsable manera de expresar tu ira, envió al hospital no solo a Itlar e Yvaylo, sino a mi padre

Una de las características de Lucien, era que parecía olvidar que sus ataques de ira solían tener nefastas consecuencias; con lo que nadie se ponía de acuerdo, era si esto obedecía a simple irresponsabilidad, o a su conocida inestabilidad mental. El asunto fue que al escuchar a Alexander, se sintió enfermo y quiso correr a buscar a Dylan, pero Alex no se lo permitió.

  • Tú no vas a ninguna parte – dijo impidiéndole moverse y sin hacerlo él
  • Tengo que…

Sin embargo, Alexander no estaba de ánimo misericordioso, pues también le impidió hablar. Se aceró y clavó sus azules ojos en los de Lucien, pero un momento después y cuando se había enterado con todo detalle de lo que había ocasionado la ira de Lucien, tenía el más intenso y sincero deseo de hacerle mucho daño a aquel infeliz, de modo que se giró con rapidez, pues sabía que en esas condiciones y sin siquiera pensarlo mucho, podía hasta hacer que su cabeza se separase de su cuerpo. Afortunadamente para Lucien, si bien Alexander era poderoso y muy peligroso, también era ecuánime y con una capacidad envidiable para controlarse, porque si hubiese sido su hermana, por ejemplo, el destino de Lucien habría sido muy negro.

Una vez que se tranquilizó, se giró de nuevo, pero no liberó a Lucien, porque sabía que aquel loco peligroso no lo escucharía de ninguna manera si lo hacía.

  • A pesar de tus constantes esfuerzos por hacérmelo difícil, te amo y te respeto, porque sigues siendo mi sangre, pero es hora de que crezcas, Lucien. Tu ira aparte de injustificada, no podría ser más absurda, porque mi abuelo, tu padre, y como te dijo el mío, está en su perfecto derecho de enamorarse de una o de mil mujeres, y eso no sería asunto tuyo. No hay justificación posible para que lo persigas por eso, y tu pobre argumento de que va a arruinarse la vida, es ridículo y egoísta. Pero supongamos que realmente te preocupa su felicidad, lamento decirte lo que tú, con todos tus años no pareces saber, y es que en el amor no hay garantías y no tenemos más remedio que correr el riesgo. Si fracasamos, pues que pena, pero no puede ser el miedo al fracaso lo que nos impida alcanzar una posible felicidad, y ciertamente es una decisión personal en la que nadie tiene derecho a opinar o a interponerse – hizo una pausa y después de mirarlo un largo rato, agregó – No sé si lo tuyo es simple y puro egoísmo, si es la inmadurez propia del niño que ya no eres, o si realmente piensas que ymharyk es incapaz de tomar sus propias decisiones, pero, independientemente de cuál sea tu caso, voy a decirte algo y voy a hacerlo una única vez, déjalo en paz, porque si no lo haces o si a esa joven le sucede cualquier cosa, te juro por la memoria de mi madre, que no vas a tener ocasión para lamentarlo. Y por último, me voy a permitir darte un consejo. Si hay alguien que puede entender tu odio hacia quien has hecho responsable por la muerte de tu madre, soy yo, pero hay una enorme diferencia entre nosotros, porque yo odié, odio y seguiré odiando la memoria de Brian incluso más que la de Kendall Arlington, porque, a pesar de que fue la de Arlington la mano asesina, sabemos que fue manipulado y quien lo incitó a ello fue Brian. Sin embargo, los odio a ellos, no a cualquiera que lleve su apellido o su sangre ¿o es que en tu opinión tendría que odiar a mi hermano y a mis sobrinos? Pero vayamos más lejos ¿Fue Seren quien mató a tu madre? ¿Ella manifestó el deseo de que muriese siquiera? Pero supongamos que sí, en ese caso estaría justificado tu odio por ella, pero de ningún modo por sus descendientes que a fin de cuentas, fueron y somos tus parientes. Tienes una sobrina a la que te has negado a conocer solo porque lleva sangre Saint-Claire, causándole con ello una pena a mi hermano, a Istziar y a todos los Korsacov que son nuestros amigos, pero ya basta, creo que ha llegado el momento de que aceptes que no puedes seguir albergando un rencor tan amargo por quienes nada te han hecho, y dejes de hacerte y hacerles la vida miserable a los demás.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.