La Dinastía (libro 9. Verk Svetl's)

Cap. 61 Anuncio

 

Riùrik. Diciembre, 2006

Los días siguientes serían muy agitados, en principio, con los arreglos necesarios para hacer el anuncio del regreso de los desaparecidos, algo que no podían hacer como en el pasado, es decir, efectuando una convocatoria de reunión pública frente al palacio de gobierno, pues ahora residían en su nación, muchos ikedev, y a pesar de que era un número más bien reducido en comparación con la población devrig, no podían correr riesgos. De manera que acordaron girar la convocatoria solo a los itslievs, y ya luego se encargarían de informar a los demás, a través de comunicaciones escritas.

Si bien Gianfranco estaba perfectamente al tanto de todo, debido a su cercanía no solo con Lucien, sino con Francesco y muchos otros miembros del gobierno, guardó absoluto silencio, algo por lo que su padre querría sacudirlo después.

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El anuncio del regreso tendría lugar en el Teatro Nacional Príncipe Lucien, para lo que se tomaron todas las medidas necesarias; la asistencia y el acceso, estuvieron muy controlados, y los itslievs asistentes se estaban preguntando a qué obedecía todo aquello. Ni Giorgio ni Massimo fueron invitados, en el caso del primero, porque si bien había cumplido su condena, seguía siendo un enemigo del estado, y en el caso de Massimo, porque había hecho méritos suficientes como para no ser invitado nunca a ningún evento oficial. De manera que el único por el que podían enterarse de lo que estaba sucediendo, era por Lorenzo.

Una vez confirmada la asistencia de todos los convocados, Istvan se lo indicó a Iyul y éste asintió encaminándose hacia el estrado. En otras ocasiones, los devrigs habían sido reunidos por otros motivos, como cuando surgió el problema del grupo que intentaba cazarlos, pero en oportunidades como esa, los sillones de los príncipes estaban ocupados por éstos, mientras que en esta ocasión, todos estaban vacíos. Avitzedek había estado planteándose mil conjeturas, y aquella ausencia general encendió una señal de alarma en su cerebro. Sin embargo, cuando Gianfranco tomó asiento a su lado y él intentó preguntarle, fue anunciado Iyul y todos se pusieron de pie.

  • Dhakvrevit nym sozdatel’ – saludaron todos e Iyul les hizo un gesto indicándoles que podían sentarse
  • Hace doscientos cuarenta y seis años – comenzó en forma directa – varios miembros de nuestra sociedad estuvieron presentes durante la erupción del Vesubio, y desaparecieron a raíz de ésta. Todas las labores de búsqueda y rescate fueron inútiles, pues ninguna arrojó resultados. Los desaparecidos fueron, aparte de nuestro sozdatel’ Iziaslav, y nuestra sizviteliani Lucía, Janos Dvòrak, Radek Izbork, y los levjaners Milorad Korsacov e Iván Sesviatsky. La inutilidad de la búsqueda nos obligó a anunciar sus muertes, aunque no dejamos de buscarlos – hizo una pequeña pausa y continuó – Hoy, me complace anunciar que Maikata Priroda ha decidido regresarnos a tres de ellos, y, aunque nuestros corazones siguen afligidos por la ausencia de los otros tres, nos sentimos enormemente agradecidos por el regreso de Milorad Korsacov – dijo mientras éste salía y los presentes ahogaban una exclamación – Janos Dvòrak 

En este punto, los asistentes se apresuraron a ponerse de pie y a inclinarse, no solo por el estatus de Janos, sino porque seguidamente hicieron su entrada todos los príncipes, pero apenas estaban recibiendo la autorización para levantarse cuando quedaron paralizados al escuchar a Iyul.

  • Y nuestro sozdatel’ Iziaslav Yaroslávich – Iyul concluyó inclinándose al igual que lo hacían los príncipes

El resto de los presentes estaba tan conmocionado, que parecían haber olvidado hasta respirar, y como los levramzyks sabían que esto iba a ocurrir, se apresuraron a hacer circular una corriente de energía acompañada de la orden de saludar como era debido.

Pasada la conmoción, y siendo que Iziaslav detestaba los largos discursos, mismos que no había dado ni siquiera cuando se aprestaban a emprender alguna contienda especialmente difícil, limitándose siempre a ir al frente de sus guerreros y a dar la orden de ataque, no había cambiado en todos los siglos que llevaba de vida.

  • No puedo agregar nada a lo que dijo mi hijo, porque si bien recuerdo el día de la tragedia, lo que no recuerdo es nada entre eso y haber despertado muy lejos de casa. Lo primero que quiero hacer de forma pública, es expresar mi agradecimiento a los miembros del Arkel, quienes no cejaron en su empeño por encontrarnos, ya que gracias a ellos puedo estar hoy aquí. Sé que algunos de ustedes se alegraran sinceramente con mi regreso, pero del mismo modo sé que hay otros que no, y fueron los que intentaron matarme cuando nos topamos por casualidad – y aquí fue perfectamente audible como se detenían algunas respiraciones –  De manera que, aunque he podido comprobar que el mundo ha cambiado mucho, lo que también comprobé es que el odio y el comportamiento criminal de algunos de ustedes, sigue intacto, pero les aseguro que los responsables serán hallados y ese será el final de su existencia.

Si bien todos conocían bien a Iziaslav, algunos por haberlo hecho durante todas sus vidas, y otros más que todo por referencia, al menos Dylan se sintió preocupado por su proverbial respeto a la vida; Iyul, sabiendo que su padre no era dado a lo que llamaba <<hablar bonito>> y eso era algo que siempre había dicho que era cosa de Andrei, había tenido la vana esperanza de que se contentase con un saludo general. Armand estaba en la misma situación de Dylan; Alexander parecía una fría estatua de mármol y nadie tenía ni la más remota posibilidad de saber lo que podía estar pensando acerca de lo que acababa de decir Iziaslav; Derek, que si bien  conocía a Iziaslav y sabía que no estaba contento con lo que le había sucedido, no esperaba que lanzase una amenaza pública ese día; mientras que Michel y Lucien tenían una sonrisa maligna en los labios.




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