La DinastÍa (libro I. Vidas Cruzadas)

La búsqueda

Phillipe no bajó a almorzar con sus hijas, sino que se quedó con Daphne, que recuperaba y perdía el conocimiento a intervalos regulares. Razón por la cual, no se enteró de la ausencia de Sophie. Las hermanas de la niña o no notaron su ausencia, o no les importó.

Entre tanto,  Brenda Arlington estaba furiosa con su hijo, porque no había ido a comer de nuevo. Aunque dentro de las costumbres de aquella época, se incluía el hecho de que los niños no compartiesen el comedor con los mayores, ya que toda su vida estaba confinada a las áreas de sus hogares destinadas para ellos, y quienes se encargaban de sus cuidados y educación eran las institutrices y tutores, en el caso de los Arlington, gustaban de compartir más con sus hijos.

  • Debes hablar con él, William  --  le decía a su marido, que se esforzaba por no escucharla  --  es la segunda vez esta semana.
  • Querida, déjalo en paz, es un chico  --  le dijo con cansancio  --  Seguramente se habrá distraído jugando y no se ha dado cuenta de la hora.
  • Debe aprender a ser más responsable  --  insistió ella  --  Será el próximo Duque de Darnley, no puede andar por ahí haciendo quién sabe qué. Además  --  continuó  --  esa amistad con Dylan Danworth solo le traerá problemas, ese niño es un pequeño demonio.

Aunque William Arlington, estaba bastante de acuerdo con lo último, no creía que eso fuese a representar un problema. Si bien era cierto que el futuro Duque de Livingstone estaba bastante alejado de lo que se suponía, debía ser un futuro duque, no era menos cierto que con toda seguridad, su padre se encargaría de remediar esa situación en un par de años más.

 

En aquel momento, los Danworth también se encontraban en el comedor, pero a diferencia de los Arlington, no tenían ni la más mínima idea del paradero de su hijo, y ciertamente no les importaba. Era usual para ellos no verlo mucho, sin embargo, cuando fueron debidamente informados que el chico no se encontraba en el castillo, simplemente pasaron al comedor sin hacer preguntas.

Joseph Danworth, asumió que su hijo estaría por allí de cacería, y era algo que encontraba perfectamente normal. Mientras que Helen no le dedicó ni un solo pensamiento al asunto. Ella era una dama que se comportaba de acuerdo a las costumbres de la época, de modo que los asuntos relacionados con el chico, recaían por completo en su tutor, el señor James.

No obstante, hacia media tarde, el señor James fue a hablar con el Duque, porque Dylan seguía sin aparecer.

  • Milord, ¿me permite un momento?
  • ¿Qué quiere, James?
  • Milord, vengo a solicitar permiso para organizar un búsqueda del joven Lord Danworth  --  dijo el hombre
  • ¿Búsqueda?
  • Sí, milord. Ya ha pasado en mucho la hora en la que debía estar de vuelta, y ha comenzado a nevar, podría resultar peligroso.
  • De acuerdo, haga lo que crea conveniente  --  dijo Joseph
  • Gracias, milord

Joseph se preguntó por un momento dónde se habría metido su hijo, pero en cuanto James abandonó el estudio, se olvidó del asunto.

 

En el castillo Arlington, la situación era completamente diferente. En cuanto los sirvientes informaron que Kendall seguía sin aparecer, Lady Arlington se había desesperado, y su marido había dado órdenes de ensillar su caballo y que reuniesen a varios de los sirvientes para salir a buscar a su hijo.

  • Cálmate Brenda  --  le estaba diciendo a su esposa antes de salir  --  seguramente lo se dio cuenta de la hora, y una vez iniciada la nevada, tuvo que buscar dónde guarecerse.

Pero la mujer seguía llorando sin control, de modo que le indicó al ama de llaves que le diese un té fuerte y se quedase con ella. Arthur, el hermano más joven, también se quedó al lado de su madre, y preguntándose cuál era la fascinación de Kendall por mortificar a sus padres, pero al mismo tiempo rogando porque no le hubiese sucedido nada al muy necio de su hermano mayor.

 

Hacia media tarde, Phillipe se extrañó de no ver aparecer a Sophie en el cuarto de su madre, por lo que comenzó a hacer indagaciones entre sus hijas, y al no obtener respuesta, acudió a los sirvientes, quienes le informaron que la última vez que habían visto a la niña, había sido a media mañana, cuando salió al jardín. Después de realizar un exhaustivo registro en el interior, comenzó a preocuparse. Llamó a varios de los trabajadores y organizaron la búsqueda por los alrededores. Búsqueda que no arrojó ningún resultado positivo. Phillipe estaba angustiadísimo, la tormenta que se había iniciado, había incrementado su intensidad y seguían sin encontrar a la niña.  Los caballos avanzaban con dificultad a causa de los varios centímetros de nieve, de modo que se detuvieron un momento a discutir qué ruta seguir. Mientras hablaba con sus hombres, vieron otras figuras que se acercaban.    Estaban en los linderos de la propiedad de Lord Arlington, y justamente era éste el que se acercaba.

  • ¿Phillipe?  --  preguntó  --  ¿Qué haces fuera con esta tormenta?
  • Una de mis hijas ha desaparecido  --  informó Phillipe
  • ¡Por todos los cielos!  --  dijo el hombre  --  Mi hijo mayor también, al igual que el joven Danworth.
  • ¿De veras?  --  preguntó asombrado
  • Así es, milord  --  contestó un hombre a quien  Phillipe no conocía.
  • Él, es el señor James  --  informó Lord Arlington  --  el tutor de Dylan Danworth.




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