La temporada seguía su curso de manera normal, Kendall y Sophie se encontraban en todas la reuniones a las que asistían, pero esto no era en modo alguno producto de la causalidad, sino que se lo debían a Phillipe, que había utilizado su considerable encanto e influencias, para que los jóvenes caballeros ingleses fuesen invitados a las mismas reuniones a las que asistían los Saint-Claire. Pero mientras Kendall no faltaba a ninguna, Dylan con mucha frecuencia tenía alguna excusa para no ir.
Sin embargo, Kendall aún no había dado con el modo de encontrarse a solas con Sophie, y esas concurridas reuniones evitaban que pudiesen hablar tanto y como él quería. Aun así, tuvo ocasión de contarle a retazos, todo lo que había vivido desde que se habían visto por última vez, incluidos los detalles de su accidente y las muertes de su esposa y su hija. Sophie se sintió realmente conmovida cuando se enteró que Kendall había llamado a su hija como ella. Al día siguiente de enterarse de eso, tuvo una larga conversación con su prima.
Pero Sophie no contestaba y seguía llorando con desconsuelo. Madeleine pensó en muchas cosas, entre ellas que su prima hubiese descubierto que el Duque no era el hombre que ella creía, o bien…
Pero la chica la miró con desconcierto, lo que en cierta forma tranquilizó a Madeleine, porque la verdad, encontraba difícil que aquello fuese posible, y no porque Dylan Danworth no fuese lo suficientemente atractivo, de hecho lo era y en forma exagerada, hecho que lo probaba la cantidad de damas que lo acechaban sin ninguna vergüenza, sino porque su prima y aquel sujeto parecían llevarse muy mal. De modo que se reprochó el haber pensado aquello. Mientras ella pensaba todo eso, Sophie había recuperado la calma.
La chica no sabía qué esperaba que le dijera su prima, pero ciertamente el miedo no había sido una opción. De modo que la mente de Madeleine se puso de nuevo en funcionamiento, solo que estaba enfocando la situación desde el punto de vista equivocado. Madeleine supuso, erróneamente, que el temor de Sophie obedecía a que no teniendo una madre que le orientase, tal vez la atemorizaba el no saber qué esperar del matrimonio.
La luz se hizo en el cerebro de Madeleine y pensó que su miedo estaba justificado, pero ella estaba trabajando en aquello, y esperaba tener prontos resultados. Sin embargo, como aun no los tenía, decidió no darle falsas esperanza a su prima, pero tampoco podía permitir que renunciara tontamente a la felicidad o que se diese por vencida antes de dar la pelea.
No obstante, aun después de aquella conversación, y de haberse enterado de que Lord Arlingthon le había dado por nombre a su fallecida hija, el de su prima, Madeleine estuvo más que segura que el duque amaba a Sophie, el problema era que ella le estaba enviando las señales equivocadas, porque de forma sutil, pero decidida, Sophie había comenzado a evitar a Kendall.
Para quien tampoco estaba siendo la mejor de las temporadas, era para el Duque de Armagnac. Inicialmente, y luego de haber visto la cercanía de Lord Danworth con la familia Saint-Claire, se había dedicado a averiguar sobre aquel individuo. El problema había consistido en que se había encontrado con un muro de silencio infranqueable. Aquel sujeto parecía casi inexistente, se sabían generalidades, como que había nacido en Livingstone, que viajaba mucho y que era poco sociable, pero no mucho más, y en relación a lo último, era algo que había podido comprobar el mismo Armagnac en un par de ocasiones en las que coincidieron. De modo que sus esfuerzos en ese sentido fueron del todo inútiles.
Pero unas noches atrás, Jean Pierre había sufrido un ataque de ira, y de no haber sido por la oportuna intervención de su amigo André, aquello lo habría conducido directamente a La Bastilla. En la reunión a la que había asistido, estaba Sophie Saint-Claire, pero apenas había llegado cuando fue acaparada por otro maldito inglés. Jean Pierre se armó de paciencia, pero viendo que el individuo no parecía tener intenciones de apartarse de ella, decidió acercarse en cuanto terminó la danza, y para su desgracia escuchó a medias el dialogo, que fue lo que desató su furia.