Faltaba solo una semana para la boda y el Chateau Saint-Claire era un hervidero. A pesar de lo muy emocionada que estaba Sophie, estaba igualmente muy cansada de tantas carreras. Y una mañana se lo expresó en esos mismos términos a un risueño Phillipe.
El susodicho prometido estaba enormemente emocionado, y no veía que llegase el momento tan esperado. Solo dos cosas empañaban su dicha y ya se había resignado a que no había forma de revertir eso. Sus padres seguían negándose a hacer aquel viaje y por lo que le había escrito su padre, no se trataba de que no quisiesen ir, sino que Brenda, su madre, no estaba muy bien de salud. De modo que ya Kendall se había resignado al asunto. Por otro lado, faltando apenas una semana para la boda, le llegó una carta de su hermano Arthur donde le comunicaba que él tampoco podría asistir, porque su esposa le había anunciado que estaba embarazada. Por una parte se alegró sinceramente por su hermano, pero por otro, lamentó que también tuviese que prescindir de su presencia. Y por último, pero no menos importante, la última carta que recibió de Dylan fue en oportunidad de la muerte de Joseph Danworth. Era extremadamente breve, y aparte de notificarle el lamentable deceso, solo decía que debía ocuparse de algunos asuntos legales y nada más. Después de eso no había tenido más noticias suyas. Le había escrito tanto a su Villa en Florencia, como a Living Hall e incluso a su residencia de Londres, pero no había recibido respuesta. De modo que ya asumía que tampoco estaría presente el día de su boda.
Después de la muerte de Joseph, Dylan se había ocupado concienzudamente de todo cuanto su padre le había encargado. Una vez que atendió todo lo concerniente al asunto legal de su herencia y la posesión de los títulos, resolvió la cuestión de su madre. Ese mismo día, cuando salió de Living Hall, fue a Darnley. Ese era un asunto pendiente, porque en su última carta, Kendall había manifestado su tristeza y la de Sophie, ya que los Arlingthon confirmaban que no asistirían a la boda.
Brenda estaba en su saloncito particular haciendo un poco de bordado, cuando fue interrumpida por el mayordomo.
Dejó a toda prisa lo que estaba haciendo para ir a recibirlo. No veían a Dylan desde que había partido con su hijo, y le causaba mucha emoción verlo.
Los Arlingthon se sintieron de veras apenados, porque era evidente que le había afectado mucho la muerte de su padre. Después de un momento le pidieron que les diera noticias de su hijo. Él les dijo que llevaba casi un año sin verlo, porque desde que se había ido a Italia por la enfermedad de Joseph, no había vuelto a Francia.
No fue necesario que ellos dijesen nada, porque por la forma en la que se miraron, Dylan supo que no había ningún impedimento para su asistencia, y que fuese cual fuere el motivo, obedecía a una decisión personal. Esto lo hizo preguntarse de nuevo si la pasada conducta de la madre de Sophie, tenía algo que ver en el asunto. Pero si algo no tenía Dylan, era intenciones de quedarse sin respuestas, y siendo como era, muy directo para todo, los enfrentó con la pregunta.
Los Arlingthon se sorprendieron tanto por la percepción como por la precisión de aquel chico, pero más aún por lo directo de la pregunta.