La Diosa del Sol. (volumen 2)

EPÍLOGO: La Giralda Eterna.

​Cinco años después del colapso del Arca de Tarifa.
​El tiempo no se midió en ciclos solares, sino en el pulso constante y armonioso de la Democracia de Conciencia. Neo-Sevilla había dejado de ser una ciudad de neón y sombras para convertirse en un faro de la verdad. El sacrificio de los viejos lujos había dado paso a una nueva prosperidad equitativa, y la Giralda ya no era un simple monolito, sino el corazón visible de una sociedad madura.
​Aura, conocida públicamente como La Diosa del Sol, y en privado como Sandra, encontró el equilibrio en su nuevo rol. El sistema de estabilización creado por Nix y Kael, basado en la frecuencia neuronal de Rafa (Ramsés), funcionaba perfectamente. Su fuerza ya no era una carga, sino una extensión de su amor. Aura dedicó su tiempo a enseñar la Conciencia Compasiva, una disciplina que permitía a los ciudadanos no solo votar con la razón, sino sentir el impacto de sus decisiones en el otro.
​Rafa (Ramsés), con la mano siempre cerca del hombro de Aura, pasó de ser el jefe de seguridad a ser el Protector de la Cohesión. Su misión no era luchar, sino prevenir. Con Salvi como su segundo al mando, Ramsés se dedicó a desmantelar las últimas estructuras físicas de la Corporación Sol, reciclando el titanio y el plasma para crear infraestructura pública. Su amor por Aura se convirtió en el motor de su deber; al proteger la ciudad, protegía el corazón de su esposa.
​Nix se había convertido en el Arquitecto Digital de Neo-Sevilla. Su mente incansable no descansaba, pero ahora trabajaba para el bien común. Creó el Sistema de Memoria Colectiva, un protocolo que garantizaba que la red recordara no solo los datos, sino las lecciones éticas aprendidas. Gracias a Nix, la historia de la tiranía de Corporación Sol se conservó, no para ser temida, sino para ser entendida.
​El Dr. Kael, el hombre que una vez dudó del sacrificio, encontró su redención y su paz. Abandonó las curaciones puramente biológicas para enfocarse en la Salud Mental Colectiva. Su hospital se expandió para convertirse en un centro de equilibrio psíquico, donde los ciudadanos aprendían a navegar las complejidades de la libertad sin caer en el caos. Kael se dedicó a curar las cicatrices psíquicas de la vieja era, asegurando que la verdad no fuera solo un concepto, sino una forma de vida.
​La paz era una certeza. La saga de la Diosa del Sol fue recordada como la época de la transición, el fuego necesario para forjar el nuevo mundo. El futuro era vasto, lleno de nuevos desafíos, quizás nuevas estrellas que explorar, pero Neo-Sevilla estaba lista. Su corazón, sostenido por la conciencia libre y el amor eterno de sus protectores, latía al ritmo del equilibrio.
FIN




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