La Diosa.... Resurgiendo de mis cenizas

17. DESHACIÉNDOSE DE LA INMUNDICIA

DOCTOR RENÉ LOMBARDI: Lo siento Magnus, Marianne, aqui esta la urna con los restos de Renné, sólo les pido de favor y por petición de ella, que sean discretos con ella no dejen que la vea nadie absolutamente nadie mas antes de que sea la lectura de su testamento y manteganla bien resguardada.

MARIANNÉ VITALIS: Si hijo muchas gracias, comprendo, ay Dios dice Marianne contemplando hacia el cielo, --- Cuanto daño te hicieron esos dos hijita mía, no te preocupes vida mía que lo pagaran y no me importa que una de esas escorias que te daño sea tu propia hermana y mi hija a la que también parí con tanto anhelo y amor, igual que a ti.

Ingreso rápidamente a la mansión checando que nadie me vea un custodio va detrás mí atento a cualquier movimiento raro, voy a mi habitación y en nuestro resguardo secreto guardo la urna con sumo cuidado en nuestra caja de seguridad, salgo a toda prisa de mi habitación y el custodio que se quedo vigilando que nadia ingresara va detrás mío, le hago una seña para que se retire y lo hace, dejándome sola. Me dirijo al estudio de Magnus para disponer de algunas cosas, le he pedido autorización para hacer algunos cambios a la mansión me fastidia verla tan alegre, por eso he mandado cambiar las cortinas por unas negras y los cuadros y esculturas que hizo mi Renné los he mandado a guardar, sus dos habitaciones existentes en esta mansión las mande sellar la de soltera y la de casada, las cosas de su marido las mande a una habitación de huéspedes, y su cama esa va a ser quemada en el jardín junto con toda su ropa de cama, no quiero nada contaminado por ellos que mi Renné haya usado. Siento miradas cargadas de irá dirigidas a mi pero no me importa de ahora en adelante asi seran las cosas para los Vitalis y quien no este de acuerdo no me interesa. Porque la luz y alegria de esta casa murieron con ella.

Y enseguida voy a mi habitacion de regreso encerrandome para llorar desconsoladamente y jurando ante la foto de mi hija mayor, que no descansare hasta destruir a los causantes de su dolor y sus muertes.




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