la distancia en el amor

capitulo 7 me encuentro con ada

Narra Matteo

Nuestras miradas se encuentran, como si estuvieran entablando una conversación silenciosa. De inmediato, observo su expresión en su hermoso rostro. De repente, me abraza y me sugiere que le lleve a otro lugar. Decido llevarla a mi cabaña.

Al llegar, entramos y nos sentamos. Le pregunto qué ha sucedido y ella comienza a relatarme cada detalle. Siento una oleada de furia que me impulsa a levantarme y confrontar a ese chico, pero ella me detiene.

Con un suspiro de resignación, me siento junto a él y le pregunto por qué se encuentra aquí. Su respuesta es que ha venido con sus padres, su hermano y un amigo. A continuación, le ofrezco una bebida y ella acepta gustosamente.

Comienza a beber y, cuando le pregunto si se siente un poco mejor, me responde que sí, dejando el vaso en la mesita de noche.

Mientras comenzamos a conversar, nuestras miradas se cruzan y, de repente, me encuentro mirando sus labios, deseando besarlos. Sin previo aviso, nuestros labios se unen y comenzamos a besarnos. Al instante, acaricio sus labios con mi pulgar y noto que se pone un poco nerviosa, así que decido seguir jugando un poco más. En ese momento, estoy tan cerca de su boca que, al alzar mi pecho, se puede intuir la tensión en el aire.

Se puede intuir que, de repente, desea experimentar la dulzura de sus labios. Al alejarse de mí, la observo, como si estuviera a punto de marcharse, pero no pienso permitirlo.

“No debes jugar con el diablo, porque recibirás las consecuencias en el infierno”, le advierto.

Me acerco a sus labios y comienzo a besarla de una manera que parece insinuar un deseo de dominio. Ella solo puede emitir un suave gemido.
A continuación, me acerco suavemente a su cuello y empiezo a besarle delicadamente. Posteriormente, me deslizo hacia su ombligo, ascendiendo con lentitud. Comienzo a ofrecerle unos besos que despiertan en ella un intenso deseo por experimentar aún más.

Luego, acaricio su cintura de forma suave, provocando en ella un leve temblor de placer. Observo cómo mis besos la inundan de felicidad y deseo, mientras cierra los ojos, dejándose llevar por la sensación placentera.

En este momento, se encuentra completamente desnuda y preparada para mí, lo que me permite sentir el calor que la envuelve. Observo que se queda quieta por un instante, disfrutando de la momento más lujurioso, aunque aparenta estar algo nerviosa y emocionada al mismo tiempo. Es posible que esté pensando que será su primera experiencia conmigo, algo que tal vez haya esperado con ansias.

Ella me observa con fascinación y me coloco el preservativo. Mis manos recorren su piel, y me doy cuenta de que sus deseos crecen, ansiosos por derribar la barrera que nos separa. Nuestros labios se encuentran, humedecidos por la conexión que compartimos.

Entonces, le pregunto:

—¿Estás lista, nena? —Su mirada, colmada de deseo, me hace sentir poderoso.

—Sí, lo estoy. —Sus labios se encuentran con los míos en un cálido abrazo.

Comienzo a penetrarla con movimientos suaves que le provocan un ligero dolor; sin embargo, parece desearlo, ya que empieza a gemir. Supongo que no quiere que me detenga, lo que me impulsa a continuar hasta alcanzar nuestro clímax, con nuestras frentes unidas y respirando entrecortadamente.

Después de este momento íntimo, salgo de su interior y ella se apoya suavemente en mi pecho, donde puedo escuchar cómo su respiración vuelve a la normalidad hasta que, finalmente, se queda profundamente dormida. Aprovecho esa ocasión para levantarme, retirar el preservativo y deshacerme de él. Luego, regreso a la cama y me quedo observándola, como si de alguna manera estuviera bajo su hechizo. Reflexiono sobre cómo su personalidad y su sonrisa parecen haberme cautivado.

De repente, mis ojos se cierran y me dejo llevar por el sueño.

Recuerdos de la noche anterior emergen en mi mente; los gemidos que resonaban en mis oídos. Solo al recordarlo, una sonrisa involuntaria se dibuja en mi rostro, sin darme cuenta de que la estoy observando. Ella comienza a despertar y, al ver su carita tímida, le menciono que es hora de ducharnos. Le explico que, tras la ducha, deberá irse, ya que sus padres podrían estar preocupados. Me levanto de la cama, la tomo en brazos y la llevo al baño. Una vez dentro, entramos en la ducha y la bajo suavemente, mientras abro el grifo.

Sin embargo, la temperatura aumenta considerablemente y, de repente, me la encuentro apoyada contra la pared, compartiendo un momento íntimo.

Tras salir del baño, me visto con un pantalón corto, una camiseta y unos tenis, mientras ella se coloca la ropa que usó ayer.

Ella no es consciente de que debo contener mis impulsos para no acercarla hacia mí y besarla y disfrutar de sus labios una vez más. Me repito a mí mismo que debo resistir un poco más, pero mi autocontrol se desvanece tan pronto como sus ojos se posan en mí.

Cuando me acerco a ella, empiezo a besarla con calma, como si estuviera disfrutando del momento, ya que tengo la intuición de que algo importante está a punto de cambiar en nuestras vidas. En ese instante, escucho la voz de mi hermano Deimon desde afuera, y nos separamos de inmediato al dirigirme a abrir la puerta.
Por lo tanto, Ada recupera su compostura y se muestra más tímida al ver a mi hermano y se va de mi cabaña

Mientras Deimon me observa con una expresión que parece preguntarme sobre lo que había sucedido anteriormente, le relato lo que ocurrió ayer.

Al observar su expresión, comienza a compartirme sus experiencias, las cuales comprendo a la perfección, ya que estoy atravesando una situación similar en este momento. Seguidamente, le comunico mi decisión de luchar por Ada, reafirmando así la certeza de mis sentimientos hacia ella.

Tras conversar con Deimon, salimos de la cabaña y veo a Ada discutiendo con un chico que creo que es su hermano, por la forma en que se expresan. Justo en ese momento, aparece mi hermanita Nora, que nos cuenta algo increíble. Sin embargo, mis ojos se dirigen rápidamente hacia Ada, que se aleja por un instante, mientras su hermano se queda algo confundido. Tal vez haya sucedido algo entre ellos, pero creo que es mejor no intervenir en asuntos ajenos. Después, nos marchamos con nuestros padres.



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En el texto hay: amor, amor adolescente, humildad 100

Editado: 16.12.2024

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