Narra ada
Hoy es viernes, lo que significa que ha transcurrido toda una semana desde la última vez que reflexioné sobre mis planes. Mañana, finalmente, será el día de mi boda. Me encuentro en mi cama, sosteniendo una pequeña libreta que tenía muchas ganas de empezar a llenar con mis pensamientos y sentimientos.
Hoy tengo mucho que expresar, y lo más importante es que estoy embarazada de una niña. Ayer, la doctora confirmó a Matteo y a mí la maravillosa noticia: nuestro bebé será una niña..
Vamos a nombrarla Athenea, aunque mis padres preferían el nombre Hera. Ya he tenido una conversación con Matteo al respecto y, como era de esperar, él mostró una clara preferencia por Hera en lugar de Athenea. Por lo tanto, tomamos la decisión de utilizar dos nombres nombre que tanto nos gusta. Además, nuestra familia se encargó de organizar una hermosa fiesta de baby shower para celebrar la llegada de nuestra pequeña y nos hicieron varios regalos muy bonitos.
Una sensación extraña se apoderó de mí al darme cuenta de que mi barriga no se notaba tanto como esperaba. La doctora, con su tono tranquilizador, me explicó que esto es completamente normal en esta etapa del embarazo; sin embargo, me adelantó que en un futuro cercano mi pancita se hará más evidente. Justo cuando estaba procesando esa información, mi teléfono vibró, y al mirar la pantalla veo que era un mensaje de Matteo. Intuí que debía ser algo importante, así que, con cierto nerviosismo, abrí el mensaje. Para mi sorpresa, al hacerlo, me encontro con una imagen de un tatuaje que adornaba su brazo: era el nombre de nuestra hija. No podía dejar de sonreír al ver que había tomado esa decisión tan significativa. Pero aún había más; al fijar la vista, noté otro tatuaje en su pecho, y para mi asombro, era un tatuaje de mi rostro. Mis sentimientos se agolpaban en mi pecho, entre amor y sorpresa. La conexión que sentía en ese momento era indescriptible.
Matteo. Imagino que está a punto de compartirme algo significativo. Al abrir el mensaje, me encuentro con una imagen de un tatuaje que lleva en su brazo; es el nombre de nuestra hija, un retrato que me llena de emociones. Al observarlo más detenidamente, me doy cuenta de que también tiene otro tatuaje en el pecho, y para mi sorpresa, es un diseño que representa mi rostro.
Sin darme cuenta, las lágrimas empiezan a deslizarse por mis mejillas, tocando mis labios con su sal. En ese momento, mi impulso es escribirle de inmediato. Y así lo hago. Él responde casi al instante, con palabras que son aún más hermosas de lo que yo podría haber imaginado.
Decido simplemente enviarle una frase que sé que le encanta, una que siempre logra sacarle una sonrisa. Después de enviar el mensaje, me sumerjo en Wattpad, buscando mi historia favorita para sumergirme en sus páginas y disfrutar de la lectura.
Empiezo a leerlo con mucha concentración mientras disfruto de un pequeño bocadillo que tenía guardado en mi cajón. De repente, entra Mariam, llevando un montón de bolsas llenas de dulces que tanto me encantan. Se acerca a nosotros y me ofrece uno de ellos. Al observarla detenidamente, me doy cuenta de que está muy bien arreglada, lo que me indica que tiene planes de salir de casa.
Después de un momento, se despide, pero antes de irse, me comenta que mi hermano está en el salón. Le pido que pase, ya que me resulta un poco difícil moverme debido a la incomodidad en mi barriga. Ella asiente con la cabeza y se aleja por completo.
Hasta que mi hermano entra en la habitación, cerrando cuidadosamente la puerta tras de sí. Se dirige hacia mí con una expresión de profundo afecto, se recuesta a mi lado y, con un tono melancólico, me susurra:
—No puedo creer que mañana te cases.
Han transcurrido muchos años desde la primera vez que te llevé en mis brazos. Ahora, te preparas para ser la esposa de alguien y también la madre de una niña.
Me mira con ternura y, con un ligero brillo en sus ojos, recuerda los momentos compartidos.
—¿Recuerdas cuando te lo dije cuando eras pequeña? —pregunta, mientras yo asiento con la cabeza, evocando esos tiempos.
Me dice que ahora, estás a punto de iniciar tu propio cuento de hadas.
Evan y yo continuamos conversando hasta que el sueño comienza a apoderarse de nosotros. En un momento dado, sentí cómo él me atraía hacia su cuerpo y me envolvía con sus brazos en un suave abrazo.
A la mañana siguiente, me encuentro rodeada de mis damas de honor, quienes están dedicadas a ayudarme a culminar los últimos detalles de mi preparación. Una vez que logran terminar con todo, sus ojos se llenan de lágrimas al observarme en mi vestido, lista para unirme en matrimonio con el hombre más maravilloso que he conocido. Justo en ese instante, aparece Mariam con un hermoso ramo de flores, y al verme, su expresión de alegría revela lo mucho que también está conmovida por este momento tan especial.
Comienza a pronunciar unas palabras que me conmueven profundamente y provocan que las lágrimas broten de mis ojos. En ese momento, me atrevo a interrumpirlo y le digo que hoy es un día de alegría, que debemos centrar nuestra atención en la felicidad y que es hora de irnos. De lo contrario, Gianni podría escaparse. En un instante, decidimos marcharnos de mi casa, ya que mis padres y mi hermano ya se encuentran en la iglesia.
Con mucha rapidez, nos subimos a la limusina y el chófer arranca de inmediato, comenzando a conducir hacia la iglesia. En cuestión de un minuto, llegamos a nuestro destino. Mi padre, siempre atento, me ayuda a bajar del limusina, mientras que mis damas de honor, emocionadas y bien dispuestas, se adelantan para acompañarme en este importante momento.
En el momento en que entramos a la iglesia y nos detenemos afuera esperando que mis damas de honor y sus parejas se unan a nosotros, ahora mismo estoy caminando por los pasillos del templo, sosteniéndome del brazo de mi tío a medida que nos acercamos al altar. Mientras avanzamos, no puedo evitar notar cómo Matteo me observa con admiración en su mirada. En ese instante, mi padre, sintiendo la importancia de lo que está ocurriendo, se vuelve hacia Matteo y le dice con firmeza: