capitulo 19 nacimiento de mi princesita

Narra Matteo

Ahora que ambos continuamos abrazados, observando cómo los fuegos artificiales iluminan el cielo, me doy cuenta de lo especial que es Ada para mí. Desde el instante en que la vi por primera vez, no he podido dejar de pensar en ella. Esa misma noche, incluso soñé con su imagen; su figura se quedó grabada en mi mente. Poco a poco, comencé a experimentar lo que es el amor, y todo esto gracias a la profundidad de su mirada, que despertó en mí algo que no sabía que existía. Sentí cómo mi corazón, antes cerrado y cauteloso, empezaba a abrirse y a prepararse para amar de verdad.

Han transcurrido algunos meses desde la última vez que nos reunimos. En esta ocasión, estoy disfrutando de una cena familiar en casa de mis suegros junto a mi esposa. A lo largo de la velada, empiezo a sentir más contracciones, aunque, como de costumbre, trato de no darle demasiada importancia al asunto.

Me he dado cuenta de que la amiga de Ada y mi hermano Alonzo están coqueteando de manera bastante evidente. De hecho, él le ha puesto algunos apodos cariñosos, pero ella prefiere quedarse en silencio. Cada vez que Alonzo le pregunta cómo se encuentra, ella solo responde que está bien.

Durante la comida, observo que mi esposa comienza a mostrar signos de incomodidad. Aunque esto puede ser algo normal, me siento algo inquieto por su estado.

Continuamos disfrutando de la comida serenamente hasta que decido comentarle a mi esposa que es hora de regresar a nuestro hogar, ya que he notado que presenta algunas molestias y necesita descansar. Después de despedirnos amablemente de todos, nos dirigimos hacia la salida de la casa de mis padres. Una vez que estamos fuera, subimos al coche y comienzo a conducir hacia nuestra casa, siendo consciente de que el trayecto tomará aproximadamente una hora.

Cuando llegamos, me apresuré a ayudarla a salir del coche. Una vez que entramos en casa, nos dirigimos hacia nuestra habitación y con cuidado la ayude a sentarse en la cama. Le pedí que me trajera mi pijama, y en un abrir y cerrar de ojos, ella obedeció. En ese momento, de repente me di cuenta de que las contracciones comenzaban a intensificarse. Eran cada vez más fuertes y, de pronto, sentí que nuestra hija estaba a punto de nacer en ese instante. Fue entonces cuando ella me dijo que buscara el bolso con la ropa de nuestra pequeña. No dudo ni un segundo y lo agarro rápidamente, mientras la ayudo a levantarse de la cama para que pudiera estar en una posición más cómoda.

A continuación, abandonamos la habitación y nos dirigimos hacia la salida de nuestro hogar.

Apenas cruzamos el umbral de nuestra casa, nos subimos al coche y comienzo a conducir rumbo al hospital.

Al llegar a urgencias, de inmediato llevan a mi esposa a la sala de partos. Después de un breve periodo de espera, me llaman para entrar. Al ingresar, me colocan una bata verde que me resulta un poco incómoda, pero no le presto mucha atención. Me acerco rápidamente a mi esposa y tomo su mano con firmeza.

La doctora le indica que empuje y ella obedece sin dudarlo, pero noto en su rostro que el dolor aumenta con cada contracción. Mientras tanto, mi mano se siente más congestionada, aferrándome a la suya en señal de apoyo y solidaridad, aunque también experimento una intensa sensación de angustia por lo que está sucediendo.

Al ver la expresión de dolor en su rostro, resulta completamente intolerable para mí. Cuando la doctora me muestra a nuestra hija, siento una oleada de emociones que son difíciles de poner en palabras. Nos convertimos en los padres más felices del mundo. Finalmente, colocan a nuestra pequeña en el pecho de mi esposa, y mi corazón late con fuerza; aún me cuesta asimilar que ella está sosteniendo a nuestra princesa. Luego, mi esposa me entrega a nuestra hija, y en ese instante, mis ojos brillan de alegría al verla. La coloco cariñosamente entre mis brazos y siento cómo se acomoda en ellos de manera perfecta. Además, me doy cuenta de que Athenea parece relajarse y sentirse segura a mi lado.

Incluso su mirada se vuelve hacia mí, y en ese instante comprendo que él será la princesa de Papi. Mi esposa se queda observando una escena hermosa durante un par de horas, completamente absorta, sin que yo me dé cuenta de que la enfermera ha entrado para avisarnos que la hora de visitas ha llegado a su fin. Así que, con ternura, le doy un beso suave en su cabecita, y luego doy un beso a mi esposa antes de que me marche.
Salgo de la habitación y comencé a caminar hacia la salida del hospital. Mientras avanzaba, decido llamar a mis padres para darles la maravillosa noticia de que Athenea había nacido. Apenas marco el número, el corazón me latía con emoción y, en ese mismo instante,
En el momento en que recibo respuesta, escucho la voz de mi madre. Le cuento inmediatamente la noticia y puedo observar cómo su rostro se ilumina; un grito de alegría escapa de sus labios, lleno de felicidad y emoción. La escena se llena de un ambiente jubiloso, donde la esperanza y la alegría se entrelazan.

Hay algunas frases que expresan sentimientos profundos y bellos, y son las siguientes:

Lo mejor de mi vida ya está sucediendo refleja la idea de que en el presente se están viviendo momentos excepcionales y significativos. Esta frase encapsula la emoción de disfrutar del aquí y del ahora, reconociendo que lo valioso ya se está manifestando en la vida.

No sabía lo que era el amor hasta que te tuve contra mi pecho transmite la revelación que se experimenta al verdadero amor. La cercanía física y emocional con esa persona especial provoca un cambio radical en la percepción de lo que significa amar y ser amado.

Nunca había tenido las manos tan ocupadas ni el corazón tan lleno de amor expresa cómo la conexión con esa persona no solo ocupa el tiempo y las acciones, sino que también llena el corazón de una manera que antes no se había experimentado. Es una celebración de la plenitud emocional.