La diva del mafioso

Capítulo: 5

Liam

Bebo el trago que acabo de servirme de un golpe y lanzo el vaso contra la pared, nunca había conocido a una mujer que despertara tanto deseo y al mismo tiempo ira dentro de mí, sabe hacerme enfadar y lo peor es que no mido mis fuerzas con ella, a veces hasta pienso que le haré daño, coloco las manos sobre la mesa intentando calmarme, nunca he hecho daño a una mujer, pero ella despierta lo peor en mí, miro mi reloj y bufo, lleva demasiado tiempo en el baño y hoy tengo mi reunión con Serguéi, la cual ya no puedo posponer y ya casi cae la noche, cuando escucho el sonido de la puerta me giro hacia ella, la cual camina como si no le importara que está en ropa interior.

—¿Dónde está mi ropa? —se cruza de brazos y debo obligar a mis ojos apartar la mirada de sus pechos

—Mientras estés aquí en esta casa te pondrás un uniforme —señalo hacia la cama, ella va hacia la ropa de color rojo que está sobre esta —siempre que llegues te cambiarás y

—¿Es una broma? —me mira luego de mirar la ropa —no usaré esto

—¿Qué tiene de malo? —sonrío

—Que ya para usar esto mejor me quedo desnuda

—Puedes hacerlo, tu idea no me desagrada —ella bufa mirándome incrédula, luego vuelve la mirada a la falda en sus manos, la cual si tiene una cuarta de largo es decir mucho, lanza esta sobre la cama y toma la blusa corta y que sé que le quedará ajustada, sonrío imaginándola con la ropa, pero debo borrar la imagen de mi cabeza para no hacer el ridículo, ella me mira.

—Abusas —dice mirando mis ojos y sonrío acercándome a ella

—Me has humillado por segunda vez y me has dejado en ridículo —dejo claro sin dejar de mirarla

—William

—Y sigues llamándome así solo para molestarme —aprieto mis puños deteniéndome a escasos centímetros de su cuerpo —así que tu castigo será estar toda una semana aquí en esta casa trabajando para mi Rachel, no irás a la empresa, tu trabajo será aquí haciendo lo que yo pida —sus ojos se abren como platos

—Debo ir a la empresa

—Diré que tomaste unas breves vacaciones —sonrío viendo su incredulidad

—Pero tendré que ir a mi casa en algún momento, tengo cosas que atender y no estaré toda una semana aquí —río

—Oh no —tomo un mechón de su cabello —no te preocupes —llevo este a mi nariz y joder, no entiendo por qué tiene que oler tan bien —no creas que voy a compartir mi comida contigo, menos una de mis habitaciones —sus cejas se alzan y sonrío —irás a tu casa y vendrás, dormirás allá y por supuesto comerás en tu casa.

—Qué amable de tu parte —ella sonríe enojada

—¿No era acaso lo que querías? —me pierdo en sus ojos cuando se acerca más a mí y debo tragar en seco

—¿Te molestó que dijera que te habías enamorado de mí? —sonríe —no lo dije por mal, no me sorprende, no eres el primero y dudo que seas el último —Rachel se aleja dejándome como estúpido y paso una mano por mi rostro

—Qué orgullosa eres, pero no, no me molesta que dijeras eso sobre mi Rachel aunque lo único que quiero con todo esto es humillarte como lo has hecho conmigo, no esperes nada más por mi parte —camino rápido hacia la puerta, pero antes de salir me giro hacia ella —vístete y baja, te diré las tareas que harás hoy

—Es ya bastante tarde

—Las cuales debes terminar —la ignoro —antes de que yo vuelva, tengo una reunión importante, volveré en dos horas y será entonces que puedas ir a tu casa —ella bufa —baja en cinco minutos —salgo de la habitación dando un suspiro.

—Ya debemos irnos —comenta Samir que me mira con cara de pocos amigos, asiento

—Ya casi, le daré unas tareas a mi invitada —sonrío haciéndolo bufar

—Liam no sé que pretendes, pero te arriesgas al traer a esa mujer aquí y mira, ya vamos tarde a nuestra reunión porque —su voz se apaga mirando hacia mi espalda, mi ceño se frunce y volteo quedando con la boca abierta al hacerlo, Rachel baja las escaleras con el uniforme que le di puesto o al menos con la falda porque solo va en sujetador, falda que no deja mucho a la imaginación, ya que es corta, muy corta y hace que mi cuerpo reaccione dejándome una vez más como estúpido y ella sonríe sabiendo lo que ocasiona.

—Espérame fuera —ordeno a Samir, pero al mirarlo este está embobado mirándola —Samir —gruño y es rápido entonces en darse la vuelta, choca contra la puerta al intentar abrir esta y tenso mi mandíbula, Rachel ríe y la miro, moriré de celos si todos mis hombres la van a mirar así por lo que los trabajos que tenía en mente quedarán aplazados, no puedo dejar que salga de esta casa así vestida.

—¿En mi tiempo libre puedo ver a Samir? —ella se acerca a mí —tienes buenos hombres William —aprieto mis dientes

—La blusa

—No era mi tipo —bufa, carraspeo un poco

—Quiero que limpies toda la casa, no quiero ver ni un poco de polvo en ella y eso implica el sótano también —ella asiente —y tienes prohibido salir de esta casa, recuerda que hay cámaras que te vigilan —señalo estas que están en el techo y rápido me alejo de ella y salgo de la casa, subo a mi auto con su imagen clavada en mi cabeza.

—Entiendo tu obsesión —suspira Samir haciendo que lo mire mal

—Cállate o te pegaré un tiro —saco mi teléfono y envío un rápido mensaje a quien me fabricó el uniforme diciendo que necesito otro más largo y claro, más ancho.

Los autos se detienen frente a la casa en donde veremos a Serguéi y bajo del auto mirando esta, las luces están prendidas y camino hacia el lugar con mis hombres siguiéndome, al abrir la puerta entramos despacio y mi mirada va hacia el hombre que está de espaldas a mí sentado en una silla con la cabeza gacha, todo está demasiado raro y mientras mis hombres se dispersan para revisar la casa voy hacia el sujeto, el cual identifico como Serguéi cuando me detengo frente a él y aprieto mis dientes mirando los disparos que tiene en su pecho, miro el papel que hay sobre sus piernas y que dice mi nombre y tomo este.

—Pronto estarás como tu socio —leo la nota en voz alta —muerto y en el infierno —arrugo el papel con rabia.



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En el texto hay: mafia, amor, jefe-empleada

Editado: 02.12.2024

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