Rachel
Luego de pasear por toda la casa o al menos por los lugares que no estaban cerrados con llave bajo al sótano, bufo al ver que este si está bien sucio, la casa estaba limpia, no he tenido que hacer nada, bueno de todas formas no lo iba a hacer, miro el sótano alzando una ceja y mis ojos se abren como platos al ver una rata pasar corriendo frente a mí, soy rápida en salir de ese lugar dando un portazo y respiro tranquila una vez fuera, Liam está loco si cree que volveré a entrar ahí. Camino por el pasillo viendo las pinturas que hay en las paredes, hasta ahora no he visto fotos familiares ni siquiera fotos de Liam solo, me detengo al llegar a la cocina y sonrío al ver a dos empleadas ahí que cuando voltean a mí se quedan con la boca abierta.
—¿Desea algo? —una de ellas pregunta y asiento
—Un poco de agua —ella es rápida en buscar mi agua y dejar el vaso frente a mí, tomo este sin dejar de mirarlas
—¿Algo más? —pregunta la otra y la miro
—No tienen que servirme, según Liam soy una empleada más aquí —tomo asiento sonriendo
—En realidad Liam nos mandó a cuidar de usted —mi ceño se frunce mirando a la mujer
—¿Cuidar o vigilar?
—Las cámaras vigilan —asiento, me había olvidado de estas —mañana tendrá otro uniforme —alzo una ceja
—¿Por qué? ¿A Liam no le gustó este? —mi sonrisa se amplía y ellas sonríen —usted lo hizo
—Solo lo hice como él pidió
—¿Y cómo lo pidió ahora? —ellas se miran entre sí, cuando la mujer iba a hablar entra un hombre corriendo a la casa, uno que antes de hablar se queda sin habla mirándome y luego sacude la cabeza
—Deben preparar la habitación del doctor —comunica a la mujer y ambas salen corriendo junto con él, bufo sin entender nada y salgo de la cocina, observo todo confundida viendo como los empleados corren de un lado al otro y fuera se escuchan gritos al dar órdenes.
—Espera —tomo el brazo de la mujer con la que hablaba en la cocina al verla salir de una habitación —¿Qué sucede? —ella respira hondo intentando calmar su respiración
—Han herido al jefe —responde y suelto su brazo, rápido la mujer sigue su camino mientas me quedo estática en mi lugar sin saber que hacer, por los gritos y los movimientos parece ser algo serio y con el corazón a mil me precipito hacia la habitación, comienzo a revisar esta buscando mi ropa, la cual encuentro limpia dentro de un clóset, tomo mi ropa, pero me quedo ahí mirando la de Liam.
—Señorita Jhonson —miro hacia la puerta al escuchar que me llaman, hay un hombre ahí que está mirando hacia el suelo —cámbiese, la llevaré a su casa.
—¿Y Liam?
—Son sus órdenes señorita, mi nombre es Armando, debe acompañarme, la espero fuera —él sale rápido sin mirarme y suspiro comenzando a quitarme la ropa que traigo.
Una vez que estoy vestida con mi ropa salgo de la habitación, el tal Armando entonces mira mis ojos para luego comenzar a caminar, pero al ver que no le sigo se detiene y me mira.
—Tengo órdenes de llevarla a su casa señorita
—¿Liam está bien? —él no responde —¿está muerto? —su rostro sigue sin mostrarme alguna indicación de algo —joder diga algo —él suspira.
—No puedo hablar con usted del jefe
—¿Tampoco mirarme con el uniforme que él mandó a hacer para mí? —me cruzo de brazos, él sigue sin inmutarse
—Tampoco señorita, por esa razón no lo usará más —él da un paso hacia mí —debemos irnos ya
—No me iré de aquí sin saber algo de Liam
—Solo debe saber que mañana un auto la estará esperando fuera de su casa a las 6 y la traerá aquí —asiento —eso es todo y ahora debo llevarla a su casa aunque usted no quiera irse —sé lo que eso significa y bufo.
—Si debo venir mañana quiere decir que el maldito está vivo —me acerco a Armando —dígale que qué lástima que no murió hoy —paso por su lado y me alejo de él sintiendo sus pasos tras de mí.
Abro la puerta de mi apartamento y entro, pero las llaves caen de mis manos al ver al hombre que está dentro, maldigo en voz alta llevando una mano a mi corazón mirándolo enojada, mi tío solo sonríe.
—Deberías entregarme la llave —hablo caminando hacia la cocina, él me sigue
—Sabes que no haré eso
—Ya mi vida no corre peligro Carlo —lo miro —estoy bien y no me gusta que entres así
—Rachel es bastante tarde y vine a verte, no me respondías, pensé que estarías mal y entré
—Estoy bien —bufo —habla con mi psicóloga si no me crees
—No dejaré de venir —dice con calma y me sirvo un poco de vino, luego volteo a verle sabiendo que lo he tratado mal cuando solo se preocupa
—Perdón —camino hacia la sala —tuve un mal día
—¿Quieres contarme? —me siento en el sofá dando un suspiro
—Un nuevo jefe, es un imbécil —bebo de la copa de vino mirando la pantalla que tengo en frente, Carlo se sienta a mi lado.
—¿Qué pasa? —miro sus ojos
—Preguntó por mis padres, mi pasado, quiere saber más de mí —respiro hondo dejando la copa en la mesita de enfrente
—Es más que tu jefe ¿verdad? —no lo miro
—Me acosté con él en mi cumpleaños, tenías razón, no debí hacer esa fiesta en un club y dejar que entrara cualquiera —miro sus ojos, él asiente y ahora me arrepiento de haber hecho esa maldita fiesta
—¿Puedo hacer algo? —niego con la cabeza
—No, déjamelo a mí
—Si necesitas mi ayuda puedo hacer algo, si te molesta mucho, dímelo —Carlo lleva una mano a mi rostro y sonrío
—Descuida, solo es un hombre orgulloso al que herí el ego —él sonríe
—Ya lo imagino —suspira —¿y ese hombre no te interesa para algo más?
—Basta Carlo, sabes que no —lo miro enfadada y él ríe
—Bien, me rindo —levanta sus manos —Laura está enfadada, no fuiste a cenar aquel día, no has ido —resoplo
—Lo lamento
—¿Ya cenaste? —niego con la cabeza aunque ni siquiera tengo hambre —¿por qué no vas ahora y comes algo?
—Verá que no estoy bien y se va a preocupar
—Con más razón —él se pone de pie —tengo dos nietos que no te dejarán pensar en otra cosa que no sea amarrarlos a una silla —río a carcajadas