Liam
Nunca había sentido tantas ganas de que el tiempo pasara rápido, ya ni siquiera me importa el dolor en mi pierna y menos el de la herida en mi brazo, miro las pastillas que el doctor me dio para el dolor, pero lo que menos quiero es estar drogado, observo mi teléfono viendo la ubicación de Rachel, la cual al parecer ya traen para acá y sonrío, al fin podré verla, miro mi reloj, le dije que debía estar lista a las 6 y son las ocho, creo que ella nunca cambiará, levanto la mirada de mi teléfono cuando Samir entra a mi habitación y este se acerca a mi cama en donde estoy.
—No pudimos sacar nada de esa casa, todo se destruyó, no sabemos quiénes nos atacaron —respiro hondo
—Mataron a casi todos los hombres, debemos encontrarlos
—Quizás fue tu padre —niego con la cabeza
—Dejé a mi padre sin dinero y sin hombres Samir, él no fue, pero quien haya sido sabía mucho sobre nosotros, sabía que iríamos a ese lugar —Samir se queda pensativo
—Crees que hay un topo —asiento con lentitud
—Así es y si tengo razón es solo cuestión de tiempo para que ataquen esta casa, debemos estar listos para eso
—O quizás el topo no sabe la ubicación de este lugar —mi ceño se frunce
—Solo las empleadas que viven aquí y los guardias que no se mueven de esta casa no saben la ubicación —él asiente —investiga y mantenlos a todos vigilados
—Rachel tampoco sabe la ubicación de esta casa y sabía lo de la reunión —entrecierro mis ojos mirándolo
—No sigas por ahí Samir
—Esa mujer no es de fiar Liam, su tío o lo que sea de ella ese hombre es el gobernador, el cual odia a los que trafican armas como tú
—Ella no sabe nada —lo señalo —tengo un enemigo, no sé quien es y viene a por mí, prepara a dos de tus mejores hombres de confianza para que cuiden todo el tiempo de Rachel —él bufa —y quiero que coloquen cámaras en su apartamento, quiero saber todo lo que hace cuando no está aquí —miro mi teléfono y sonrío —ahora vete, mi diva ha llegado.
—Te arriesgas mucho con ella y sabes que hay personas a las que no le va a gustar verte así con una mujer, acaso Rachel ya sabe que tú
—No —callo sus palabras mirando sus ojos —no lo sabe y por ahora no lo sabrá y para todos ella solo es una mujer más a la que meto en mi cama, ¿quedó claro? —él asiente con lentitud —Ahora vete.
Me acomodo en la cama y arreglo mi ropa esperando que entre en cualquier momento por la puerta y cuando lo hace sonrío, alzo una ceja viendo que ya trae puesto su nuevo uniforme y Armando sale de la habitación dejándome solo con ella.
—Tus hombres son unos brutos —dice pasando las manos por su cabello —me despeinan William —ruedo los ojos —dime por qué deben poner algo en mi cabeza —se cruza de brazos y odio solo escuchar quejas, ¿no ve acaso que estoy herido en una cama?
—No debes saber dónde vivo
—Claro que no, le diría a la policía —sonríe
—¿No vas a preguntar cómo estoy? —alzo mis cejas
—Cambiaste mi uniforme, este está muy feo William, es ancho y largo y negro —bufa
—Rachel
—¿Si no pregunto cómo estás no te da entender que quizás es que no quiero saber y que tampoco me importa? —alza una de sus perfectas cejas y debo apretar mis dientes para no ofenderla.
—No limpiaste la casa ayer —ella sonríe
—Si revisas bien verás que no hay ni un poco de polvo en ella
—No lo hay porque no lo había Rachel, te vi en las cámaras y solo paseaste por los pasillos sin hacer nada
—Es que estaba limpia William —tenso mi mandíbula sin dejar de mirar sus ojos, mi paciencia tiene límites y aunque ella me encanta le haré ver eso.
—El sótano
—No pienso bajar ahí, hay ratas —sonrío y envío un rápido mensaje a Armando.
—Pues bajarás y no saldrás hasta que no esté todo tan limpio que yo pueda hasta comer en el suelo
—Antes muerta
—Como quieras —Armando entra a la habitación y le hago una señal, Rachel grita y lo golpea cuando este la toma en sus brazos, pero sin nada de esfuerzo él la coloca en su hombro y sale de la habitación, comienzo a reír, estará todo el día en ese sótano por no ser obediente como quiero, espero unos pocos segundos y luego miro mi teléfono, busco en él las cámaras que tengo en el sótano y sonrío viendo la imagen, Armando la deja en el suelo y ella le da un puñetazo, sobo mi mejilla, Dios, hasta a mí me dolió, este solo la deja ahí y sale aunque sé que tenía ganas de matarla, me quedo mirando la cámara sonriendo viendo que no se mueve de donde está y bufo apagando el teléfono, al parecer estará horas ahí.
Las horas pasan rápido y he estado todo el día sin verla de cerca, sin sentir su olor, así que sin poder aguantar más y usando unas muletas voy hacia el sótano, con cuidado entro a este y me detengo en la entrada, quería recibir una sorpresa bonita y por eso no había mirado en todo el día las cámaras, pero solo veo el mismo sótano sucio de antes, Rachel que no ha comido nada en todo el día está sentada en una silla, lo único que ha limpiado y sonríe al verme, aprieto las muletas yendo hacia ella.
—No has hecho nada —farfullo tomando una silla y dejándola frente a ella, me siento y miro sus ojos.
—Estuve horas desinfectando esta silla William y dices eso —bufa haciéndose la ofendida —las muletas te hacen ver débil —aprieto mis dientes —¿qué pasó? ¿Alguien mejor que tú te dio duros golpes? —ríe —ayer te mandé a decir que esperaba que estuvieras muerto, fue una lástima llegar y verte tan bien —mira mis ojos.
—Puedo hacer que duermas aquí Rachel y de noche hay tantas ratas —sonrío —aunque ahora mismo solo me dan ganas de darte a mis hombres para que hagan lo que quieran contigo —su rostro pierde color —algunos hace mucho que no están con una mujer como tú.
—William
—No me llames así por favor —mascullo apretando fuerte mis puños
—Es tu nombre —ella sonríe, ¿acaso mis amenazas no le interesan? —debes odiar a tu padre mucho, sin embargo, odias su nombre, pero no cambiaste nunca de nombre y sigues usando su apellido —me mira interesada —déjame adivinar —ella se inclina hacia mí dándome una hermosa vista de sus senos y sé que lo hace a propósito —si lo cambiabas cuando hablaran de ti él no sabría de quién hablaban, en cambio, lo mantienes para que cada vez que mencionen uno de tus logros él sepa que es su hijo quien está detrás de eso —sonrío, tiene tanta razón.