Rachel
Carlo camina de un lado de la habitación al otro mientras habla por teléfono, está tenso y muy enfadado, parece a punto de estallar y sé que solo se contiene por mí, permanezco sentada en la cama mirándole, pero solo tengo ganas de estar sola y dormir, me gustaría olvidar lo que acaba de pasar, pero es casi imposible, no sé en donde está Ian, pero no quiero volver a verle en mi vida, Carlo habla con alguien sobre cambiar las cerraduras como si hubiese leído mi mente y cuando cuelga el teléfono que me mira trato de sonreírle, él no se merece al hijo que tiene.
—Juro que no lo dejaré poner un pie en mi casa —asegura caminando hacia mí y niego —le mataré si le vuelvo a ver
—Es tu hijo
—Lo que hizo no tiene perdón —masculla con odio sentándose frente a mí —Rachel debiste decirme antes lo que pasaba
—Lo sé —suspiro —pero es tu hijo
—Es un bastardo —él toma mis manos con cariño —debiste decirlo
—Ustedes me han dado amor y cariño —miro sus ojos —han sido unos padres maravillosos para mí —mis ojos se llenan de lágrimas —Carlo no quería romper tu familia
—Aquí el único que está rompiendo algo es Ian —sus manos aprietan las mías —cruzó unos límites que ningún hombre debe cruzar.
—Quizás es mi culpa —musito sin mirarle —quizás le provoqué sin darme cuenta y
—¡Basta! —alza la voz y luego toma mi mentón y hace que le mire —no digas eso Rachel, sabes de sobra que no había razones para lo que él hizo, no es tu culpa, deja de pensar eso —Carlo sonríe, pero se nota que sigue muy enfadado.
—Quiero estar sola —pido, pero él niega rápido —voy a estar bien, solo necesito descansar
—Rachel
—Estaré bien, lo juro —él se queda largos segundos mirando mis ojos hasta que asiente.
—Si haces algo
—Juro que no —le sonrío —Carlo no tengo 16 años ni 20 y además —suspiro —no te haría eso a ti luego de tanto —él me sonríe.
—Más te vale —se acerca a mí y besa con cariño mi frente, sonrío —Laura vendrá en la noche —susurra dejando otro beso en mi mejilla.
—No tienen que
—No está en discusión —asiento y él se aleja de mí entonces, veo como sale de la habitación dudando de si hacerlo o no y cuando escucho la puerta de la entrada salgo de la cama, camino hacia la cocina y busco una botella de vino, luego vuelvo a mi habitación con esta y una copa en mi mano, me siento en la cama y saco de un cajón las pastillas para dormir, hoy las necesito más que nunca, niego al coger una en mis manos y echo otra dando un suspiro, luego me sirvo un poco de vino y me tomo ambas pastillas con este, estoy segura de que dormiré sin recordar nada.
★★★
Liam
Maldigo al intentar llamarla una vez más y paso las manos por mi rostro, mi estómago se retuerce una vez más y golpeo la mesa con mi mano, hija de puta, no sé que demonios le echó al desayuno, pero he pasado todo el maldito día corriendo hacia el baño como un bebé, incluso he tenido que salir de reuniones importantes pidiendo perdón solo para ir al baño, bebo un poco de agua lanzando lejos mi teléfono y me pongo de pie, ya no tengo nada más que hacer en esta empresa y solo cuento los segundos que faltan para mañana, para poder verla aunque no sé que hacerle, le pegaría un tiro si no fuera tan bella.
—Liam —Samir me detiene antes de subir a mi auto, suspiro y le miro —¿ya estás bien?
—No —gruño —no he podido comer nada en el maldito día y no he salido tampoco del baño —él sonríe, pero al ver mi rostro deja de hacerlo —quiero ya llegar a la casa.
—Puse las cámaras que pediste en su apartamento —asiento
—No me hables de ella o iré a matarla
—Debes ver esto —él saca su teléfono y lo deja en mis manos, miro el video frunciendo el ceño y siento como la sangre me hierve de la ira que ahora mismo siento.
—¿Quién es el que va a morir hoy? —lo miro apretando fuerte el teléfono.
—No se ve bien, aún no sabemos —tenso mi mandíbula
—¿Y los hombres que puse fuera del edificio?
—No escucharon nada, estaban muy lejos
—Eso es porque debían estar cerca de su apartamento —le entrego el teléfono y paso las manos por mi ropa sin saber bien como actuar —iremos a su apartamento
—Liam
—Necesito verla —dejo claro y subo al auto, alguien se atrevió a ponerle una mano encima sin su consentimiento, alguien se atrevió a pegarle, le hizo daño, la maltrató, aprieto mis dientes con rabia intentando calmarme y le pido una vez más el teléfono a Samir, busco las grabaciones en las cámaras de su casa, observo a mi diva en vivo, ella está bebiendo vino mirando la pared de enfrente sin hacer nada, bufo y apago el teléfono.
Uno de mis hombres abre la puerta del apartamento y entro en silencio a este dejándolos a todos fuera, camino por el lugar y me detengo en su habitación, dando un suspiro entro a esta encontrándola dormida en la cama, me acerco a su cama y tomo el frasco de pastillas que tiene ahí y que al parecer son para dormir, echo este en el bolsillo de mi pantalón y luego me siento a su lado, levanto mi mano y toco su brazo con cuidado.
—¡No!, déjame —ella se aleja rápido de mí y su mirada impacta con la mía —William —murmura y sonrío, ya se adaptó a llamarme así.
—Hola diva, estuve odiándote todo el día —me mira estupefacta
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? —ella sale de la cama
—Rachel no te haré daño —suspiro poniéndome de pie
—¡Vete de aquí! —ella señala la puerta, sus manos tiemblan y está algo pálida, sonrío negando.
—Me iré cuando me digas el nombre del que quiso hacerte daño —me mira incrédula —¿quien intentó abusar de ti? —hay desconcierto en sus ojos y luego estos se abren como platos
—¿Como sabes eso? Acaso tú —ella mira hacia todos lados —¿tienes cámaras?
—Rachel
—¡Eres un enfermo! —me grita yendo hacia la puerta —un maldito enfermo, ¿cómo te atreves a violar así mi intimidad? —intenta salir de la habitación, pero soy más rápido y con una mano cierro de golpe la puerta, ella queda de espaldas a mí y la acorralo con la puerta notando como respira con dificultad.