La Doble Vida De Noa

Dosis De Realidad. II

—Niña estúpida, yo soy tu dueño, me debes esta vida y parte de la otra y, ¿Crees que con un sueldo mediocre vas a saldar tu deuda.

Tembló de ira ante lo dicho por ese hombre, ya no estaba tras su escritorio. Ahora la sostenía con fuerza del cuello, abrió sus ojos y la expresión de aquel hombre la aterrorizó, si no le soltaba rápido ella creía iba a morir.

—Sueltame —dijo con voz gutural apenas audible, comenzó a clavar las uñas en las manos de Fabrizio pero este no mostró ni un apice en querer detenerse.

Repentinamente la soltó, Noa se sostuvo el cuello con ambas manos, respiraba y tosia con desespero su pecho subió y bajó urgido del preciado oxígeno —¡Estas loco! —exclamó ella aún jadeando sus pulmones reclamaban el preciado oxigeno.

—No te vuelvas a querer pasar de lista Noa, o la próxima no tendré compasión contigo pequeña zorra, ¿pensaste que te desharias de mi? —dijo él irrisorio caminando a su escritorio para tomar un puro de una caja de madera—, déjame explicarte unas cosas Azul, no acabé contigo porque me debes niña, me debes y te falta mucho por pagar los gastos de tu madrecita. Cosa que de nada sirvió pues la inútil no resistió patético. —Dijo fabrizio hastiado.

—¡A mí madre no la menciones con tu asquerosa boca! —replicó la morena abalanzandose a Fabrizio asestando una bofetada en la pálida mejilla de aquel hombre, el golpe hizo que este arrojara el puro al suelo.

Fabrizio tomó a Noa de la muñeca, llevó a la chica   hasta pegar su espalda a la pared con brusquedad haciéndole quitarse de dolor —vuelves a tocarme y ese precioso rostro tuyo será estropeado con unos cuantos hematomas Noa. —Habló él ejerciendo más fuerza en su agarre en la delgada muñeca de la chica.

—Ya déjame en paz. —Se quejó ella jadeando del dolor en sus muñecas.

—Tú sabes que hacer linda, también sabes que pasará si no vuelves.

—A Cameron déjala fuera de esto Fabrizio. —reprochò Noa llena de colera e impotencia, se sintió atada de manos. Aceptó ir al club Caleidoscopio por amenzas de Fabrizio, de no volver Cameron pagaría las consecuencias.


—Tú sabes que hacer, vuelve conmigo y Caleidoscopio no perderá a nuestra hermosa Violet. —Dijo con simpleza.

—Eres despreciable, eres un...


—Un nada primor, tú decides. —Respondió Fabio despreocúpado encendiendo otro puro.

—Te odio. —Susurró molesta.

—Tú solo vienes aquí cada fin de semana, mueves las caderas y te largas ¿No es muy difícil lo que pido, o si Noa? —cuestionó el pelinegro ignorando el insulto.
 

—¿Ya puedo irme? —dijo sarcástica cruzandose de brazos —. ¿O su majestad quiere algo más?

—Alistate en una hora tienes una presentación privada.

—¡¿Qué?! —dijo ella incrédula.

—Lo que escuchaste —habló él con simpleza tirando las cenizas del puro—, ponte sexy, uno de los asiáticos quedo con ganas de más y pago por ti.

—¡No lo haré! —refutó Noa con altivez.

—Entonces atente a las consecuencias. —Respondió Fabrizio luego de dar una calada a su puro.

—¡Maldita sea la hora en la que te conocí! —gritó Noa colerica, para acto seguido cerrar la puerta ocasionando un sonoro golpe por el portazo.

Fabrizio ríó sardonico ante la rabieta de Noa. —Tan linda y tan grosera. —Dijo botando el humo de su puro.

•••

—Si lloras arruinaras tu maquillaje. —Habló una chica castaña de cabello rizado, piel trigueña y hermosos ojos ámbar.

—No importa, de todas maneras bajo la máscara no se verá. —Respondió Noa sin voltearse a través del espejo vió a la castaña de rebeldes rizos.

—Pensé que no volverías Noa, Cristal corrió el rumor de tu renuncia. —Dijo la recién llegada tomando asiento en una aterciopelada butaca roja.

—Pues aquí estoy Layla, aún Fabrizio no quita el grillete de mi tobillo. —Dijo Noa con desgano intentando sonar graciosa.

—Ven yo te ayudo  —Layla giró la silla de Noa, para luego quitarle la brocha de la mano de la deprimida muchacha—, te está quedando muy marcado todo eso hará que parezcas un arlequín, vamos Noa no eres una principiante. —Reprochó Layla dando unos cuantos toques con la brocha en el rostro de la morena.

—Gracias. —Musitó Noa sin agregar más.

—Oye ¿Qué haces alistandote a esta hora? Es muy temprano, el club no abre hasta dentro de un par de horas —preguntó Layla poniendo gloss en los labios de la morena.

—¿Ya estoy lista?

—Si Azulita ya  estas  más que lista. —Respondió Layla con una sonrisa en sus labios girando a la chica para que está se mirara al espejo.

—Perfecto —Noa se miró al espejo en efecto comprobando el magnífico trabajo de Layla—, quedó precioso Layla.

Tomó el antifaz para luego colocarselo con cuidado de no estropear su maquillaje.

—Ya debo irme muchas gracias por tu ayuda, respondiendo a tu pregunta tengo un show privado. —Musitó con desinterés.

—Bueno, suerte preciosa.

Hizo un gesto con su mano para despedirse de la castaña.

•••

Apagó el celular, no quería interrupción alguna,  esperó este momento durante dias, sirvió un trago de whisky no era de tomar pero la ocasión lo ameritó.

El escenario se iluminó seguido de una melodía que inspiraba erotismo y sensualidad. Centró su atención en la bailarina que apareció bajo la plataforma, aquella mujer y sus movimientos eran atrayentes quería estar más cerca.

—Azul  —susurró Takeru acabando todo el trago del vaso—, está noche no escaparas.

Se movió de manera mecánica la rutina ya la sabía de memoria, solo quería que el tiempo acabase para irse. Ese hombre podía descubrirla en cualquier momento. «Solo debes hacer tu trabajo, no acercarme mucho y esperar que no sea como la última vez» pensó la morena mientras se contorsionó  en el tubo de poledance, llegó a cierta altura estirando sus torneadas piernas.

Takeru sonrió fascinado, esa mujer lo dejó hechizado. Él hizo ademan a la bailarina para que está se acercase una vez el número hubo finalizado.




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