La Doble Vida De Noa

¿Enamorada Del Iceberg?

 

Sus párpados se sintieron pesados, eran más de las cuatro de la mañana. Bostezó para luego volver a meter el teléfono celular al bolsillo de su sudadera.

—Carajo Noa —bufó con fastidio la morena dando otro largo bostezo, dió un brinco en cuanto la luz se encendió—, ¿Pero qué demonios...? —prorrumpió la morena  sorprendida sabiéndose descubierta.

—Señorita Pérez estás no son horas de llegar. —Reprochó una voz conocida por Noa.

—¡Betany! —exclamó la morena sin saber que hacer, o decir al ama de llaves.

—Espero una explicación lógica señorita, ya va más de una ocasión, dónde usted llega a esta hora. —Dijo el ama de llaves de manera acusadora.

«Noa piensa, piensa algo y que sea rápido», dijo en su mente a punto del colapso   buscando una explicación coherente, no sabía que hacer solo quería poner la cabeza en la almohada y dormir.

—¿Y bien? —volvió el ama de llaves a preguntar cruzandose de brazos.

—Betany vivo muy, pero que muy lejos y madrugo para llegar a tiempo —explicó la morena tratando de sonar lo más convincente posible, pero también algo dramática.

—Entiendo, pero ¿Por qué no le pidió al chófer que la pasara buscando Noa? —cuestionó Betany suavizando  su voz ante lo dicho por la muchacha.

«Diablos» pensó frustrada. —No Betany vivo en Harlem, usted quizás no esté bien ubicada porque viene de Alemania, pero el barrio donde vivo queda a casi tres horas de Hudson Valley.

Noa rogó porque Betany dejase de hacer preguntas y se convenciera con su explicación, ella solo quería dormír para reponer sus energías un poco.

—Entiendo —habló Betany aparentemente creyendo en el argumento de la niñera—, bueno es aún muy temprano, ve a tu habitación y duerme niña, traes una cara terrible. —Dijo el ama de llaves apagando la luz de la cocina.

Noa quedó sola a oscuras «obvio tengo una cara horrible, no he pegado el ojo parezco mapache», pensó la morena soltándo otro bostezo caminando con parsimonia a su habitación.

•••

En automático preparó el lonche de Luna, aparentemente la niña hoy tendría una excursión en el museo de Nueva York, la actividad tenía a la pequeña brincando de la emoción. Pero Noa no estaba igual.

—Noa tu cara no se ve nada bien —dijo Lilly cortando la fruta para la ensalada de la pequeña niña—, Betany me contó que llegaste a las cuatro de la mañana. —Dijo Lilly con asombro.  

—Si decidí madrugar para llegar a tiempo. —Dijo la morena sin quitar la vista de de lo que estaba haciendo.

—Señorita yo no tengo problemas en buscarla, después de todo es parte de mis labores como chofer de la familia Von Parker. —Dijo el chófer que tomaba una taza de café junto a Lilly.

—No te preocupes Nicky vivo muy lejos, además si en mi barrió ven ese auto buscarme no te aseguro salga entero. —Rió  Noa cerrando la ensalada de frutas que Lily acababa de entregarle para guardarla en la lonchera de Luna. .

—Justo cómo a Luna le gusta, nada verde. —Dijo Lilly riendo recordando las excentricidades de la pequeña peculiar.

—Perfecto Lilly. —Agradeció Noa pues ella acompañaría a Luna en su excursión al museo por petición del señor Alexander, no entendió porque quería que fuera con la niña, pero tampoco se animó a preguntar su trabajo era cuidar a la niña, no hacer preguntas.

—Noa, cariño necesito lleves un analgésico y una taza de café al estudio del señor Von Parker, yo lo haría pero debo estar al tanto del paquete que Alexander mandó a traer de Alemania.

—Si Betany yo voy.

Noa tomó la bandeja de manos del ama de llaves,

En su fuero interno la morena reía, seguramente su jefe él refrigerador alemán, tenía resaca por beber demás en el club Caleidoscopio. Subió a la segunda planta allí estaba el estudio de su jefe al llegar tocó la puerta un par de veces al recibir la autorización de Alexander la niñera entró empujando un poco la puerta para su fortuna estaba abierta.

—Buenos días señor Alexander, Betany me pidió que le trajera esto. —Habló Noa alzando un poco la pequeña bandeja con la taza de café y un par de píldoras.

—Gracias realmente los necesito, anoche trabajé hasta tarde y al parecer mi cabeza lo reciente. —Dijo el rubio tragando el par de analgésicos, para luego ingerir un poco de café.

—Entiendo señor Alexander —«mentiroso se dónde estuvo anoche refri embustero»—, ¿Necesita algo más señor Alexander?

—No muchas gracias Nos, por cierto ¿Por qué no vino Betany a traerme el analgésico?

—Bueno ella me envió a traer su café porque espera una entrega que usted pidió.

—Ah si lo había olvidado, bueno al menos ya ese paquete está en camino es algo muy importante para Luna, espero llegue cuando ella esté en la excursión.

—Entiendo, bueno si no necesita nada más me retiro señor Alexander.

—Espere un momento —habló Alexander deteniendo a la morena—, ayer no se lo entregué porque era su día libre.

El rubio abrió uno de los cajones de su escritorio, del interior de este sacó una pequeña caja negra.

—Es para usted, necesito estar al pendiente de mi hija cuando no esté en casa y prefiero usted tenga un móvil en perfectas condiciones.

—Señor Alexander no es necesario yo...

—Insisto Noa, pensé en darle un teléfono a Luna, pero creo que es muy pequeña para tener uno,  es necesario que usted lo tenga.

—Esta bien —abrió la caja el teléfono en su interior la hizo respirar profundo, ese no era un modelo económico presisamente—, está bien señor.

—Si no le gusta, le diré a mi asistente que busque el que prefiera Noa...

—¡No señor no es necesario está bien así!

—Bueno está bien, ya está configurado y tiene los números necesarios.

—Gracias.

•••

Salió del estudio de Alexander con el celular en sus manos, no esperaba que Alexander le diera ese teléfono, pero entendió que era por su pequeña hija «no te emociones Noa lo hace por su hija, no hay  otro motivo», suspiró frustrada al parecer Cameron tenía razón y ella se estaba enamorando inconvenientes de su jefe.




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