—Hola —saludó un atractivo castaño de ojos miel—. ¿Tú eres? —cuestionó él.
—Yo...
—Si, tú no veo a nadie más aquí. —Dijo él con una sonrisa resaltando lo obvio.
—Me llamo Noa, soy la niñera.
—Si ya recuerdo, creo que te vi en la cena de hace poco —respondió poniendo atención a la morena frente a él—. y dime algo linda ¿Eres soltera o...?
—Francisco llegas tarde —habló un rubio de semblante serio saliendo del estudio—, pensé que ya no vendrías.
—Oh si lo siento Alex, ayer la cosa se puso interesante y bueno ya tú sabes cómo son las reconciliaciones...
—Ven aquí y ya deja de perder el tiempo con la niñera y, deja de hacer que ella también pierda su tiempo. —gruñó el rubio cruzandose de brazos.
La silenciosa morena miró con el rabillo del ojo a Alexander, este traía un semblante de pocos amigos uno muy diferente al amable jefe de momentos atrás. «Este es tu momento para irte» pensó ella andando escaleras abajo desapareciendo de la disputa del par de primos.
Francisco bufó con fastidio a Alexander, un día más donde Alexander estaba de malas nada nuevo definitivamente, llegó con el rubio este solo se dió la vuelta para luego entrar al estudio, al llegar a su escritorio tomó un folder negro para entregárselo a Francisco.
—¿Esto es? —empero el castaño arqueando una ceja por la configuración.
—Son algunos de los desastres de tu padre, tú mentiste Frans... —Reprochó Alexander al castaño. Él acusado lo miró ceñudo ante las acusaciones de Alexander—. Tu padre nos robó y tú lo sabías, cuando te pregunté por si sabías los robos que Hendrik dime Frans ¿Qué me respondiste? —cuestionó Alexander alzando la voz...
—¡Te dije que no sabía nada! —replicó Francisco airado—. No mentí te dije la verdad, no me culpes a mi por los malos movimientos de mi padre maldita sea Alexander me ¿Me crees tan idiota? —Estaba molesto lo esperaba de todos menos de él.
—¿Y por qué están tus firmas en esos documentos? Son muchos presupuestos aprobados por ti —acusó Alexander a su primo, estaba molesto confió en Frans vió en él una mano derecha, pensó a futuro darle el ascenso que abuelo le negó.
—Sabes yo se que no hice nada, me importa una mierda si tú me crees —espetó molesto el castaño—, todos hablan mal de mi padre y por ende de mi, para todos soy el hijo del ladrón.
—Frans...
—¡No ahora te callas y me dejas hablar, ya fue tu turno de acusarme, ahora es mi turno de defenderme! —estaba furioso lo esperaba de cualquier en la oficina, pero no de él sintió que con la llegada de Alexander él dejaría de ser señalado—. Sabes algo Alexander Von Parker renuncio, ya me cansé de toda esta mierda, mi padre falsificó mi firma, no una, ni dos veces, varias y el abuelo Frederick me acuso igual que tú igual que todos y demostré mi inocencia, pero ya me harté de ser tratado de ladrón por algo que no hice.
—¿Él ya lo sabía? —preguntó Alexander incrédulo, Frederick nunca se lo conté.
—Claro que lo sabía, ¿crees que el abuelo Frederick me dejaria seguir sabiendo que robé? —dijo Francisco entregando el folder que ni siquiera abrió a Alexander, era demás verlo él ya sabía lo que ese folder tenia—, creo que llegó la señal que necesitaba para saber si debo irme del grupo Parker.
Sin agregar más el castaño se marchó dejando solo a Alexander, el rubio se sintió pésimo se precipitó al señalar a Frans, debió investigar mejor antes de acusar al castaño.
Volvió a su escritorio para dejar el folder en este, tomó asiento, llamó a su asistente para decirle que hoy no iría a la oficina que anotara sus pendientes que hoy trabajaría en casa.
•••
El mal humor de Takeru iba en aumento la rubia frente a él no decía nada importante, solo pidió ver a Alexander pero esa mujer no supo darle una respuesta coherente.
—Señor Shinomoto en este momento el señor Von Parker no puede atenderlo, pero si gusta déjeme su mensaje y cuando él regrese a la oficina...
—¿Tú sabés quién soy? —cuestionó Takeru arqueando una ceja ante la ineptitud con la que esa mujer lo trataba.
—Si se, es sólo...
—Sabes algo rubia no seguiré perdiendo mi tiempo con una secretaria de cuarta, yo tengo mucho que hacer y no puedo esperar a que Alexander se digne a darme autorización, este también es mi proyecto.
Volvió a su auto, una vez estuvo dentro golpeó con fuerza el volante de este, respiró profundo tratando de amainar su furia, quería volver a Tokio no se adaptaba a ese lugar.
—De seguir así no me quedaré aquí ni un año —guardó silencio al escuchar su celular desplegó el celular, el texto recibido lo hizo sonreír.
"Gracias por las rosas".
Era un número desconocido, aún así no necesitó saber quién era, en la nota de las flores estaba su número y él no necesitaba adivinar de quién era el texto.
Jugaba con el aparato en su mano izquierda pensando en la chica del texto, al inicio pensaba en solo llevarla a la cama y ya, pero las cosas no ocurrieron como él lo planeó Azul resultó ser más difícil de lo que esperaba y a él lo difícil le era más placentero y porque no decirlo, también le pareció excitante.
—Ya tengo tu número. —Guarfó el celular en su bolsillo encendió el motor para luego marcharse. No se quedaría con la respuesta de esa rubia incompetente. Localizarla a Alexander y le diría unas cuantas cosas, ¿Quién se creyó ese alemán para tratarlo así?
•••
Ya tenía muchas fotos de Luna en la excursión, a la pequeña le encantaban los dinosaurios, en cuanto Luna vió las estatuas y los esqueletos de los gigantes extintos le tomó la pequeña quiso tomarse unas cuantas fotos su favorito era el triceratops.
Noa aprovechó que la pequeña estaba tomando su almuerzo, sacó su viejo teléfono para enviar un texto; pensó dubitativa en si enviar, o no aquel texto.
Al final decidió enviarlo, la razón principal era que aún tenía miedo de que ese hombre le dijera a Fabrizio de la bofetada que le dió esa noche por por atrevido.
Editado: 17.03.2024