La Doble Vida De Noa

Fantasía Azul.

Logró escabullirse a un área del club restringida para los clientes, se quedó escondido  tras una pared no debía cometer errores y abrir la puerta equivocada. La vió entrar ya sabía dónde estaba.

Rapido siguió a la bailarina a lo que supuso era su vestidor.

Al entrar se topo con ella frente a frente, se sorprendió al no verla sorprendida, al contrario Azul sonrió con coquetería en cuanto lo vio.

—Eres un chico malo —dijo ella con voz traviesa—, pero como me agradas no dije nada y te dejé seguirme. —Dijo la morena acercándose a Alexander tocando su mentón con la punta de su dedo.

—¿Agradar? —musitó Alexander confuso tomando con delicadeza el dedo que Azul tenía en su barbilla.

Ella asintio como respuesta —aquí no vienen los clientes galan.

Hizo a un lado al rubio caminó hasta el tocador, debía mantenerse serena y disfrazar un poco su voz para no ser descubierta,  por fuera seguía el juego pero en su fuero interno temblaba asustada ante el pánico de ser descubierta por Alexander —¿Y qué haces aquí darling? —cuestionaba la sexy pelinegra girando la silla para acto seguido cruzar las piernas.

¿Qué hace allí? Esa es una pregunta que él tampoco dejaba de hacerse —vine a verte. —Respondió Alexander casi en automático.

—Pues ya me viste guapo —dijo ella con una risita coqueta—. ¿Deseas algo más Alexander?

Abrió los ojos al máximo esa mujer sabía su nombre ¿Cómo sabía esa mujer su nombre? —¿Como sabes mi nombre? —empero Alexander volviendo a su seriedad habitual.

«¡¿Noa porque  carajos tenías que llamarlo por su nombre?! Aquí no eres Noa, eres Azul» Se auto reprendió la morena,  que que de inmediato pensó en algo para remediar la situación por su gran metida de pata.

—Pues fácil Alex —se volvió a poner de pie, se acercó a su rostro hasta unir sus labios en un corto beso travieso—, presto más atención de la que tú crees darling escuché tu nombre cuando viniste aquella noche por el show vip.

—Así que era eso entonces. —Dijo el rubio más calmado.

—Si —respondió con la mano en su pecho—. ¿O creíste que era una acosadora? —dijo ella divertida ante la expresión del rubio.

—Es posible. —Habló Alexander siguiéndole el juego a la burlesca bailarina de antifaz con pedrería azul.

—Yo creo que el acosador eres tú —refutó Noa—, no creas que no te he visto casi en primera fila mirándome eres un pillo.

—¿Ah sí? —inquirió Alexander arqueando una ceja.

—Si. —Recalcó la bailarina riendo.

—Los acosadores no hacen esto.

Ahora fue Alexander quien besaba a la bailarina, a diferencia de Azul el beso de Alexander fue atrevido tomó a Azul por la cintura.

Azul no se hizo esperar, ella enredó sus brazos alrededor del cuello de Alexander, la tensión aumentó entre ellos «es cómo en mi sueño Noa, no esto es mucho mejor que en mi sueño», sabía que jugaba con fuego pero por esa única vez mandó todo al demonio y se dejó llevar.

El rubio paso de sus labios a su cuello, llegó a su oído dando suaves caricias que de inmediato erizaron la trigueña piel de la muchacha.

—Ya tú  sabes mi nombre, es justo que yo también sepa el tuyo. —Susurró Alexander para luego volver al cuello de ella.

—Ya sabes mi nombre Alex para ti soy solo Azul —respondió ella tomando al rubio de  las mejillas—, dudo que mi verdadero nombre haga una diferencia.

—Ya que no me dirás tu nombre al menos te quitarás ese antifaz.

Ella negó aumentando la desilusión de Alexander —creo que es momento de que te retires  Alex. —dijo ella alejándose  del rubio.

—¿Por qué? —dijo tomándole de la muñeca—, si no quieres darme tu nombre yo...

—No es eso darling ya estuviste mucho tiempo aquí —se arrepintió por haberse dejado llevar—, ya sabes no puedes estar aquí. —Dijo ella volviendo a su actitud relajada y juguetona.

—Entiendo —fué su única respuesta —¿Cuando podré volver a verte? —se arriesgo a preguntar.

—Yo te  lo haré saber.

Sin agregar más salió del vestidor dejando sola a la bailarina.

Una vez sola la bailarina corrió a la puerta para ponerle cerrojo, recostó la espalda a la puerta se quitó el antifaz para luego arrojarlo, se dejó caer hasta quedar sentada en el piso, estrujó sus lacios cabellos negros hasta despeinarse —Noa no debiste llegar a tanto con ese hombre, pudo descubrirte, no tienes excusas tu permitiste que llegara a tanto, así que no tienes a quien culpar de tus estupideces y calenturas.

•••

Despertó temprano era domingo decidió pasar el día con Luna, ademas no quería estar con Neta en la misma casa.

Bajó a  desayunar con su hija, no sabía a dónde llevarla pero era lo de menos ya se le ocurriría algo; lo importante era no estar en casa mientras su ex cuñada estubiera ahi.

Al llegar al comedor se encontró a la rubia con su hija ya comiendo.

—Buenos días señor Alexander —saludó  Betany al rubio recién llegado.

—Buenos días, no gracias Betany pero un café negro sin azúcar si te acepto. —Dijo tomando asiento el apetito se había ido.

—Alex, Lunita me ha puesto al tanto de todo y como es la nueva niñera —habló Neta comiendo un trozo de manzana—, al parecer a la niña le agrada, pero creo que debes investigar más a esa mujer...

—Neta entiendo tu preocupación, se que quieres mucho a tu sobrina pero espero que te acuerdes que Luna es mi hija, no interfieras en cómo cuido de ella. —Dijo Alexander perdiendo un poco la paciencia con Neta y sus observaciones.

—No es para que lo tomes así Alex, solo me preocupa mi sobrina —respondió la rubia poniéndose de víctima—, solo quiero cuidar de Luna, Leonora me pidió cuidar de mi sobrina, sabes que Luna es como mi hija...

—Pero no es —refutó el rubió irritado por la actitud de su ex cuñada—, Luna no es tu hija, agradezco tu ayuda y paciencia pero yo puedo encargarme de mi hija Neta no es necesario que estés en el medio.

—Esta bien Alexander. —Musitó la rubia levantándose de la mesa.




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