La Doble Vida De Noa

Fin Del Secreto I.

 

Ir a ese lugar no era una elección para ella, simplemente no podía decir si o no, solo  tenía que estar allí sin objeción alguna y bailar con una sonrisa que pareciera medianamente natural, Fabio decía que sus lindos colores d vian lucir perfectos.

—¿Alguna vez tendrás el valor de enfrentar a Fabio? —se preguntó a si misma viendo su reflejo en el amplio espejo del baño.

Escuchó que alguien tocaba, rápidamente tomó el antifaz  se lo colocó para luego salir del sanitario y comenzar el show mientras más rápido empezaría más rápido acabaría y ese era su pequeño consuelo.

—Aquí estoy. —Dijo acercándose  al medio de la habitación.

Takeru hizo una mueca al ver a la morena frente a él, para el japonés algo no andaba bien.

—Quitate el antifaz. —Ordenó el pelinegro poniéndose de pie parándose frente a la bailarina.

Azul retrocedió algunos pasos ante Takeru que llevó las manos a su rostro con intención de quitarle el antifaz.

—No se si Fabrizio te puso al tanto guapo —dijo en el personaje de Azul—, pero no puedes quitarme el antifaz darling. —continuó ella quitando las manos de Takeru de su rostro.

—Conmigo harás una excepción he  pagado mucho por ti. —Objetó  tirando a la morena en la cama con fuerza.

—Tú pagaste por un show...

Calló al sentir el cuerpo de Takeru posicionarse  encima  de ella —¿Qué haces? esto no es parte del show. —reclamaba con sus ojos abiertos a su máxima expresión, presa del miedo y la importancia tratando de quitarse a aquel hombre de encima.

—Pues este será un show diferente —sin previo aviso Takeru haló el antifaz descubriendo el rostro de Noa, el pelinegro abrió sus ojos sorprendido pues ya conocía el rostro de la chica debajo de él—. ¿Qué demonios...? —fué lo único que Takeru logró articular.

—Yo puedo explicarlo. —Dijo ella con voz temblorosa al saberse descubierta por el japonés.

Lo veía pero no lo creía esa chica ya la había visto, era un cambio del cielo a la tierra ¿Cómo era esto posible?

—Tú eres...

•••

Betany entró con una taza de café para Alexander al estar frente al rubio dió un carraspido para llamar la atención de su jefe.

Al ver al ama de llaves dejó lo que estaba haciendo para descansar un momento y disfrutar de una humeante taza de café.

—Gracias Betany —dijo tomando el humeante café—, no sabes lo mucho que necesito está taza de café tengo una migraña que me está matando.

—Alex sabes que cuando te saturas de trabajo te dan esas terribles migrañas muchacho terco. —riñó la regordeta mujer en tono maternal tomando al hombre por el hombro izquierdo.

—No es solo el trabajo Betany —dijo  el rubio regalandole una sonrisa al ama de llaves, esa mujer lo conocía más de lo que a él le gustaría—. Tú eres adivina ¿Dime dónde está tu esfera de cristal? —cuestionaba él con ironía  regalandole una sonrisa a Betany.

—Alexander dime algo —habló la mujer con un tono de interrogatorio—. ¿Acaso tú migraña tiene que ver con lo que ocurrió hoy?

Casi se atragantó  al escuchar a Betany quiso negarse ante lo dicho por el ama de llaves pero eso de nada servía, eso sería absurdo esa mujer parecía tener un sexto sentido.

—A ti no te puedo mentir Betany tu eres como un detective.

La nombrada rió ante lo dicho por el rubio —bueno yo tengo alma de detective y he visto muchas series policiales —rió la mujer de corto rodete castaño casi rubio—, pero volviendo a lo que de verdad importa yo te conozco muy bien muchacho y de verdad me cuesta creer que le creyeras a Neta; sabes de sobra como es esa chica de dramática.

Asintio ante lo dicho por Betany, ella tenía razón, sabía que había actuado de manera precipitada, quería llamar a la niñera pero no sabía que decirle a la muchacha, se sintió avergonzado.

—Sabes que esa muchacha no es capaz  de hacerle ningún mal a tu hija, Noa adora a la pequeña Luna.

Entregó la taza vacía de café al ama de llaves, sabía que esa mujer era dulce y no lastimaría a su hija. Lastimosamente lo entendió demasiado tarde.

—Tú tienes razón y  yo cometí un error.

—Bueno hijo, errar es de humanos, pero reparar los errores y las malas acciones es de sabios. —Luego de aquellas palabras Betany se retiró dejando a Alexander con sus pensamientos.

Volvió a su asiento y descansó su espalda en el respaldo de la silla debía solucionar lo que había hecho y, también pedir una disculpa a la niñera.

—Debes encontrar a Noa y pedirle que vuelva —sabia que lo último no era algo fácil pues ni siquiera le dió oportunidad a la muchacha de explicarse. Solo le pidió irse sin ningún miramiento.

———

Salió de la oficina,  su andar era pausado por el cansancio, sintió remordimiento, había terminado tarde de trabajar y no fue a leerle a Luna como hacía cada noche, tampoco le dió su beso de buenas noches a la pequeña dió vuelta sobre sus pasos quería ver a su niña antes de irse a dormir.

Giró de espacio la perilla de la puerta fue cauteloso en absoluto, no quería interrumpir el descanso de la pequeña aunque a esa hora seguramente su sueño era profundo a causa de las pastillas que la pequeña tomaba por su transtorno del sueño. Llegó a la cama de la chiquilla un movimiento extraño hizo al rubio abrir sus ojos sorprendido.

—Ah pero... —Guardó silencio en cuanto su hija se dió la vuelta dormida. Allí junto a Luna también estaba Noa plácidamente dormida, pensó en despertar a la muchacha junto a la niña pero meditó mejor la situación, optó por dejarla dormir di se quedó allí dormida era  porque seguramente estaba muy cansada. Besó la pequeña frente de su hija para posteriormente cubrir  a ambas con la manta.

—Descansen señoritas. —Dijo saliendo de la habitación cerrando la puerta con el mayor cuidado posible para no perturbar el dueño de ambas.

———

Se levantó tomó el celular para marcarle a Kate necesitaba localizar a cierta pelinegra para pedirle disculpas y una segunda oportunidad.




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