La Doble Vida De Noa

Con el Alma En Un Hilo.

El lugar estaba lleno de personas era normal por la festividad.

—Luna —habló Alexander a su hija sacándole de sus pensamientos—. Hija si quieres podemos venir luego, cuando no estén tantas personas ¿Te parece?

Luna miró a su padre, luego a la concurrida pista de hielo para luego negar con un movimiento de cabeza algo exagerado típico de la niña; la castaña se acercó más a la orilla de la pista de patinaje, una muchacha que patinaba como una profesional llamó la atención de la chiquilla.

—¡Papi ponme los patines! —dijo emocionada tomando la mano de Alexander—, ustedes también pónganse los patines para patinar juntos. —insistió Luna a los dos adultos.

—Esta bien vamos yo te ayudo, ven vamos a prepararte.

Alexander llevó a la pequeña  a ponerse los patines, él también se puso un par de patines, entró con la niña.

Noa se acercó a la orilla de la pista, allí veía a su jefe y a la pequeña Luna ir de espacio, la morena se animó a rentar un par de patines para unirse a padre e hija, ambos parecían disfrutar el momento.

La niña al ver a su niñera se deslizó para ir con ella.

—Que bueno que viniste —Luna tomó la mano de Noa para llevarla con su padre, la pelinegra la siguió—, patinemos juntos. —ofreció la niña tomando a ambos adultos de las manos.

Los tres recorrieron la pista con tranquilidad, ambos adultos cruzaron miradas más de un par de veces. Aunque la niñera rehuía al escarnio celeste  hacía Alexander cada vez que azul y café cruzaban.

«Luna  toma de la mano a Noa, lo hace sin ningún tipo de reserva», Alexander no dejaba de sorprenderse el ver la confianza que su pequeña tenía con la morena, cada vez estaba más convencido en que la decisión de despedir a la niñera había sido un error.

—Papá apresúrate —dijo  adelantandose unos pasos—, Noa y yo iremos por chocolate.

—Ya voy. —Respondió el rubio alcanzando al par de chicas.

•••

La tarde había sido amena,  su hija estaba bien y verla sonreír le llenaba de dicha, ya habían vuelto a casa la primera en bajar fue Luna alegando que tenía muchas ganas de ir al baño.

Noa abrió la puerta del copiloto con intención de bajar e irse con la niña.

—Por favor —habló Alexander tomando a la muchacha de la mano para evitar que se bajarra del automóvil, Noa miró confundida y él apenado la soltó —. Señorita Noa gracias por...

—Señor Von Parker ya se lo dije no hace falta que me agradezca.

—Lo sé y no quiero hablar de eso, bueno si...

Guardó silencio al no saber que decir, el silencio reinó nuevamente, sus rostros se acercaron,  el rubio sintió el impulso de volver a probar los labios de la pelinegra Noa correspondió lentamente.

Dejarse llevar una vez más por la sensación de volver a sentir al rubio, fue algo que  la morena no tenía intenciones de evitar. Recordó las palabras de Takeru cuando fue al hotel por ese supuesto servicio donde Fabrizio la había enviado.

Detuvo el beso poniendo la mano en el pecho de Alexander, este le miró confuso.

—Señor Von Parker esto no puede pasar y usted lo sabe.

Vió a la mujer salir del auto con rapidez, parpadeó algunas veces luego de salir del trance momentáneo llevó las manos a su rostro tratando así de volver a caer en cuenta de sus acciones, está vez no hubo confusión quiso besarla de nuevo y en efecto así lo hizo.

—No hagas tonterías Alexander ¿En qué carajos pensabas? —se dijo a si mismo a  manera de reproche—, lo mejor será guardar distancia.

Bajó del auto al entrar vió a Noa en el recibidor hablar con un rostro ya conocido para el rubio.

—Takeru no esperaba verlo hoy —dijo acercándose al pelinegro de abrigo negro—, por cierto feliz navidad.

—Gracias Alexander feliz navidad para ti también, respondiendo a tu pregunta vine aquí por un asunto que me gustaría tratar contigo me iré a Tokio volveré en enero, no me gustaría irme y dejar asuntos sin resolver.

—Entiendo Shinomoto hablemos en mi estudio, pero me gustaría te quedes a cenar después de todo es navidad.

El japonés no dijo nada, pensó un momento vió a la silenciosa niñera alejarse de él y Alexander, una sonrisa se dibujó en sus labios, la idea de molestar un poco a la chica le pareció divertida, después de todo ella se lo buscó por mentirosa.

—Claro acepto después de todo es navidad.

—Bueno resolvamos aquellos asuntos ahora, así estaremos a tiempo para la cena.

El par de ejecutivos se retiró, Noa le miraba subir  las escaleras, la muchacha sentía su alma pender de un delgado hilo, un hilo el cual Takeru en cualquier momento podría cortar si le revelaba su secreto a Alexander «Dios por favor que ese hombre no le cuente a Alexander que soy Azul, si Takeru habla Alexander me va a odiar por el resto de la vida», pensaba la pelinegra más que nerviosa.

Sintió un   par de manos tomarla de los homos, era Frans el castaño la miraba con una sonrisa de oreja, a oreja.

—Feliz navidad niñera, ¿dónde esta mi amargado primo? —cuestionó  frans sin dejar a un lado su entusiasmo.

—Feliz navidad señor —respondió la morena confusa con la familiaridad con la que ese hombre la trataba—, su primo está en su despacho.

Luego de responder el castaño besó su frente de manera sonora.

—Gracias y felicítame linda, en poco tiempo me van a echar el lazo, en un mes yo Francisco Von Parker, se casará en Italia.

Luego de decir aquello el muchacho soltó a Noa, para ir escaleras arriba por dónde poco antes había desaparecido Alexander y Takeru.

Noa salió de su estupefacción, las palabras del muchacho la hicieron recordar a su amiga, Cameron aunque lo negara sentía algo por el castaño. Solo esperaba que la pelirroja no sufriera tanto con el matrimonio de Francisco, Cameron decía que frans era solo una diversión sin embargo las acciones de Cameron decían algo muy diferente a lo que de su boca salía.

 




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