El camino a casa iba en completo silencio, Neta estaba sentada a su lado en el asiento trasero del auto, solo quería llegar a casa y olvidar de una buena vez el amargo recuerdo de esa mujer, ver a Noa con Shinomoto le confirmó lo dicho por Neta y el dueño del club.
Noa era una bailarina ambiciosa. Solo aguardaba para conseguir a un hombre y sacarle dinero, la Noa dulce y cariñosa que él conoció era una fachada para atraerlo a su trampa algo que solo una mujer oportunista haría maldecía el día que puso sus ojos en esa mujer.
—No teníamos que irnos por culpa de esa mujer Alex, por cierto se veía espantosa —comentó la mujer con desden en sus palabras—, aunque luzca los mejores trajes a esa vulgar bailarina se le nota lo corriente a kilómetros creía verse bien...
—Neta no quiero seguir hablando de esa mujer, ya es suficiente no quiero hablar de ella —espeto cansado Alexander del la lista de insultos que la mujer a su lado destilaba sobre Noa, aquello también lo enojaba se veía jodidamente hermosa enfundada en aquel traje naranja contrastaba perfecto con su bronceada piel moría por probar aquellos labios que con tan solo su roce le hacía querer tenerla por completo, su sangre hervía al ver a Shinomoto tomarla del brazo y eso era lo peor no quería estar así por esa mujer—, tengo una terrible jaqueca así que te pido el resto del camino te mantengas en silencio por favor.
No dijo nada se dió la vuelta hacia la ventana mirando el paisaje, quería que Alexander terminara de decepcionarse de esa mujer, al ver la hostilidad del rubio con la bailarina siguió despotricando a la ex niñera y la reacción de su ex cuñado era la que ella buscaba ya había logrado bajar a la morena del pedestal donde estaba.
El sonido de un celular sacó a Alexander de sus lagunas, al ver el número respondió de inmediato era la esposa de Frans.
—¿Como has dicho? —preguntaba el rubio gratamente sorprendido—, Liliana necesito más detalles.
—Alex es como te digo los rescatistas encontraron una fogata y estaban algunas cosas que tenía puestas cuando tomamos el vuelo. —Dijo la mujer con voz temblorosa al otro lado de la línea.
—Iré en este momento al aeropuerto, necesito confirmar que Francisco está vivo Liliana.
La llamada finalizó Alexander dió orden al chófer de apresurarse, iría a casa por unas cosas y despedir a Luna debía ir de inmediato y asegurarse de que fuera cierto que Frans estuviera vivo.
•••
—Te dije que era mejor que me fuera a casa.
Miró a la morena quien veía con sus brazos cruzados a través del balcón del penthause, ella ciertamente le pidió ir a casa él por otro lado pensó era mejor esperar que la chica se repusiera del incómodo momento que pasó esa noche por culpa de Von Parker y la mujer que le acompañaba.
—Tú y Alexander tenían una relación y de nada sirve negarlo...
—No —lanzó Noa apresurada lo que ella tuvo con Alexander nisiquiera llegó a ser una relación, no fue nada solo un momento.
—Esta bien —respondió no convencido de las palabras de la morena, de su boca salía un no rotundo pero su actitud revelaba otra cosa, además en Alexander era notoria su molestia él se veía cabreado, aquello no era una discusión jefe, empleada recordaba las palabras del rubio, se notaba más que molesto herido al ver a Noa—; está bien te creo preciosa.
Caminó a servirse un trago era obvio que Noa le estaba mintiendo, pero él no insistiria sirvió un tragó para la muchacha que aún seguía en el balcón, en toda la velada no había tomado.
—Toma —ofreció Takeru llamando la atención de Noa—, un trago ayudará a relajarte un poco te ves demasiado tensa.
—No muchas gracias no tengo ganas —en otra ocasión lo habría aceptado sin dudarlo, en efecto estaba tensa y necesitaba beber pero en su actual condición no podia aún, no sabía que hacer—, ya me voy a casa Takeru.
Avanzó algunos pasos hasta detenerse pues un agarre le impidió el paso, miró al pelinegro que le tomaba de la mano.
—Quedate está noche, no haré nada que no quieras —dijo con voz pausada sin soltar a la chica—, escucha Noa no se que pasó con Alexander pero tú, tú me gustas y a diferencia de él a mí no me importa lo que seas y mucho menos de donde vengas, aunque al inicio solo quería...
—Querias lo mismo que todos quieren Takeru, no hace falta que digas nada más. —Finalizo ella la oración, dolía no ser la chica a la que le decían cosas bonitas, dolía no ser a la chica que invitaban a una cita y obsequiaban flores o un tonto animal de felpa.
—Noa, no soy a quien conociste en aquella habitación de hotel.
—Takeru no te esfuerces sí. —Se soltó del agarre para seguir su camino, ella no era ninguna ingenua, conocía a ese tipo de hombres al derecho y alreves.
Takeru fue de nuevo tras la morena está vez tomándole de la cintura miró sus ojos chocolate abiertos al máximo se acercó a su rostro hasta unir sus labios en un beso que ella lentamente correspondió fue solo un roce de labios, ella seguía estática él pegó su frente a la de Noa, lo único que se escuchaba era la respiración de ambos.
—Dejame mostrarte que no soy el idiota que conociste. —Musitaba el japonés cerca del rostro de la chica.
—Takeru aunque yo te crea sabes que tú y yo no llegaríamos a nada —rió con ironía—. Darling busca a alguien de tu mundo, a alguien sin pasado...
Las palabras de Noa fueron silenciadas en los labios de Takeru, aunque intentó negarse terminó cediendo a esos besos que ya no buscaban su satisfacción personal, enredó sus brazos alrededor del cuello del pelinegro. El beso terminó Takeru se acercó al oído de la morena aspiró la dulce fragancia que se mezclaba con su perfume.
—Yo te quiero a ti. —Luego de decir aquellas palabras alzó a la morena en brazos volviendo a hacer suyos sus labios.
Llevó a la pelinegra a su habitación, abrir la puerta fue tedioso pero no imposible, dejó a Noa en la cama. Ambos se despojaron de la estorbosa ropa, la lujuria se adueñaba de Noa quien terminó encima de Takeru desabrochando su camisa.
Editado: 17.03.2024