La Doble Vida De Noa

Inocente Encuentro.

Al escuchar el apellido Von Parker  decidió marcharse, había llegado de una larga gira por europa y quería darle la sorpresa a su marido de que ya podría estar una larga temporada en casa, pero Takeru en unos momentos debía reunirse con su socio.

—Me da gusto verte Noa te prometo que luego de esto tú yo y el peque iremos a comer a donde tú quieras ¿Te parece? —cuestionó el japonés dando un corto beso a su esposa.

—Yo preferiría irme amor nos vemos en casa, no quiero estar aquí y menos con Ian...

—Noa —dijo el pelinegro en tono serio alzando el rostro de su esposa—. ¿Qué ocurre? Y no mientas por favor.

—No quiero que esté cerca de mi hijo, Takeru iré por mi niño y luego te veo bien. —Dijo Noa queriendo echar tierra en el tema.

Se soltó del agarre suave en su rostro dispuesto a salir de la oficina, antes de darse la vuelta y marcharse Takeru le tomó del antebrazo chocolate y avellana tenían un enfrentamiento Takeru bajó su agarre a la mano  de la morena y dijo:

—No quieres que Alexander vea al niño, pues a mí me parece que eres tú la que huye de Von Parker Noa...

—¿Qué tonterías dices Takeru? —cuestionó soltandose molesta del  agarre en su mano—, solo no quiero que ese hombre esté cerca de mi hijo, sabes que Alexander no es de mi agrado.

—Pues que más da que lo vea, no importa legalmente Ian es mío y no permitiré que nada ocurra con nuestro hijo. — Aseveró Takeru sin soltar a su esposa.

—Iré por mi niño,  luego nos vemos en casa. —Salió en busca del su hijo, sabía que Takeru cuidaría de Ian en los años que tenían de matrimonio él demostró que era el mejor padre que pudo escoger para su hijo, pero esto iba más allá no quería que Alexander supiera de la existencia de su hijo no lo merecía la trató como una mujerzuela y eso no se lo perdonaría, era egoísta lo sabía pero no le importaba en absoluto lo malo de todo esto era que el dicho de hijo negado sale pintado fue al extremo, pues Ian era una versión masculina de Luna con cabello corto y un poco más claro entre rubio y miel y esa era otra razón por la que se negaba a qué Alexander viera a su pequeño.

—Ginna estoy  buscando a mi hijo ¿Lo has visto? —preguntaba a  la asistente de su esposo.

—Dejé al niño en mi escritorio el señor Shinomoto me dió un obsequio para el pequeño, lo dejé allí pues debía ocuparme del señor Von Parker y...

—¿Dejaste a mi hijo solo? —cuestionó Noa con molestia—, Ginna ayúdame a buscar a Ian. —Ordenó molesta la morena volviendo a la oficina de su esposo.

Noa se alejó de la secretaria ignorando sus explicaciones, la pelinegra caminaba haciendo resonar sus tacones abrió la puerta y allí encontró a Takeru a punto de salir. En cuanto el japonés se percató de la presencia de su esposa volvió su atención a ella iba a preguntar ¿Qué ocurría? Pero ella se adelantó y dijo:

—No consigo a Ian —espetó irritada—, tú asistente dijo que le diste un regalo a Ian lo dejó en su escritorio y cuando regresó no estaba.

—Si le compré un guante de béisbol —no le gustaba el tono que usaba Noa, entendía que era una madre sobreprotectora pero ya estaba rayando en lo absurdo—. ¿Y...? Noa Ian esta seguro en el edificio no puede salir,  quizás quiso ir a jugar con su regalo.

Noa iba a refutar los alegatos de su marido pero sus reproches no salieron de sus labios pues en ese momento las puertas de la oficina se abrieron mostrando a Ginna la asistente con el pequeño Ian junto a ella, el niño en cuanto vio a Takeru corrió a sus brazos para agradecer su nuevo guante de béisbol.

—¡Papá! —exclamó el chiquillo emocionado siendo alzado en los brazos de Takeru.

—¿Te gustó tu regalo? —preguntaba el japonés sonriendo al ver la tierna expresión del pequeño que asentía con su cabecita—, me alegra campeón, hoy iremos a estrenar tu obsequio ¿Te parece?

Miraba a Noa la pelinegra guardaba silencio sabía que estaba apenada agradeció a Ginna el que encontrara al niño. La asistente se marchó dejando solos a la pareja, la tensión en el lugar era demasiado pesada.

—Ian despídete de papá iremos a visitar a tu tía Cameron.

Takeru bajó al pequeño al suelo se inclinó a la altura del niño quitó la gorra de béisbol revolviendo sus cabellos dorados miel, para luego de sacarle una sonrisa  volver a ponerle su gorrita.

—Nos vemos más tarde pequeño y no hagas travesuras —se volvió a incorporar dando unos pasos hasta quedar frente a su esposa—, te dije que estaría bien, iremos a celebrar que regresaste en tu restaurante favorito.

—Vamos Ian papá tiene cosas que hacer si. —Salio con su hijo tomándole la mano se sentía apenada consigo misma no quería ser grosera con Ginna, esa muchacha siempre la trataba con amabilidad y sabía que Takeru estaba en lo cierto Ian no corría peligro en el edificio, aún así ella reaccionó como una histérica madre sobreprotectora. Odiaba el efecto que causaba Alexander sobre ella después de tanto tiempo.  

•••

Caminaba a la salida con Ian tomado de las manos, detuvo sus pasos al escuchar que le llamaban, frente a ella se detuvo una jovencita jadeando agitada por haber corrido.

—¡Noa, que-ria verte sabía  que te encontraría aquí!

Miraba a la niña confundida pues no entendía de que estaba hablando la jovencita que se dirigía a ella con tanta familiaridad.

—No me reconoces ¿Cierto? —dijo la adolescente cabizbaja.

—No pero por lo visto tu a mi sí me recuerdas muy bien pequeña —respondió Noa con una sonrisa sincera—. ¿Cómo te llamas linda?  

Alzó la mirada sus ojos celestes brillaron emocionados en cuanto sintió la dulzura  en la voz de su antigua niñera —soy yo Luna ¿Aún no me recuerdas?

Sus ojos cafés se abrieron al máximo, aquella jovencita era la pequeña Luna, la niña que cambió su vida al aceptar ser su niñera, claro que la recordaba no podía olvidarla y tampoco quería hacerlo. Adoraba a esa pequeña que día con día se metía más en su corazón, dejar de verla le había dolido y mucho, ver a la niña hoy hecha una hermosa jovencita llenaba su pecho se contraía en un extraño sentimiento corrió para abrazar a la castaña, recordó  la condición de Luna y se alejó de la adolescente pidiéndole disculpas por invadir su espacio.




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