La Doncella de la Oscuridad: Libro 1©

Prólogo

Corría el año 1491, en temporada de intensas lluvias torrenciales, tan impredecibles como cabe esperar en estas limitadas tierras, desconocidas a leguas de distancia y bien reputadas en los poblados contiguos. Sus orígenes se remontan a una era de prosperidad y regocijo, tras la cruenta batalla de Bouvines, causante de acentuados destrozos, el distrito de Var-Couilles nació como una bendición caída del cielo, más como posibilidad de dar inicio a una nueva vida, aislado de las hostiles lides que tanta desgracia ha vestido años y años de mísera hambre y penuria. Sus muros fueron levantados por los mismos aldeanos y han sido conservados por generaciones sucesoras durante dos centenares, no obstante con los nuevos avances tecnológicos, el desarrollo del comercio y los innovadores descubrimientos han cambiado mucho las cosas. Sin duda la forma de vida de los pueblerinos se ha ido desviando de su rumbo habitual considerablemente y como se suele decir, los cambios son buenos, aunque den miedo. 

Como en cualquier paraje de la tierra, los contratiempos no han tardado en presentarse y las cuestiones que amenazan tanto la supervivencia de la localidad, como la visión de un claro futuro para ella, acechan aventuradas, hasta llegar al día del juicio, en el que ya no quede nadie más que la recuerde, que afirme ante los cuatro vientos su existencia, su papel en la historia de Francia. 

La marcha de los jóvenes hacia las ciudades y las grandes urbes son uno de los principales problemas, sabían que no tenían nada que hacer aquí, perderían todas las oportunidades que estas les ofrecen y sin pensarlo más de dos veces, preparan el equipaje, alzan el vuelo y a cambiar de aires, en busca de una vida mejor, lejos de todo lo rural, y los duros trabajos que apenas obtienen beneficios. 

Ella tenía sueños por cumplir, y desde luego no iba a ser una excepción. Una más en la red de la juventud que abandonaría el manantial de su ascendencia, una más que afianza el destino de el lugar donde creció, un poblado fantasma. 

Sin embargo todavía no había tomado una decisión. Todo cuanto la retenía allí era su amado padre. Cada vez que se planteaba el propósito de emprender su marcha, su imagen aparecía en su mente una y otra vez, como un bucle repetitivo, todos los momentos de su infancia con él, sus felices recuerdos. Sólo veía eso, nada más. Era consciente de que también tenía que pensar en ella, y en su futuro. Lo que la conviene realmente. Por ahora estaría a la espera hasta encontrar el instante oportuno para hablarlo. 

Ella no podía dejarle solo, podría pasarle cualquier cosa y ella no estaría ahí. Sinceramente, prefería dejar todos esos pensamientos a un lado y centrarse en lo importante, pues toda su historia comienza con una carta.




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