La doncella liberada

Capitulo 6: El Valle de las voces silenciosas

Al amanecer del día siguiente, con los rastros de la confrontación aún frescos en la memoria, Vania tomó una decisión. El peligro había tocado la puerta, y no podían quedarse más tiempo allí. Reunió a Lichty y a Kael junto al fuego moribundo y les habló con voz baja pero resuelta:

—Debemos continuar el viaje. No estamos seguras aquí. Nuestro destino está más allá de la montaña al sur. Hay un paso oculto, y tras él, se encuentra el Valle de las Voces Dormidas. Allí debemos llegar.

Kael asintió lentamente, como quien entiende que ha llegado al final de una etapa. Vania le ofreció una elección:

—Puedes acompañarnos o seguir tu camino en busca del anciano. Pero lo que hay en ese valle… tal vez esté ligado también a tu búsqueda.

El joven miró a Lichty, aún con la imagen del suelo abriéndose bajo los forasteros en la mente. Luego miró a Vania y respondió:

—Iré con ustedes.

Y así, al dejar atrás la casa que los había protegido, cruzaron el umbral hacia la siguiente etapa de su travesía. Caminaron hacia la vereda que los conduciria hacia la montañas del sur El aire se volvía más frío, y el canto de los pájaros menguaba. El bosque parecía guardar el aliento. Más adelante, los esperaba el Valle de las Voces Dormidas, donde antiguos secretos dormían.

Capitulo 6. El valle de las voces dormidas

Y así, al dejar atrás la casa que los había protegido, cruzaron el umbral hacia la siguiente etapa de su travesía. Después de un rato de andar a traves del bosque entre troncos y ramas caidas, y hojarasca de los arboles. El aire cada vez se iba tornando más frío, y el canto de los pájaros menguaba. El bosque parecía guardar el aliento.

Se toparon con una colina empinada que ralentizó su paso, cada zancada se volvía más pesada, como si el aire mismo se espesara con el ascenso. Al alcanzar la cima, una niebla densa los envolvió de pronto, tragándose el paisaje en un suspiro. Todo a su alrededor desapareció, como si hubieran cruzado el umbral de otro mundo.

Al comenzar el descenso, la niebla se desvaneció de golpe, como si un velo invisible hubiera sido arrancado del rostro de la tierra. Ante ellos, extendido en el valle, se desplegaba un bosque plateado. Los árboles, altos y silenciosos, parecían esculpidos en vidrio antiguo, reflejando la luz con un resplandor etéreo.

Frente a ellos, extendido en el valle, se alzaba un bosque plateado donde los árboles parecían hechos de vidrio antiguo, tallados por siglos de viento. El suelo estaba cubierto de una alfombra de líquenes que no hacían ruido al pisarse. El silencio era absoluto, pero no vacío: era un silencio lleno de presencias, como si alguien —o algo— los observara desde cada sombra.

Vania se detuvo al borde del valle.

—No cualquiera puede entrar aquí —susurró—. Según la leyenda, este lugar fue donde los antiguos Guardianes venían a escuchar la verdad que solo los muertos sabían. No todos regresaban. Algunos quedaban atrapados por las voces… otros volvían transformados.

Las leyendas hablaban de un espíritu llamado Aumarah, la Voz del Primer Suspiro, que protegía el valle y ofrecía visiones a los viajeros dignos. Solo los que enfrentaban su propio eco podían cruzarlo sin perderse.

Al internarse en el valle, Lichty sintió que el bosque no hablaba con palabras, sino con emociones antiguas y ecos de memorias olvidadas. Allí, los pensamientos se volvían tangibles, flotando en el aire como niebla espesa. Caminaban entre recuerdos suspendidos, como si el tiempo se hubiera detenido para mostrarles lo que llevaban dentro.

Sin darse cuenta, los tres comenzaron a separarse. Cada uno fue envuelto por una bruma personal, una especie de nube que los aislaba del mundo y de los otros. Nadie notó la ausencia del compañero, porque cada uno estaba siendo llamado por algo íntimo, profundo, inevitable.

Una brisa cálida acarició el rostro de Vania. En medio de un claro, entre árboles de cristal, vio la silueta de una niña corriendo. La reconoció al instante. Su hija. Aquella que había perdido hacía 20 años, mucho antes que naciera Licthy a la que todo el pueblo decía que tuvo un accidente y murió. Vania se quedó inmóvil, con el alma y el corazón en un vilo y los ojos cristalizados por las lágrimas que surcaban en sus mejillas de ver a su primogenita corriendo y jugando con otros niños; la niña al ver a su madre, dejo de jugar se giró, le sonrió y extendió los brazos.

Vania avanzó sin miedo. Al tocar la figura, un torbellino de memorias la envolvió: el llanto de su hija al nacer, sus primeros pasos, cuando le dijo mama por vez primera, su risa entre las flores, el último abrazo antes del sacrificio. Cayó de rodillas. Esta vez no lloró por culpa, sino por redención. En voz baja, pidió perdón. Y una voz —clara como el canto de un ave al amanecer— le respondió en su mente:

—No tienes que salvarme, mamá. Solo a ella.

La silueta se desvaneció como humo al viento, pero el corazón de Vania quedó lleno de una paz nueva. Había cerrado un ciclo.

Mientras tanto, Lichty fue guiada por una ráfaga de viento hasta un árbol hueco. En su interior, encontró una piedra tallada con símbolos similares a los del libro que había absorbido. Al tocarla, su mente se inundó de visiones: mujeres de poder, círculos de fuego, palabras cantadas a la luna. Aprendió sin aprender. Comprendió sin pensar. La piedra se deshizo en sus manos, como si siempre hubiera sido parte de ella. Y entonces, una voz ancestral susurró: —Tú eres la memoria que despierta.

Kael, por su parte, se detuvo ante un estanque oscuro y quieto. En su superficie no vio su reflejo actual, sino lo que podía llegar a ser: un guía, un guerrero, un guardián de secretos antiguos. Del fondo del agua emergió un bastón de madera negra, coronado por una piedra azul que latía como un corazón. Kael lo tomó, y al hacerlo, sintió que siempre le había pertenecido.

Cuando salieron del valle, algo en ellos había cambiado. Vania llevaba consigo la paz. Lichty, la sabiduría. Kael, el propósito. El camino seguía incierto, pero ya no eran los mismos que habían entrado.



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En el texto hay: tradicion, aventura epica, magia

Editado: 14.06.2025

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