La doncella y el soñador

Capítulo cinco

La vida de una dama proveniente de familia noble es controlada en todo momento. Desde el instante del nacimiento sus padres se encargan de asegurarle la educación, aspecto fundamental para la sociedad. Es criada para un fin en particular, el fin que toda joven doncella debería aspirar: un matrimonio con un hombre de destacado linaje. Luego de su primer sangrado se la considera apta para desposar. A partir de allí es vigilada día y noche, en cada uno de sus pasos, con el objetivo de proteger su virginidad, considerada su mayor virtud, sin la cual acceder al matrimonio sería imposible.

 

Ofrecer a las hijas como damas de compañía era una de las opciones más efectivas para resguardar su valor. Eudora y Gada eran el vivo ejemplo de esa estrategia. Vivir junto a Varinia les brindaba la oportunidad de perfeccionar su educación y además, la guardia de la familia Blesur les garantizaba su protección.

 

Los amoríos quedaban prohibidos para las doncellas, un simple roce podía llegar a ser devastador y las consecuencias a las que se enfrentaban eran tan grandes que preferían acatar las órdenes, o al menos la mayoría lo hacía. Cuando se trataba de doblar las reglas Eudora era una experta, conocía la manera perfecta para manipular a ciertas personas para salirse con la suya. No le asustaba acercarse a los hombres que consideraba atractivos, según su punto de vista no tenía mucho tiempo antes de ser forzada a aceptar un matrimonio y si no podía modificar el futuro al menos disfrutaría el presente.

 

En el torneo había conocido a un caballero atractivo e interesante, desde el instante en que él demostró señal de interés Eudora no dudó en actuar. Luego de su primer encuentro decidieron volverse a ver en el bosque pero para poder llegar hasta allí debía engañar a los guardias. Ella sabía que por sí misma no lograría escaparse, necesitaba ayuda y tenía a las doncellas justas para la tarea.

 

Enfrentó a Varinia con mucha precaución en cuanto la joven regresó de su compromiso con Orestes. Apelando a la amistad que las unía logró convencerla de asistirla en la preparación de un plan de acción. Les tomó menos de dos minutos sumar a Gala al grupo y juntas organizaron el esquema para el siguiente día. Por la noche, Varinia solicitó que una de sus sirvientas en particular la acompañara a la habitación con el motivo de cambiar las sábanas. Cordelia, tan amable como de costumbre, se mostró dispuesta a seguir las órdenes de su señora con gusto. Realizó la tarea que le había sido encomendada sin sospechar que Varinia tenía una intención oculta. Al principio pensó que la doncella estaba bromeando cuando le rogó que la ayudara a sacar a Eudora del castillo en secreto, fue necesario que le repitieran la petición tres veces para convencerla. La última cómplice, Lorea, aceptó sin pedir muchas explicaciones, sólo una carta con los detalles más importantes fue suficiente.

 

A la mañana siguiente todas las piezas del plan se encontraban alineadas. Las doncellas siguieron el mismo ritual que todos los días al levantarse. Cordelia fue seleccionada para asistir a las jóvenes con su vestuario y peinado. En el instante en que ingresó a la habitación la puerta fue cerrada con llave. La sirvienta, cuyo cabello castaño y figura eran similares a las de Eudora fue vestida con la ropa de la doncella, agregando un sombrero al conjunto con el objetivo de esconder su rostro. La dama rebelde, por su parte, se vistió con el uniforme de Cordelia.

 

—No creo que sea buena actuando como dama —murmuró la sirvienta asustada, nunca había desafiado a sus señores, jamás había roto una regla y no confiaba en sus propias capacidades de actuación.

—Lo harás perfecto —La animó Eudora alegre por la aventura que estaba a punto de iniciar— .Te prometo que te regresaré el favor.

—No se preocupe por eso, mi señora, me alegra ser de ayuda.

—Es tiempo de partir —Las interrumpió Varinia— .Eudora recuerda que debes regresar antes de que se ponga el sol, se cuidadosa, los otros sirvientes no deben reconocerte. Camina lo más rápido posible hacia la puerta de salida de los sirvientes y evita a los guardias. Nosotras trataremos de acaparar la atención para que te sea más fácil. Buena suerte y mejor que traigas buenas anécdotas sobre tu caballero.

 

Las tres amigas se envolvieron en un abrazo de despedida antes de separarse. Tal como había indicado Varinia centró la mirada de los guardias en su persona al iniciar una discusión con ellos. Lorea y sus protectores esperaban en la entrada del castillo, listos para el picnic en el río. Era obligación que los guardias de la familia Blesur acompañaran a sus señores en todas las actividades para asegurar su protección pero Varinia insistía en salir del pueblo sólo cuidada por los caballero de Lorea. Ante la situación los guardias se centraron en la figura de la doncella. La joven continuó el argumento durante varios minutos antes de mostrarles el permiso que su padre le había otorgado. Los guardias, a pesar de estar enfadados por la pérdida de tiempo, no opusieron resistencia y dejaron que las muchachas abandonaran el castillo.




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