La dosis perfecta

2. Insomnio y Curiosidad se ponen de acuerdo.

― Eva, ¿Te encuentras bien? ― me desperté de golpe al sentir que me movían. Me había quedado dormida sobre la mesa; todos seguían comiendo y supuse que seguíamos en la hora del almuerzo.

― Sí ― dije apenas mientras volvía a acomodarme sobre la mesa.

Había pasado las dos noches anteriores haciendo tantas cosas que no dormí bien, Primero, el lunes, después de ayudar a pintar la mesa me di una ducha rápida; terminé también de ordenar mi cuarto y terminé la tarea junto con mi proyecto de física. La verdad es que no era gran cosa, unos imanes y bueno, eso era todo.

Cuando estaba por dormir apareció un pequeño troll, mi pequeña hermana, que robo mi teléfono móvil y tuve que salir a corretearla, ya se encontraba mucho mejor y estaba con energía de sobra. Al regresar a la cama, el reloj de mi buró marcaba ya las cuatro de la mañana en punto, me tiré sobre mi cama y me quedé dormida.

Al día siguiente me quedé dormida en la primera clase, ciencias. La profesora Sullivan me castigó con tarea extra, bastante tarea extra. El resto del día transcurrió normal; al finalizar las clases Charlie, Grecia Fisher, la prima de Laura; y Laura y yo fuimos hasta Gervais Creek, fue un viaje de una hora en auto, pero fue muy divertido. Visitamos la tienda de antigüedades Wheeler Station Antiques. Compramos varias cosas, yo logré hacerme de una taza de porcelana con la figurita de una chica con vestido victorianos. Se veía muy bonita, y la quería para poner mis pinceles.

Terminamos por ir a comer a unas dos cuadras en el Rising Star Café, donde preparan unas mantecadas de vainilla con chocolate deliciosas. Llegué a mi casa como eso de las ocho de la noche, mi madre me regañó por no avisar que llegaría tarde, como ayer. Terminé de hacer mi tarea y de lavar mi ropa a eso de las dos y media de la noche.

Y cuando creí que iba a poder dormir, insomnio llegó. No pude conciliar el sueño hasta pasadas las cuatro de la mañana, en pocas palabras, no he dormido lo que me corresponde. Y me sentía de malas.

 Una punzada de dolor se extendió por mi costado derecho, mis costillas habían sido golpeadas por el codo de Laura y yo me levanté enojada y me sobé mi mallugada.

― Oye… me dolió ―Abrir bien los ojos me dolía, así que solo los entre abrí y ella me hacía señas con la cabeza como para que volteara. Noté que todos se quedaron callados en la mesa y miré en la dirección que Laura me señaló.

― ¿Te parece si nos vemos en la biblioteca al finalizar las clases? ―Erik Murphy estaba parado justo frente a mí. Llevaba su chamarra roja con amarillo que eran los colores de su equipo de futbol.  Tenía unos pantalones de mezclilla azul oscuro y una camisa blanca. Su cabello negro parecía despeinado y más corto a comparación del lunes.

― Seguro ―le dije. Estaba sorprendida, pues estaba segura de que él no iba a querer acercarse a mí para hacer el trabajo y había supuesto que yo tendría que hacer todo el trabajo sola. Cosa que no me importaba.

― Alguien tiene problemas ― Charlie susurró y me señaló la mesa de las porristas, Elizabeth Dare mi estaba fulminando con su mirada. Pareciera que se estaba esforzando por mantener la calma. Era cosa suya, a mí me venía importando nada.

Yo me volví a acurrucar hasta que el almuerzo terminó; para mí mala suerte tenía deportes; Melissa me cubrió todo el tiempo mientras jugábamos voleibol, Elizabeth se estaba ensañando, pero Melissa era más rápida y más fuerte. Puntos para esa chica.

Después llegó historia de nuevo, la mayoría de alumnos ya estaban ahí, incluyendo a Erik y Elizabeth; y en ese momento me di cuenta de que les estoy dando mucha importancia. Creo que hasta me aprendí los nombres de las porristas y de los chicos del equipo. Cosa que no me agradaba.

Me senté en mi lugar, me acurruqué y esperé a que el profesor llegara: tardó unos cinco minutos lo cual fue muy poco, levanté mi cabeza y vi que traía un montón de hojas: olvidé que hoy había examen.

Las demás clases fueron tranquilas, no tuve mucha oportunidad de volver a dormir así que me sentía de malas. Por fin sonó la campana y todos salimos de la escuela, Laura se había ofrecido a llevarme a la biblioteca del pueblo, ya que la escuela no contaba con una propia; al menos no todavía.

― ¿Crees que sea una trampa? ― Laura estaba preocupada, llevaba rato pensando que tal vez era plan de Elizabeth o de alguna chica de su equipo, yo intentaba convencerla de que no era así. Además, varias parejas habían quedado de verse en la biblioteca para trabajar.

― No, pero es probable que ella vaya para fastidiar, creo que le gusta Erik ―. Me encogí de hombros. Erik era guapo, sí, no pensaba negar ni ir con bandera de tonta; pero chicos como ellos son tan egoístas y tan superficiales, que yo no podría ni estar con alguien así ni en sueños.

― Cualquier cosa, llámame. Vendré de inmediato con los chicos.

― Ya lo creo que sí ― ambas reímos ante la propuesta.

Por fin llegamos, yo bajé del auto y le agradecí por llevarme hasta ahí, no tenía ninguna obligación; y eso me agradaba de ella, que cuando se sentía con la confianza y las ganas, ella era la primera en apuntarse para cualquier cosa, no solo para llevarme de aquí allá.



#42291 en Novela romántica
#11189 en Joven Adulto

En el texto hay: estudiantes, primer amor

Editado: 06.04.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.