KAREN
El aire de la cocina de "Le Fleurissant" era una sinfonía de calor, aromas y movimiento controlado. El olor a mantequilla dorada, tomillo fresco y el sutil dulzor de un pastel horneado me invadió los sentidos. Me sentía en casa. A diferencia de las cocinas caóticas en las que había trabajado, esta parecía una orquesta perfectamente afinada. Cada cocinero se movía con una precisión casi coreografiada, sin perder la calma. Era la materialización de la perfección que tanto anhelaba en mi vida.
Con el uniforme impecable, la chaquetilla blanca que me quedaba un poco grande y el cabello recogido en un moño estricto, me sentía lista. Había llegado temprano, como era mi costumbre, para familiarizarme con el lugar y las estaciones.
Una mujer alta con cabello oscuro y una sonrisa amable se me acercó.
—Tú debes ser Karen —dijo, extendiendo la mano—. Soy Valeria, la sub chef principal. Julián nos dijo que vendrías hoy.
—Sí, soy yo. Es un placer conocerte, Valeria. La cocina es… impresionante.
—Sí, lo es. Julián exige lo mejor de nosotros, pero nos enseña a ser los mejores. Te aseguro que no hay un mejor lugar para crecer. —Valeria me guio por la cocina, presentándome a los demás cocineros, los reposteros y al personal de apoyo. Los nombres se mezclaban en mi mente, pero sus rostros amigables me hacían sentir un poco menos nerviosa.
Minutos después, la cocina se quedó en silencio. Todos se pusieron rígidos, como si hubieran escuchado una orden invisible. Un hombre alto y delgado, con el cabello rubio ceniza peinado hacia atrás y una mirada penetrante, entró en la cocina. El chef Julián Devereux. Vestía una impecable chaquetilla negra y caminaba con una elegancia que contrastaba con la prisa de su equipo.
Nos miramos fijamente, y sentí un nudo en el estómago.
—Karen —dijo, con un acento francés tan marcado como su reputación. Su voz era tranquila, pero poderosa.
—Chef Devereux. Es un honor conocerlo —respondí, mi voz sonó más segura de lo que esperaba.
—Eres una recomendación de la Chef Duverger. —afirmó Julián. Su mirada penetrante no flaqueaba. Se acercó a mí, analizándome como si fuera un plato a punto de ser calificado—. Ella dice que tienes potencial. Espero que la especialización en Francia te haya servido para ser la mejor. No me interesan las excusas ni la mediocridad. Mis platos son obras de arte, y mis cocineros, los artistas. Aquí no hay espacio para la impuntualidad, la falta de control o el caos.
Las palabras de Julián me hicieron sonreír por dentro. Su filosofía era la mía.
—Mi vida es una búsqueda de la perfección, chef. El caos es mi enemigo —respondí con sinceridad.
Julián sonrió, una sonrisa fría y calculada.
—Bien. Mañana es la presentación del nuevo menú. Tendrás que ayudarme con la preparación. Los comensales son importantes, así que necesito que estés al 100%.
—Estaré lista, chef.
Julián asintió y se retiró tan rápido como había llegado. Sentí que había pasado la primera prueba. La cocina volvió a la vida, y Valeria se me acercó con una sonrisa más cálida.
—Bienvenida a la familia, Karen. Y si quieres un consejo, la forma en que el chef te miró... es la forma en que mira a sus mejores cocineros. No lo decepciones.
—No lo haré —respondí, mi mente ya llena de ideas sobre el nuevo menú y una oleada de energía que me recordó por qué estaba aquí. La resaca había desaparecido por completo, reemplazada por la adrenalina de una nueva etapa.
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A mis hermosas lectoras, mil disculpas...
mi salud no ha estado bien, y me tome un tiempo para recuperarme y no volver a recaer. Pero en breve seguiremos actualizando.
Gracias de antemano por su apoyo y comprensión. Mil besos.
No olviden dejarme sus comentarios y sus votos.