La Dulzura de mi Vida

Capítulo 14. No fue él

KAREN

El mundo se detuvo. El murmullo del restaurante, el siseo de las sartenes, todo desapareció. Mi mirada estaba fija en la mancha húmeda que se extendía sobre mi chaquetilla, mi impecable uniforme. Era un desastre. Mi armadura, el símbolo de mi control y mi profesionalismo, ahora estaba arruinada. El frío del agua se filtró a través de la tela, y sentí un escalofrío que no tenía nada que ver con la temperatura.

Mi cabeza se levantó, sintiendo una furia ciega, lista para fulminar con la mirada al torpe que había osado arruinar mi momento. Y entonces lo vi.

Eran los mismos ojos. Unos ojos verdes, penetrantes y, para mi exasperación, increíblemente divertidos. Él estaba allí, con las manos en alto, una sonrisa irónica en sus labios. El mismo tipo que había arruinado mi blusa de seda, el torpe que me había llamado "dulzura". La rabia me invadió. Apreté los puños a mis costados, tratando de mantener la compostura. No le daría el gusto de verme perder el control en mi santuario.

En ese momento, vi que un camarero se acercaba a nosotros, apenado y con una expresión de disculpa.

—Lo siento mucho, chef. Ha sido mi culpa, tropecé.

Las palabras me golpearon. No había sido él. Había sido el camarero. Mi furia, que ya estaba al límite, se duplicó. No solo mi uniforme estaba arruinado, sino que también había culpado a la persona equivocada, y ese estúpido torpe estaba disfrutando de la situación.

—¿Te parece gracioso? —le susurré, la voz tensa—. ¿Arruinar la ropa de la gente es tu pasatiempo?

—No, en absoluto. Pero las coincidencias son graciosas. ¿No crees, lava girl de mal genio?

Su sonrisa se ensanchó, pero no de burla, sino de una extraña satisfacción. El camarero aún seguía disculpándose, pero mi mirada estaba fija en él, en el tipo que con su sola presencia había vuelto a arruinar mi noche.

—No fui yo esta vez —dijo, y soltó una carcajada. — Nos vemos luego lava girl.

La risa me golpeó como un puñetazo. Era la gota que derramaba el vaso. Lo miré con los ojos entrecerrados, conteniendo mi rabia con una fuerza de voluntad que no sabía que tenía. No le daría el gusto de verme estallar.

Con toda la dignidad que pude reunir, me di media vuelta y me fui, dejando a un Isaac muerto de la risa. Me dirigí a la cocina, sintiendo que cada paso era una humillación.

Una vez en la cocina, el caos me esperaba. Las órdenes salían sin cesar, pero el ambiente se había enrarecido por la tensión. Mi regreso, empapada y furiosa, no pasó desapercibido. Mi mirada buscó al chef, Julián Devereux. Estaba de pie en su puesto, y su mirada me encontró. Me analizó de pies a cabeza, y por un momento, pensé que me iba a fulminar con la mirada. Pero no. Simplemente negó con la cabeza y me hizo un gesto para que siguiera trabajando.

—Arréglate y vuelve a tu puesto —me dijo, su voz era un susurro frío—. La noche aún no termina.

Me refugié en el baño de empleados. Mi corazón aún latía con furia. Me quité la chaquetilla, sentí el frío en la piel y la arrojé al cesto de la basura. No podía volver a verla. La miré por un instante, y la imagen de mi blusa de seda arruinada me vino a la mente. No era una mancha, eran dos. Una en mi ropa, y la otra... en mi vida.

¿Quién era ese tipo? ¿Por qué se me aparecía en los peores momentos? Era una coincidencia tan absurda que me parecía una burla del destino. ¿Qué le había hecho yo al universo para merecer esto? La cocina era mi santuario, mi escape del caos, y ahora él había logrado penetrar mi burbuja. ¿Me había dicho lava girl?

Me puse una chaquetilla de repuesto, que me quedaba un poco más ajustada que la anterior. Me miré en el espejo, pero ya no me veía como la chef impecable que era hace unos minutos. Ahora me veía como una guerrera derrotada. Mi rabia no era solo por el agua o por el uniforme, sino por la injusticia.

Con una respiración profunda, me peiné el cabello de nuevo y me lavé la cara. Miré mi reflejo en el espejo, decidida a no dejar que este idiota arruinara mi momento de gloria. Volvería a mi estación, y haría los platos perfectos, los más perfectos de la noche.

La noche continuó, pero mi mente ya no estaba en la cocina. El recuerdo de sus ojos, de su sonrisa, de su voz... todo me invadía. Me prometí que, si lo volvía a ver, no le permitiría arruinar mi vida. Haría lo que fuera para que se fuera de mi vida para siempre.

******

Tarde pero aquí les dejo el capitulo, recién salido del horno.

No olviden dejarme sus comentarios, su amor y apoyo en esta historia.

Pasen buena noche, hasta mañana.

Mil Gracias.



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En el texto hay: romance, humor amor, hombre guapo

Editado: 21.09.2025

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