La Dulzura de mi Vida

Capítulo 18. No es para tanto.

ISAAC

Amo dormir. Pero el sol empieza a filtrarse tímidamente por las cortinas, bañando mi habitación con un suave resplandor. Hoy iríamos a comprar a la tienda que mi mamá me recomendó: seda italiana, lo mejor de lo mejor. Espero que así sea. Lava girl lo merece.

De un salto me levanté y me dirigí a la cocina. Comencé a preparar un desayuno nutritivo. La fragancia del café recién hecho empezó a inundar con su aroma mi apartamento. Suena el timbre. Entonces me dirijo a contestar, hay risas de fondo de la voz seria que escucho por el intercomunicador.

— ¡Ábrenos, que trajimos el desayuno nutritivo! —el tono serio de Liam estaba adornado con las risas de Alan y Brian.

Les di acceso y los esperé parado en la puerta. Cada uno venía con una bolsa de plástico. Elegí un contenedor, lo abrí y, efectivamente, había un desayuno nutritivo.

— Queríamos donas glaseadas y chocolate —exclamaron Alan y Brian—. Para darnos energía. Pero Liam, papá gruñón, como siempre, nos ordenó que comiéramos nutritivamente.

— Para esta misión debemos tener toda la energía posible —dijo Liam, dejando su bolsa en la barra de la cocina, al igual que Alan y Brian, siempre coordinados en sus movimientos.

— ¡Pero eso mismo te dan las donas glaseadas y el chocolate! Energía pura. Seríamos como Flash.

— Esa es pura azúcar. No quiero que paremos porque a ustedes les dé hambre. Mejor ir bien comidos a la guerra que tener dos soldados caídos por inanición.

— Bueno, Liam. Exageras. No creo que nos tardemos tanto como te imaginas —dije, llevándome un bocado del desayuno—. Mi mami no podrá acompañarnos, tenía algo que hacer, pero no creo que haya problema con eso.

— Tienes razón, no debemos tener problemas con ello. Nosotros no tardamos ni veinte minutos en comprar nuestra ropa —dijo Brian mientras se servía una taza de café recién preparado.

—Esperemos que así sea —dije, sintiendo que Liam ya me juzgaba—. Mi madre me dio la dirección. Es una boutique que trae sedas italianas, algo muy exclusivo. Me dijo que tienen un tipo de seda que "es un sueño".

Alan se atragantó con el café, y Liam dejó de masticar.

—Espera, espera —dijo Alan, secándose la boca—. ¿No es solo una tienda de ropa? ¿No será de esas donde hay alfombras blancas y te sirven champaña?

—Posiblemente —admití.

Liam suspiró, recogiendo su mochila—. ¿Y esperas que te acompañemos vestidos así? Esto ya no es una misión; es una incursión de incógnito en territorio enemigo. Necesitamos un plan.

Nos miré a mí mismo y a mis amigos. Liam y yo íbamos en pants deportivos y tenis que usamos para ir al gimnasio, mientras que Alan y Brian se veían como si vinieran de una barbacoa, con playeras holgadas y bermudas estilo cargo, muy al estilo Adam Sandler.

— No seas exagerado —comenté. Solamente es una tienda, sí, exclusiva, pero no nos van a juzgar por cómo vamos vestidos. Lo que les va a importar es cuánto nos gastemos.

Y dicho eso, nos apuramos a desayunar y salir rumbo a la boutique. En el carro, la música amenizó el trayecto, nos relajamos, pero nunca nos imaginamos las horas más tortuosas de nuestras vidas.

Cuando pusimos un pie dentro, nos quedamos perplejos. La tienda era enorme, y chicas iban y venían. Una chica morena nos dio la bienvenida con una enorme sonrisa que se había congelado al vernos de abajo hacia arriba.

— Bienvenidos, caballeros, ¿desean que les ayude?

— Primero vamos a darnos una vuelta —le dijimos.

Es que realmente desentonábamos espectacularmente con los maniquíes cubiertos de seda y las clientas vestidas de alta costura. Era muy elegante, y las damas eran bellas, sí, pero de mediana edad.

— Rayos, todas son de la edad de mamá Oli —dijeron Brian y Alan al unísono. Ya comenté que ellos parecen magnetos: se mueven y hablan en la misma dirección y al mismo tiempo.

— Grave problema, los estilos van a ser muy conservadores —mencionó Liam, mientras caminábamos por uno de los pasillos para ver el primer escaparate. No solo vendían blusas, vendían de todo.

Ya habíamos recorrido la planta baja, y no encontrábamos la bendita blusa de seda. Alan y Brian se nos perdieron entre pasillos de sacos, pashminas, pantalones, blazers, entre otros.

— Llevamos veinte minutos... ¡Veinte minutos! Y estamos perdidos entre colores pastel, estilos sobrios y conservadores —Liam sonó exasperado—. Me empiezo a sofocar, Isaac.

— Antes de que se nos desmaye, es mejor pedir ayuda —dijo Alan, mientras se dirigía hacia una señorita muy amable que nos llevó al piso y al pasillo indicado: Blusas de seda.

— Caballeros, para poder ayudarlos correctamente necesito que me digan ¿qué estilo buscan? ¿talla y color? ¿corte clásico o moderno? ¿holgada o ajustada?

— ¡No puede ser! Esta misión se está complicando —dijo Liam—. No tenemos idea de las respuestas correctas. Solamente denos una blusa de seda.

La pobre chica se nos quedó mirando como si nos hubieran salido tres cabezas.

— Señor, no le puedo ayudar si no me dicen exactamente lo que buscan. No solamente vendemos cualquier blusa de seda. Vendemos las mejores y de excelente calidad blusas de seda italiana.



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En el texto hay: romance, humor amor, hombre guapo

Editado: 12.10.2025

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