KAREN
La adrenalina todavía me recorría el cuerpo. La risa silenciosa que me había invadido mientras veía el horror en el rostro de Isaac William era el mejor afrodisíaco que había probado. Era un placer frío y metódico, la satisfacción de saber que el Orden siempre puede someter al Caos si se aplica suficiente planificación.
Entré a mi apartamento, dejé el bolso y agarré mi laptop. Me senté en la mesa de la cocina, que estaba tan ordenada que podrías comer una mousse de chocolate directamente sobre ella. La venganza directa era un caos. La venganza organizada era una obra de arte logístico.
Abrí una hoja de cálculo. Empecé a planificar la jornada de Isaac.
Misión: Castigo y Humillación Organizada (Objetivo: Extracción Definitiva)
El objetivo no era solo que Isaac cargara cajones; el objetivo era que experimentara el orden despiadado del mundo de la gastronomía, y que su ego de "chico gracioso" se hiciera pedazos en el proceso. La Central de Abastos es el infierno del desorden para alguien como él, y mi territorio absoluto. Si lograba que esta experiencia fuera lo suficientemente miserable, él simplemente huiría de mi vida. Nunca más volveríamos a toparnos.
Ruta: Empezar con el Mercado de Pescados y Mariscos (el peor olor y el frío, ideal para sacudir su elegancia), luego Carnes (la temperatura de refrigeración) y terminar en Frutas y Verduras (la mayor carga y lo más delicado).
Horario: 6:00 a.m. en punto. Cinco minutos de retraso, y se va. La puntualidad, ante todo. El orden no espera al caos.
Vestuario (Requerido): Botas impermeables, guantes (el metal es frío y los cajones son ásperos), y una gorra. Nada de lana de llama.
Revisé el plan tres veces, sintiendo cómo mi concentración volvía. Esto era un menú, no una vendetta. Cada paso tenía que ser preciso y llevar a un resultado inevitable: la rendición total y sacarlo de mi vida para siempre.
Recordé la blusa de seda. El azul índigo. No era el color coral que había elegido para esa noche, pero era un color que me favorecía. Era un esfuerzo genuino, aunque desastroso.
Esa blusa no iría a la basura. En el fondo, el gesto era noble, lo que me hacía sentir más irritada aún. Lo que era imperdonable era el desorden que él representaba en mi vida.
De repente, mi teléfono vibró. Era un mensaje de texto.
Isaac: "¿De verdad tengo que ir a las seis? ¿Y tengo que cargar pescado?"
Sonreí. Ya estaba cediendo. Renunciará.
Karen: "El menú de la disculpa no es negociable, William. Y sí. Pescado. Huele delicioso. Te enviaré la lista de la compra en cinco minutos. Lleva un termo de café."
El primer asalto había sido un éxito. El Arquitecto William iba a pasar su día de trabajo más importante en el infierno de la logística de alimentos. Y yo iba a ser su capataz.
Cambié mi hoja de cálculo de "Castigo y Humillación" a "Guía de Suministros para William, I."
Mientras enviaba el mensaje con el plan de ataque, mi teléfono vibró de nuevo. Era Mark.
Mark: "Vi tu mensaje a William. Central de Abastos a las seis. Eso es cruel. Pero, en serio, ¿un termo de café? ¿Tan básico eres? Al menos podrías haber exigido..."
Me detuve en seco. La furia me inundó, superando incluso la rabia que sentía por Isaac.
Karen: "¡Mark! ¿Cómo sabes lo del mensaje? ¿Estás hackeando mi teléfono otra vez?"
Mark: "Técnicamente, no lo estoy hackeando otra vez. Solo lo tengo en modo espejo, por tu seguridad. Sabes que soy tu firewall personal. Además, estabas a punto de cometer un delito laboral por una blusa, ¡tenía que supervisarte!"
Apreté el teléfono con tanta fuerza que mis nudillos se pusieron blancos. El desorden que Mark creaba era el único que me aterrorizaba, porque venía de mi propia sangre.
Karen: "Escúchame, Mark. Si no borras ese “modo espejo” y vuelves a la legalidad de inmediato, le voy a enviar a mamá una captura de pantalla de tu historial de navegación y le diré dónde escondes tus tarjetas de crédito extra. Esto es mi vida, no un videojuego, y tú eres el único que está cometiendo un delito de acceso ilegal."
Se hizo un silencio absoluto. La amenaza de mamá, era siempre el arma nuclear en nuestra familia.
Mark: "¡Calma, calma! ¡Lo borro! ¡Ya está! Soy un ciudadano de la red honesto. Solo quería saber si ya se te había pasado la locura de la venganza. Pero veo que la canalizaste. ¿En serio quieres que cargue cajones? Es cruel, incluso para ti."
Karen: "Es un pago por daños, Mark. Un pago por el desorden. Si fuera a su oficina y lo humillara, perdería mi trabajo. Si él viene a mi territorio y suda, yo gano. Es una venganza lógica."
Mark: "Es un hombre que quiere tu atención, Karen. Tiene resistencia a tu desafío. Pero, ¿y si lo arruina todo? ¿Qué vas hacer? Ten cuidado. No puedes quedar mal ante tu Jefe."
Karen: "Descuida. Lo tengo fríamente calculado. Él no está aquí para un cortejo, sino para una penitencia. Es un peón. Y mañana, ese peón va a cargar papas, y después, se irá de mi vida. Definitivamente."