Si volvía la vista atrás, no era capaz de asimilar el traqueteo que había supuesto mi vida, por ello intentaba solamente pensar en el futuro, lo que tampoco era nada sencillo.
Lleva dos meses viviendo con los archiduques, este hecho había provocado todo tipo de rumores. Al parecer, la soltería de Toni y la mía estaba en boca de todos. Por suerte, nadie hablaba con maldad y ninguna mente había considerado mancillar mi buen nombre. El primer mes que permanece junto a ellos, hicimos correr el rumor de que había caído gravemente enferma, y la gente había dejado de hacer preguntas, seguramente habían llegado a la conclusión de que tras un periodo largo de recuperación, la archiduquesa me habían tomado cariño e invitado a permanecer una temporada con ellos. Además, para acallar cualquier duda, Viola, la archiduquesa, muy astutamente había dejado caer en algunas conversaciones, con sus amistades más cotillas, lo contenta que estaba de que yo al fin hubiera aceptado pasar con ellos un tiempo. Ella le decía a todo el mundo que se consideraba como mi tutora, y que se veía en la obligación de no dejarme sola tras la muerte de mi padre.
Yo tan siquiera me había dignado a volver a mi casa a recoger las cosas, tampoco había aceptado que nadie me visitara. En un principio, los London estuvieron conformes ya que ellos pensaban que estaba enferma. Sin embargo, las cartas que recibía de ésta familia eran innumerables, pero poco a poco y tras mi prolongado silencio tan solo Marta continuó escribiendo. He de confesar, que no pude resistirme a contestar algunas de sus cartas, estaba segura de que nuestra amistad no había sido fingida, pero el rencor y el miedo hicieron que mis contestaciones apenas fueran un par de líneas. Fran había venido a verme en muchas ocasiones, pero Toni nunca le había dejado entrar. Por último, estaba Víctor, ¡Cómo lo odiaba! Las palabras que había dicho sobre mí en la biblioteca se habían quedado grabadas en mi mente, por ello le pedí a Toni que le comunicara que desde ese momento él sería quien me ayudara con mis obligaciones.
Los archiduquesa estaban sorprendidos por lo bien preparada y eficaz que era respecto a mis obligaciones. Era cierto que la situación en la que me encontraba era muy extraña, yo siendo mujer había heredado dos títulos, cosa inaudita en nuestra sociedad, pero si deseaba continuar teniéndolos sin poner a nadie en mi contra debía continuar con el trabajo de mi padre, pero ¿cómo podía hacerlo con todo lo que había ocurrido?
...
Una tarde de principios de febrero Toni y yo nos encontrábamos frente al pequeño cofre que mi padre había dejado para mí. Esa no era la primera vez que pasábamos toda una tarde frente al cofre sin obtener nada.
-A ver, ya sabemos que no se trata de una llave como tal, sino más bien de algo redondo y pequeño... -volvió a decir Toni- Sira... se que estas frustrada, yo también lo estoy créeme, pero... podrías dejar de jugar con el anillo por favor... me pones nervioso.
Aquello hizo que me detuviera en seco y que el anillo resbalara de entre mis dedos y cayera al suelo, los dos nos agachamos a recogerlo y cuando Toni lo levantó colocándolo a la altura de mis ojos un susurro se escapó entre mis labios.
- Es pequeño y redondo...
Nos acercamos sin decir palabra aguantando la respiración... ¿habíamos encontrado al fin la manera de abrir aquel cofre? Intrude la piedra en el agujero, cabía a la perfección, lo hice girar un par de veces y una serie de chics anunció que el cofre se había abierto. Contemplé aquel pequeño cofre de hierro un par de segundos más y cautelosamente lo abrí.
En su interior solo había un par de papeles. Dos cartas y un pequeño retrato de una hermosa mujer.
-No sé quién es ella- dijo Toni- Pero es tan sexy como tú- aquello me hizo reír, Toni nunca dejaba que un momento, por muy tenso que fuera, le quitara sus ganas de coquetear o decir tonterías.
-Yo tampoco sé quién es...- Tomé una de las cartas y la leí en voz alta.
Querido hermano:
Se que padre me odiará cuando se entere de esto, por ello recurro a ti. Estoy en cinta y en unas semanas daré a luz a mi hijo, esa fue la razón por la que le pedí a padre que me dejara permanecer en el campo cuatro meses. Queridísimo José Fella, hermano, nada ha salido como yo esperaba, mi amor resultó ser un canalla despreciable, y algo me dice que jamás veré como mi retoño crece. Te suplico que te encargues de él o de ella, que lo cuides como a lo que es, tu sobrino pero que nadie sepa que es bastardo... sabes muy bien cómo sería despreciado y desterrado de nuestra sociedad.
Hermano perdóname, disculpa mi ignorancia e ingenuidad y recuérdame como a la que fui y no a la que soy.
Con todo mi amor
Sira
Me dejé caer en el sillón, aquello era demasiada información. Mi padre había tenido una hermana, una hermana que había sido mancillada en secreto... y yo, yo tenía un primo o una prima o yo.... ¡yo era hija de mi tia! Empecé a respirar entrecortada mente y mi cuerpo comenzó a temblar. Toni se sentó a mi lado y me abrazó tiernamente mientras me acariciaba la espalda.