Toni me despertó delicadamente, el carruaje se había detenido. Miré por la ventana y todo mi cuerpo se relajó, estábamos en casa.
A las ocho de la mañana una criada vino a despertarme, había dado indicaciones de que así lo hicieran, porque a pesar de que habíamos llegado muy entrada la noche yo no quería perder ni un segundo. Cuando baje a desayunar me encontré con Toni, por su cara pude deducir que no había pasado muy buena noche.
-¿No has dormido bien? ¿Deseas que te cambien el colchón?
-Sira, no quiero que te preocupes por mí, el colchón era perfecto... gracias.
Desayunamos completamente en silencio, absortos en nuestros pensamientos. Después mande llamar al mayordomo y a la ama de llaves. Ambos llevaban trabajando para nuestra familia más de treinta años, por lo que quizás podria. Contarnos algo sobre la hermana de mi padre. Ambos entraron en la sala e hicieron una reverencia.
-Buenos días- dije con tono muy solemne.
-Buenos días Duquesa- respondieron al unísono.
-Bien, primero quería darles las gracias por lo bien que han cuidado y dirigido todo en mi ausencia. Y en segundo lugar desearía que se sentarán, el tema del que les voy a hablar es muy delicado...-ambos se miraron sorprendidos- necesito que sean totalmente sinceros conmigo, rompiendo cualquier tipo de promesa que le hicieran a mi padre, se que les pido demasiado, pero la situación lo requiere ¿Conocieron a mi tia Sira?- No hizo falta que respondieran, sus caras me habían dado la respuesta que necesitaba- Bien, que pueden contarme de ella y de los hechos que rodearon su muerte.
El mayordomo carraspeo un poco, pero pronto desató su lengua.
-Duquesa, quiero que sepa que su padre no nos dijo que no deseaba volver a oír ni una palabra de su hermana, por eso jamás habrá escuchado a un solo criado mencionarla.
-Gracias por la aclaración Jaime, podría decirme algo más.
-La verdad es que yo llevaba un par de años en este puesto cuando ella falleció, su muerto nos pilló por sorpresa a todos. Ella se había retirado al campo unos meses, al parecer se había enamorado de un joven que no le correspondía y su padre le permitió alejarse de la gente para poder recuperarse. Dijeron que había sido un ataque al corazón, nada que pudiera haberse evitado... lo siento mucho Duquesa, pero quiero que sepa que su padre estuvo junto a ella la semana antes de su muerte.
Aquello era muy interesante, al parecer mi padre había logrado guardar muy bien el secreto de mi tia, o quizás los criados fueran excesivamente leales.
-Y usted María, ¿tendría algo más que añadir?
-Duquesa yo... yo era una simple criada entonces... tan solo me enteré de los rumores que corrían por la casa, pero nada más.
-¿Qué rumores corrían?
-Poco más de lo que dijo Jaime, Duquesa.
-¿Sabéis quien era su dama de compañía? ¿O si alguna criada la acompañó?-tenía tantas preguntas, pero me controlé, no quería que la desesperación fuera demasiado notoria.
-Duquesa, he de decirle que recuerdo que su tia se negó a que su dama la acompañara, fue algo sorprendente. Sin embargo la que había sido su institutriz de niña se fue con ella.
-¿Quién era? ¿Sigue trabajando en la casa?
-La señorita Sillat, pero no continúa bajo su servicio Duquesa, tras la muerte de su tia se quedó a vivir en un pueblecito cercano a la casa en la que había fallecido su tia.
-¿Qué casa era esa?
-La casa que usted tiene en Sables.
Aquella conversación no había sido tan satisfactoria como yo deseaba, pero por lo menos habíamos obtenido algo más de información. Toni había partido de inmediato a la casa, ya que no estaba a más de tres horas a Carballo de aquí, se había ido con la intención de hacer el mayor número de averiguaciones mientras yo registraba la habitación de mi tia.
Había tantas habitaciones desocupadas en la casa que jamás había deparado en aquella. A la ama de llaves le costó mucho encontrar la que abría aquella puerta, pero finalmente lo hizo. Aquella estancia llevaba muchísimos años sin ser abierta, un olor a humedad y polvo flotaba en la habitación. Pedí al servicio que abriera las ventanas, y después me quedé sola. Esa habitación me recordaba mucho a la mía, era amplia pero sencilla con una gran cama en el centro un tocador, un pequeño escritorio y un gran ropero.
Desperté mis dotes de detective y me puse a rebuscar entre las pertenencias de mi difunta tia sin saber muy bien que es lo que pretendía encontrar. Llevaba dos horas revolviéndolo todo cuando finalmente encontré algo, en el cajón central del escritorio había un retrato de un apuesto joven, le di la vuelta y leí Para mi amor. Siempre tuyo. V. ¡Por fin una pista! Decidí que ya era suficiente por hoy, debía aclarar toda la información que me habían dado. Bajé al despacho de mi padre, ahora mío, y cogí uno de sus pequeños cuadernos de viaje, para anotar toda la información que teníamos de mi tia.