La Duquesa

XX

-¿No lo comprendes?- Volvió a decirme la archiduquesa. Estaba muy alterada, pero aun así mantenía las formas perfectamente- Sira te han sorprendido a solas con no uno sino dos hombre solteros. Se que no has hecho nada malo, pero los Greco, el matrimonio que os encontró, amenaza con delatarte si no anuncias en unos días tu compromiso con uno de los dos hombres- aquello me hizo volver a la realidad, cómo podía haberse añadido otra desgracia a mi vida, ¿acaso no había tenido ya suficiente?
-Se perfectamente en que situación me encuentro Viola- dije con firmeza- pero eso no lo hace más fácil- ella se acercó a mí y me abrazó.
Lo peor de todo es que no me dejaban opción, estaba siendo obligada a casarme, era eso o perderlo todo. Al no contar con la protección de un padre, un tío o cualquier tipo de familiar sanguíneo mi destino era decir que sí o quedarme sin títulos ni posesiones.
-¿Has tomado una decisión?-preguntó Viola separándose un poco de mí al escuchar mi suspiro.
-¿Qué decisión...? No tengo alternativa, debo casarme... y tampoco puedo elegir con quién de los dos. No puedo casarme con Fran... además del hecho de que quizás seamos hermanos, no desearía por nada del mundo tener que verme obligada a encontrarme con Victor...- fui bajando el tono de voz, hasta que me quedé callada. Estaba tremendamente triste, aquel día había dado un giro completo, pasó de ser uno de los más felices de mi vida a una verdadera desgracia.
El ánimo de Viola pareció cambiar ante mi discurso. Una cálida sonrisa se dibujó en su rostro y rápidamente volvió a abrazarme.
-Sira, sé que no es la manera en la que tú deseabas casarte, ni siquiera estoy segura de que quisieras hacerlo, pero ... de verdad que no podrías encontrar a nadie mejor que él. Toni es maravilloso, y no lo digo porque sea mi hijo.
Yo sabía todo aquello, Toni era estupendo, pero no lo había elegido yo, y mi libertad era algo que valoraba por encima de todo. Además, había un detalle que Viola había pasado por alto. No sabía si Toni estaría dispuesto a arruinar su vida con una mujer que quizás jamás podría ser realmente suya.
Unos golpes sonaron y Viola se acercó a la puerta.
-Bueno, creo que iré a comunicarles a los Greco tú decisión. Adelante...- alguien entró en el cuarto y ella lo abandonó. Yo no me atreví girarme, estaba segura de que Viola no habría dejado entrar a nadie indeseable o que viniera a incordiarme. A mis espaldas alguien se aclaró la voz.
-Sira... ¿podrías girarte?- Dijo Toni amablemente- Me gustaría que me miraras cuando te pregunte esto.-Aquella última frase hizo que tuviera menos ganas aun de girarme., pero aun así lo hice.- Se que esta situación es desagradable para los dos, pero para mí sería un honor que aceptaras ser mi esposa.
-Te ruego que no finjas que esta situación era lo que tú querías Toni- dije al tiempo que me giraba- eres estupendo y de veras quiero que seas libre para elegir con quien casarte, se que yo no tengo opción pero tú sí..., yo odio la situación en la que nos han puesto, odio tener que casarme a la fuerza, odio no poder decidir por mí misma, odio..
-Ya me ha quedado claro- dijo Toni cortando mi discurso- Odias tener que casarte conmigo. Ninguno de los dos habíamos planeado casarnos por obligación, pero no puedo permitir que pierdas todo lo que tienes por mi culpa. Así que, en tus manos esta decir que sí o que no.
-En mis manos no hay nada- dije mostrándole mis palmas- me lo arrebatarán todo si no obedezco sus deseos...
-¿Tan horrible crees que será una vida junto a mí?
-Toni, se cómo eres...pero quiero que sepas que si nos casamos no tendrás ninguna obligación para conmigo, serás libre de hacer lo que te plazca y con quien te plazca, no pienso obligarte a compartir mi infelicidad.
El rostro de Toni se endureció, parecía que mis palabras tenían el efecto contrario al que yo había deseado. Qué le pasaba a ese hombre, le estaba ofreciendo lo que cualquiera hubiera podido querer, y él parecía molesto por ello.
-Desde que he entrado por esa puerta no has hecho más que insultarme... - dijo alzando la voz-y ni siquiera me has dado aún el sí. Quiero que tengas muy claro que se cómo soy, se que adoro a las mujeres y que a ellas les gusto, pero cuando me case no habrá más mujer en mi vida que mi esposa.- tomó aire y volvió a hablar con su tono habitual- No deseo que me compadezcas Sira, tarde o temprano tendría que casarme, tengo 26 años, quizás podría haber sido "libre" como tú dices unos cuantos años más, pero igual me habría tenido que casa con alguien de buena familia... así que no veo la diferencia.
Yo permanecí muda, Toni nunca me había hablado así. Al parecer los dos estábamos ante una situación que no deseábamos, pero yo era la única que me comportaba como una niña malcriada. Giré la cara indignada, mi orgullo jamás me dejaba sola.
-Esta bien...- dije firmemente- sabes que no tengo más remedio que ser tú esposa.
-Es justo lo que todo hombre quiere escuchar cuando pide a una dama en matrimonio- dijo dando media vuelta y marchándose de la habitación.




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