La Duquesa

XXIX

Un par de días después llegó Viola y yo nunca había estado más contenta de verla, ella se mantuvo serena y comenzó a dar órdenes a todo el mundo incluyéndome a mí.

-Sira estas horrible, y hueles a establo- Seguramente tenía razón, no me había separado del lado de Toni en tres días y antes de eso no me había duchado ni peinado desde antes de que nos secuestraran.- Vete a darte un baño, después comerás y dormirás, no quiero volver a verte hasta dentro de diez horas como mínimo.- Yo abrí la boca para rechistar- Como te atrevas a decir una palabra serán doce horas- me dijo como si fuera una niña recibiendo un castigo.

En verdad mi cuerpo necesitaba aquello, el baño y la comida me dieron unas fuerzas que no creía que me faltaran y el descanso me revivió. Cuando volví a la habitación de Toni, habían pasado más de quince horas, por lo visto mi cuerpo necesitaba dormir más de lo que a mí me hubiera gustado.

-El medico acaba de marcharse- me anunció Viola- Dice que Toni parece muy recuperado, pero que sus heridas necesitan más tiempo. Asegura que puede que despierte en cualquier momento.- Aquella fue la mejor noticia que me habían dado nunca, sin pensarlo me abalance sobre Viola y ella me devolvió el abrazo.- Te dejo un rato con él, enseguida regreso.

Yo me recosté al otro lado de la cama y no pude evitar sonreír, iba a despertar, iba a volver conmigo. Comencé a leer un libro, pero las horas que había dormido no habían sido suficientes para mi cuerpo y me quede dormida agarrando la mano de Toni.

-Tenías que haberla visto cuando llegue- oí decir a Viola- parecía una pordiosera, creo que no se había separado ni un segundo de tu lago. Abrí los ojos lentamente y parpadee para que mi cerebro procesara la imagen que estaba contemplando. Toni estaba sentado en la cama, continuaba teniendo un aspecto enfermizo, pero en su rostro había una gran sonrisa.

-Buenos días bella dormilona- Aquellas palabras fueron suficientes para que yo rompiera a llorar y me abalanzara sobre él.

-No vuelvas a darme este susto jamás- le dije entrecortadamente mientras él limpiaba las lágrimas de mis ojos.

-Ya paso- dijo consolándome.

-Te quiero- dije levantando mi mirada. Toni pareció sorprendido por mis palabras pero no contestó.- He dicho que te quiero, estoy enamorada de ti y no pienso dejarte ir nunca.- En su rostro se dibujó una sonrisa de oreja a oreja. Con el brazo que no tenía vendado me atrajo a él y nos fundimos en un beso. De pronto recordé que Viola estaba en la habitación y me aparté rápidamente de Toni.

-Se ha marchado- dijo Toni leyéndome la mente- Solo estamos tu y yo.

-Y... ¿tienes algo que decirme?- dije juguetona

-No...- dijo el fingiendo intentar recordar algo.- Creo que no he olvidado decirte nada..

-Serás... - comencé a decir, pero él me interrumpió con un beso.

-Te quiero Sira, y ahora puedo asegurarte que no me arrepiento de haberme casado contigo.

Pasamos las siguientes semanas riendo y hablando. Toni no podía salir de la cama hasta que no estuviera mejor. Y los dos recuperamos juntos el tiempo desperdiciado.

Uno de los primero días que salíamos a dar un paseo por el jardín nos llegó una carta de Fran.

Querida Sira,

Se que no es tu mayor reocupación en estos momentos, pero sabiendo que la salud de Toni ha mejorado considerablemente, creo que ya es hora de narrarte los acontecimientos que llevaron a mi padre a cometer tal atroces actos.

Antes de comenzar, y con ello no deseo que me eximas de toda culpa, quiero que sepas que yo no tenía conocimiento de ello, hasta el día en el que nos encontramos en el cuerno y me dijiste que quizás éramos hermanos.

Cuando mi padre era joven le encantaba beber y apostal y tal era su adicción que un día puso sobre la mesa sus títulos y propiedades, pensando que la partida estaba ganada. Como podrás imaginar, lo perdió todo. Desconsolado acudió a tu padre. El Duque era un buen hombre y accedió a recuperar lo que le pertenecía a mi padre. Más una vez lo hizo no se los dio a mi padre, le dijo que serían para el siguiente heredero London,, que él había despreciado todo lo que tenía ofreciéndolo en una apuesta. Mi padre se enfadó muchísimo, pero viendo que no le quedaba alternativa continuó dirigiendo sus propiedades como si nada hubiera pasado.

Unos meses después tu tía Sira volvió a casa y mi padre decidió que ella sería perfecta, solo tenía que convencerla de robarle a su hermano lo que él consideraba que era suyo. Pero por lo visto tu tía era fiel a su apellido, y no quiso saber nada de mi padre cuando se enteró de las intenciones de este.

Por lo visto los años fueron pasando y mi padre se relajó al comprobar que el Duque no había sido informado de las fechorías que él le había hecho a su hermana Sira. Más una tarde, el día que tu padre celebraba el baile antes de partir a el que sería su último viaje, tu padre convocó al mío con urgencia en un lugar apartado, y mi padre aterrado aprovecho la oportunidad y ... ya conoces el resto de la historia.




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