La noche del aniversario del reino se transformó en una pesadilla de fuego. Las llamas danzaban salvajemente en el salón de baile, devorando todo a su paso. Entre el caos y el pánico, los guardias nos arrastraron a mí y a los demás invitados hacia la salida, lejos del infierno.
Desperté sobresaltada en mi alcoba, con mi hijo menor acurrucado a mi lado, sus ojos llenos de inquietud
—¿Qué pasa, cariño? —le pregunté, intentando ocultar mi propia angustia.
—Las cosas están flotando, mamá —respondió con un hilo de voz.
Lo abracé con fuerza, tratando de transmitirle calma.
—Tranquilo, mi amor. No es nada malo, solo un pequeño truco de magia.
Pero la verdad era que algo extraño estaba ocurriendo. Algo que escapaba a mi comprensión. Algunos susurraban que mi magia se había descontrolado, otros murmuraban que estaba perdiendo la cordura. Pero yo sabía, en lo más profundo de mi ser, que no era así.
—Estoy bien, mi vida —le aseguré con una sonrisa fingida.
Él me devolvió la sonrisa, aunque su mirada aún reflejaba cierta incertidumbre.
—¿Dónde están tus hermanos? —le pregunté.
—En el jardín, mamá.
Cerré los ojos por un instante, tratando de recuperar la compostura. Debía mantener la calma, por el bien de mis hijos y del ducado.
Mientras tanto, en las calles de la ciudad, un diario sensacionalista comenzaba a difundir sus propias teorías sobre lo sucedido.
¡Saludos, mis adorados lectores de este diario! Aquí su fiel escritora, lista para deleitarlos con jugosas novedades.
Se rumorea en los pasillos más exclusivos que la Duquesa ha sufrido uno de esos... peculiares episodios. Las lenguas viperinas susurran sus teorías que su magia se desboca sin control, que su mente brillante se desvía hacia senderos inexplorados, ¡algunos incluso se atreven a hablar de "locura"!
Pero seamos sinceros, ¿a quién sorprende que la Duquesa esté al borde del abismo? Con su extravagante estilo de vida y sus decisiones impredecibles, no sería extraño que en unos años el ducado termine en la ruina. O peor aún, que arrastrara consigo a sus tres hijos.
Y aquí reside la verdadera cuestión es ¿quién heredará el famoso ducado? ¿El hijo mayor, con su aire de solemnidad y su aparente falta de carisma? ¿La primogénita, con su belleza deslumbrante y su ambición desmedida? ¿O tal vez alguno de los hijos adoptivos, cuyas lealtades son tan misteriosas como sus orígenes?
¿Quién tomará las riendas de este ducado? ¿Lo elevarán a nuevas alturas de gloria, o lo arrastrarán hacia la decadencia y la perdición? ¡Ah, mis queridos lectores, el futuro es un enigma fascinante!
Quinto año del encierro y salida.
Encontraba en mi cuarto en piyama sentado a un lado de la ventana tomando una como de vino y en eso alguien toca la puerta.
“Quien podría ser nadie viene a mi cuarto hace tiempo que habrá pasado”- dije-pese. era una de mis damas se veía nerviose le deje que pase.
–Es una carta del castillo dejo la carta en la mesa, le dije que se retira, comencé a leer la carta y dije que me alistaran y que alistarán el carruaje de inmediato en el camino me encontré a Evan que lucía sorprendió que saliera de mi curto me pregunta que se me sentía bien o necesitaba de un médico le dije que estaba bien.
Antes de salir pasar Evan mi hijo mayor me detuvo antes de salía y que estaba haciendo que no me habían visto en bastante tiempo le iba a responder y en seo llega mi dama, lucia nervios.
- ¿Qué haces, madre? No has salido de tu cuarto en años.
– Lo siento Duque, pero llego una carta del palacio dirigida para la duquesa.
-Les dije a todos que mi madre no estaba dispuesta a recibir cartas.
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Editado: 22.10.2025