Narra Cristhian
Sali de mi oficina tras un largo día agotador, mi asistente, Josué, me acompañaba por el pasillo diciéndome cual era mi horario de la próxima semana, ya mañana era viernes, la coronación del futuro Rey.
Y por supuesto, yo no estaré aquí mañana, y debo dejar todo listo para cuando me vaya.
Pase por los pasillos y baje a la planta baja, Josué me seguía hablando, pero mi atención se fue hacia los hombres que estaban hablando en la esquina.
-Me entere que se van a divorciar, ella le gusta otro hombre-los escuche reírse-Y no la culpo, el jefe es un adicto al trabajo, ni se como tuvieron a esos niños, antes de tenerlos se decía que era un gigolo, pero ahora que lo pienso, quizás esos niños no sean de el y sean de otro hombre, su esposa no es mas que una…-Se cayo al ver que sus compañeros le hacían señas de silencio al ver que me acercaba a ellos- ¿Qué?
- ¿Se puede saber que es mi esposa? -Lo interrumpí.
Se volteo para verme y sus ojos se agrandaron.
-Jefe, no era de usted de que hablaba, no se preocupe-Movió sus manos mientras retrocedía.
Le hice señas a uno de los guardias que estaban cerca.
-Llévenselos-Ellos hicieron caso y los arrastraron, aunque ninguno de ellos hacia caso y trataban de zafarse del agarre-Josué-Llame a mi asistente cuando no vi rastros de aquellos hombres-Hazle entender que tienen prohibido hablar de mi esposa, y mucho menos hablar de mi matrimonio y mi familia, diles que sus opiniones se tomaran en cuenta cuando alguno de ellos se case o consiga alguna mujer que los vea como hombre.
Josué asintió.
-Ya me pasé de mi hora de trabajo, cuando termines con ellos, vete a casa, yo me iré antes, mi familia me espera para cenar.
Era raro pronunciar esas palabras, casi no mencionaba a mi familia, específicamente a mi esposa, y obviamente tenías mis razones.
Mientras tomaba mi caballo y me subía sobre él, mi mente se fue hacia lo que había ocurrido anoche, mi esposa me estaba seduciendo a la perfección.
Lo que yo no imaginaba era caer en la tentación, le había dado una oportunidad, confiaría en ella y tras decirle eso salió corriendo de mi despacho con las mejillas sonrojadas, no la vi esta mañana, pero supongo que después de aquel beso se encuentre algo tímida.
O eso fue lo que pensé hasta que Rosa me informo que había salido a llevar a los niños a la estancia y que luego iría al mercado.
Decidí confiar en ella, solo espero que cuando abra aquella puerta este ella esperándome.
Me baje del caballo cuando estuve frente a la puerta principal y camine hacia la entrada, donde uno de los sirvientes me abrió la puerta.
- ¿Dónde están mis hijos y mi esposa? -Pregunte de inmediato quitándome los primeros botones de la camisa.
-están en la sala, señor-Respondió y camine enseguida en esa dirección.
Escuche risas y a mis hijos hablando.
Me quede sorprendido al ver a mis hijos con ropa encima de ellos, Emma con un vestido y Ethan con un traje a juego.
-Papi, llegaste-Emma se abalanzo hacia mí y me abrazo.
-Mira que hermoso traje nos compro mami-Ethan me enseño el traje y me lo dio para que lo viera más de cerca-También te compro uno a ti.
Subí la vista y observé como Adriana me miraba a mí.
-Espero que te guste el rojo-Menciono antes de pasarme una caja, baje a Emma y la tome.
-No era necesario-Le dije de inmediato.
-Se que tenias muchos trajes, pero me gusto este y pensé en lo bien que se te vería, así que lo pedí para que te lo pusieras mañana, en fin, nos compre ropa a todos-Hablo emocionada.
Deje la caja y me acerque a ella.
-Gracias.
-No hay de que, para eso esta tu esposa, para comprarte ropa, ya que terminamos aquí, vamos a cenar me muero de hambre-Se levanto y se dirigió hacia la cocina-Preparé empanadillas llenas de pollo y de postre un pastel de calabaza-Salió de la cocina con unos platillos en mano, comamos todos juntos, le di el día libre a Rosa.
Me acerqué a ella y me senté en la mesa.
-Muchas gracias por la comida.
Todos comimos juntos y me sorprendí al ver que mis hijos no paraban de reír durante la cena, ni siquiera cuando probaban algo.
Tras eso, mi esposa se llevo nuestros hijos a su habitación para dormir juntos, dijo que se encargaría de ellos durante esta noche y que mañana hablaríamos.
…
A la mañana siguiente me desperté y me toco salir a confirmar el carruaje, y la hora, cuando volví a casa a penas me daba tiempo para arreglarme y llegar a tiempo.
Me di una ducha y me arreglé para el evento, el carruaje debe estar ya esperándonos abajo.
-Papi, mami mando a preguntar que, si estabas listo, nos espera allá abajo-Asentí y observé a mi pequeño hijo.
Ya no era pequeño, era casi un caballero y eso me dio a entender que ya casi tenia edad para irse a entrenar, Adriana me va a querer matar cuando se entere, pero era algo obligatorio.
Los niños cuando cumplían siete años eran obligados a ser llevados a los servicios de pequeños caballeros y volvían cuando cumplían dieciocho años, o incluso veintiuno.
Esto era algo obligatorio, triste, pero obligatorio.
Tome la mano de mi hijo y baje las escaleras junto a él.
Ahí nos esperaban nuestras chicas, vestidas iguales, aunque el vestido de Emma era ancho en su falda, el de Adriana era ajustado en la parte de arriba y abajo caía como una hermosa fuente por sus caderas.
-Se ven hermosísimas-Abrace a mi pequeña.
-Lo sabemos-Afirmo Adriana dándome un pequeño beso en los labios-Pero nuestros hombres no se quedan atrás.
Beso en la mejilla a Ethan y note como la tintura de labios se le quedaba marcada en esta, posiblemente yo este igual.
-Vamos, se nos hará tarde para el gran día-Asiento y me acerque para abrirle la puerta a todos.
No se si asustarme por lo que iba a pasar hoy o por la gran sonrisa que tenia que tenia mi esposa mientras nos dirigíamos al palacio.