Cuando caí sobre el barro tras un golpe en la cabeza, la realidad se distorsionó. Algo arrastró mi cuerpo por el suelo y el cielo dejó de existir; en su lugar quedó un vacío que se curvaba sobre sí mismo, teñido de oscuridad. Luego vinieron las sombras, sin forma, sin nombre, sin límites. Se alargaban y encogían sobre mí como ramas movidas por un viento que no pertenecía a este mundo. Sentí cómo me sujetaban con fuerza y me arrancaban de mi misma, o tal vez fue mi alma tratando de escapar de la verdad.
El frío me caló hasta los huesos: la tierra mojada, mi piel desprotegida, la soledad de encontrarme desnuda ante un ser extraño. Mi voluntad se deshizo; era una marioneta rota, manejada y violentada. Algo se quebró dentro de mí, como un cristal bajo un pie desnudo, pero no eran pedazos de cristal, sino fragmentos de mi infancia arrancados sin piedad. Intenté gritar, pero cada súplica era ahogada por golpes que me arrastraban hacia la inconsciencia.
Cuando abrí los ojos, estaba en un lugar imposible: paredes que ondulaban sin color, luces que cegaban como soles diminutos y voces que se filtraban en mi mente como pájaros perdidos. El aire olía a hierro y desinfectante, ajeno y hostil, como si hubiera atravesado una grieta entre realidades.
Figuras con máscaras, vacías y precisas, se inclinaban sobre mí; sus guantes se movían con control extraño, manipulando mi cuerpo y borrando recuerdos. Los pitidos de máquinas invisibles me aseguraban que estaba viva, aunque no podía sentirlo. Cada vez que cerraba los ojos, las sombras regresaban, balanceándose sobre mí como ramas que intentan atraparme, recordándome el frío barro y la sensación de haber sido despojada de todo.
El tiempo se evaporó. Rostros cadavéricos me vigilaban: lagrimales rojos, ojeras púrpuras, miradas cargadas de compasión y desdén a la vez. No había principio ni fin; los segundos se derretían en un flujo imposible, y mi infancia había sido arrancada como un velo. Solo quedaba esta versión de mí, obligada a existir en un mundo que no me reconocía, donde cada instante era un laberinto de dolor, confusión y miedo, un lugar creado para borrarme a mi misma.
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Editado: 16.09.2025