La Edad de Cristal

Capítulo 2

-¿Y dónde está mi hermano?- preguntó sintiéndose totalmente desorientada -¿qué pasó?

La anciana señora alzó una mano invitándola a calmarse. Daia se calló y respiró profundo.

-Lucian, uno de los caballeros, te trajo aquí anoche, tenías una herida en el hombro, otra en la parte baja de la espalda y un par de costillas rotas. Tuviste mucha suerte de que te trajeran antes de morir desangrada.

Daia no se sorprendió del daño sufrido por su cuerpo, ya había presenciado el daño que las personas podían hacer. Val nunca se recuperó, ella había tenido suerte.

Abrió la boca para volver a hablar, pero la enfermera la interrumpió.

-Si tienes más preguntas, deberías hablar con Lucian. Si no se ha levantado, lo hará pronto... odia estar en la enfermería.

Daia asintió atontada y la enfermera se fue dando un gran bostezo después de despedirse.

La chica buscó la puerta con la vista y salió a un gran pasillo de techo alto y candeleros de cristal, tenía un aire formal que no poseía la enfermería.

Cayendo en cuenta de pronto, se llevó las manos a la cabeza y notó desesperadamente que sus azules cabellos estaban a la vista, no tenía con qué cubrirse, lo que le preocupó. Pero una voz la sacó de su ensimismamiento.

-Veo que despertaste ¿cómo te sientes?- volteó asustada, sus manos temblaban sin parar, aunque la grave voz era bastante calmada y mostraba un dejo de preocupación poco característico entre las personas que le dirigían la palabra.

Era aquel muchacho. Daia pudo reconocerlo por su cabello desordenado y las facciones que pudo detallar mejor bajo la luz artificial de las lámparas de aceite. No llevaba la armadura, sino un pantalón gris y una camisa blanca que parecía quedarle varias tallas grande. Tenía un brazo vendado y sujeto al cuello por una tela del mismo color. Dos esmeraldas brillaban curiosas en sus ojos y mostraba una media sonrisa que lo hacía lucir bastante atractivo. Daia frunció el ceño, las personas atractivas suelen ser las más peligrosas.

-¿Quién eres tú?- preguntó la chica a la defensiva. Lucian elevó mucho las cejas, sorprendido.

-Mi nombre es Lucian- respondió con voz calmada -yo te traje aquí anoche.

Algo se relajó en el cuerpo de Daia, pero no lo demostró.

-¿Qué pasó? ¿Dónde está mi hermano?

-Estabas sola cuando te encontré. No había nadie más... la casa estaba a oscuras.- empezó él.

Daia no tardó en demostrar su preocupación- No pensé que hubiese alguien más...

-¿Cómo salgo de este lugar?- preguntó ella, interrumpiéndolo.

-¿A dónde piensas ir?

-¡Tengo que buscar a mi hermano!- sentenció Daia angustiada y con los ojos llenos de lágrimas que no se permitía soltar.

-Te acompaño- dijo Lucian. La chica negó con la cabeza, algo sorprendida- si le sucedió algo, necesitarás ayuda.

-Y supongo que un guardia altruista y lastimado ayudará bastante- contestó sarcástica. De inmediato se sintió incómoda con su comentario, estaba siendo una idiota con quien se había comportado amable- lo siento.

Lucian la miró con sorpresa y algo de rabia.

-No importa, te acompañaré hasta tu casa a buscar a tu hermano.

La chica lo miró con una ceja levantada, intentando descubrir si ese muchacho misteriosamente amable estaba planeando algo en su contra. No pudo encontrar nada, pero no se sintió del todo tranquila.

Asintió con la cabeza y Lucian los guió hacia la salida.

-Casi siempre, la enfermería se llena durante las noches de caballeros heridos- dijo él, mientras ambos salían por una puerta trasera, pequeña y de madera -por eso, la habitación donde atienden a los heridos está estratégicamente cerca de muchas entradas. Saldremos por una puerta de servidumbre, tendremos que caminar más, pero llamaremos menos la atención.

La muchacha caminó detrás de él, mirando al suelo, con la cabeza perdida en su hermano. De pronto reparó en las palabras de su acompañante y asintió con la cabeza murmurando un corto "sí", sin saber del todo lo que Lucian le estaba diciendo.

El día estaba nublado, parecía estar a punto de llover, el pasto se veía fresco y verde, pero Daia seguía pensando únicamente en su hermano, deseando en silencio que estuviese bien.



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En el texto hay: fantasia, aventuras magicas

Editado: 02.11.2019

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