La edad de las bestias

Capítulo 11 - Agente de Calathra (Wander)

Jhin se opuso rotundamente cuando Wander le pidió que se quedase con Theron. Wander debía ir a un sitio solo y no podía permitir que le acompañase. Además, Theron llevaba una resaca tan grande que se había sentado en una de las mesas más apartadas de la taberna dentro de la posada y se negaba a moverse de allí. Al final, a Jhin no le quedó más remedio que aceptar y le hizo prometer a Wander que tardaría lo menos posible, pues tenía mucho miedo de que algún habitante de Villa Plateada la identificase como Rymka. Fue una de las conversaciones que se repitió todo el tiempo desde que pusieron un pie en Pollswin.

La noche anterior, Theron les habló de una bestia enorme que había aparecido en Pollswin. Esa información les pareció relevante tanto a Jhin como a Wander, y ambos pensaron que si eran capaces de llegar hasta ella, podrían obtener pistas sobre su aparición. Aparte de ello, al salir de la cueva de paso, se encontraron de bruces con bastantes bestias peligrosas, a las que tuvieron que hacer frente sin mucho esfuerzo. Era evidente que la situación estaba empeorando, ya que en Cintheria, salvo por la criatura con cuatro cuernos, no habían visto nada fuera de lo común.

Para poder llegar a esa bestia necesitaban un permiso directo del rey de Pollswin, Arthur, y Wander creía saber como obtenerlo. Tan pronto como pudo, abandonó la posada y caminó de forma desinteresada por el pueblo. Tuvo que actuar como un turista que vagaba perdido por las calles para no levantar sospechas, ya que nadie le conocería y, en una villa tan pequeña, todo el mundo se conocía. Sin embargo, Wander tenía muy claro su destino.

Poco a poco fue dirigiéndose al límite suroeste del pueblo, donde se encontraba una de las casas más austeras de todo el lugar. Nada más llegar, se aseguró de que nadie le estaba viendo y llamó a la puerta: primero con tres golpes seguidos, otro golpe más fuerte y cinco golpes con musicalidad, empleando solo el nudillo de su dedo índice. Esperó unos pocos segundos y la puerta se abrió.

Al otro lado se encontraba una mujer de mediana edad, con el pelo largo, canoso, recogido con un lazo, patas de gallo y bastantes arrugas, aunque era difícil determinar si eran por la edad o por su extrema delgadez. La mujer miró a Wander de arriba a abajo, puso los ojos en blanco y le hizo un gesto para que entrase en la casa. La señora llevaba un vestido simple de color marrón y una chaqueta que le cubría la parte de arriba del tronco con una bufanda del mismo color. Wander y ella se acercaron a dos sofás que estaban enfrentados y se sentaron a la vez.

—Hola, Camila —saludó Wander.

—¿Qué quieres de mí? —respondió directa con una voz rota.

Camila era una de las informantes de Calathra en Pollswin y cuando Wander necesitaba algo durante sus misiones solía acudir a ella. Ella se trataba de una habitante de Pollswin qué tiempo atrás había vendido sus servicios a Calathra, a cambio de una buena cantidad de oro. No obstante, en esa ocasión Camila parecía nerviosa y muy poco colaborativa.

—Empecemos de nuevo —dijo ella antes de que Wander encontrase una manera de enredarla—. ¿Qué haces en Pollswin?

—Cumplir una misión —se limitó a explicar Wander.

—Eso ya me lo imaginaba, joven. No juegues con mi paciencia.

Wander empezó a sentirse inquieto igual que Camila. La mujer estaba agitando su pierna izquierda y no paraba de morderse las uñas de su mano derecha. Algo estaba pasando y él no se había enterado. Aun así, insistió.

—Necesito un favor, Camila.

—Como siempre, Wander —replicó con dureza.

—Necesito que nos consigas a mí y a dos compañeros una audiencia con el rey Arthur.

Camila levantó su ceja izquierda y no ocultó su curiosidad. Se levantó despacio y miró por cada ventana para corroborar que no había nadie fisgoneando. Después cerró todas y cada de una de ellas antes de regresar al sofá.

—¿Para qué deseas ver al rey?

Wander le explicó a Camila que había oído hablar de la gran bestia que se había manifestado en el bosque Rimouwin de Pollswin, al pie del Pico Argénteo. También insistió en que quería ayudar a sus vecinos y acabar con la amenaza de una vez por todas.

—Wander, Wander, Wander… —repitió su nombre Camila cerrando los ojos y negando con la cabeza—. Olvidas con quién estás hablando. Sé que te has juntado con un cazador de bestias y que has estado viajando con una maga elemental de Cintheria.

Las cejas de Wander tan solo temblaron un milímetro, logrando controlar cualquier emoción al escuchar la afirmación de Camila. «¿Cómo se ha enterado tan pronto?», se preguntó Wander tratando de mantener la calma.

—Ese cazador no es nada silencioso y la chica que te acompaña no lleva una vestimenta precisamente vulgar —explicó Camila leyendo la mente del chico—. El rey Arthur ha prohibido a cualquier cazador de bestias acercarse a ese monstruo, ya que por culpa del gremio la situación se ha agravado.

—¿Cómo se puede agravar?

—Esa información es confidencial y no te la voy a compartir —rechazó contundente la pregunta Camila—. Wander… Arthur está perdiendo los papeles, la relación entre Cintheria y Calathra cada vez es mejor y eso no le gusta un pelo. Para colmo, de golpe aparece una bestia en nuestras tierras. La situación está fuera de control. Por eso no puedo ayudarte ahora y por eso deberías volver a Calathra y decirle a Lurtz que lo que sea que te ha pedido no puede cumplirse.



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En el texto hay: fantasia, aventura, dioses antiguos

Editado: 13.09.2024

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