La edad de las bestias

Capítulo 12 - Reunión (Jhin)

El día junto al cazador de bestias fue más aburrido para Jhin de lo que hubiera cabido esperar. Theron se pasó la mañana emitiendo rugidos y quejidos cada vez que algún cliente de la posada elevaba un poco más el tono de lo habitual. Para Jhin fue tranquilizador, pues no tenía ganas de hacer de niñera de un cazador de bestias de dos metros. Al mediodía, Theron se marchó a echarse una siesta a su habitación, a pesar de las advertencias de Jhin, ya que la hora para dejarla libre ya había pasado y el cazador no tenía la menor intención de pagar más.

Jhin vio pasar a muchos ciudadanos y viajeros por la posada y, aunque su corazón palpitaba más deprisa cuando pasaban por su lado, la mayoría ni siquiera reparaba en que ella se encontraba ahí sentada. Comió un buen plato de sardinas con limón y una guarnición de patatas acompañadas de un buen vino especiado. No acostumbraba a tomar alcohol, pero hacía muchísimo frío en Villa Plateada y le serviría para entrar en calor. Sabía que en Pollswin, sobre todo en la parte norte, solía hacer más frío y los inviernos eran duros. Cuando Theron regresó junto a ella, intentó convencerla para que le pagase un plato como el que había comido ella, pero tan solo le dio para un poco de pan y carne.

Jhin estaba disfrutando de un precioso atardecer donde el sol teñía las nubes de naranja, rojo y rosado, cuando, por fin, Wander hizo acto de presencia. Entró aireado, dando bandazos y parecía preocupado por algo grave. Jhin levantó el brazo para indicarle donde estaban cuando el chico les vio en una de las mesas cercanas a la chimenea.

—Recoged todo, nos vamos —ordenó Wander—. ¡Ya!

Jhin no entendía que estaba pasando y Wander no parecía abierto a compartirlo. Theron se negó a cumplir las órdenes y le exigió que le entregase el permiso para ver al rey. Tras varias réplicas, llenas de insultos por parte de Theron y de frases cortantes por parte de Wander, Theron acabó aceptando la instrucción cuando Wander amenazó con arrojar el permiso a la chimenea si no lo hacía con la promesa de explicarse después. Jhin tuvo claro que si en vez de liarse a discutir en mitad de la posada Wander hubiera cedido, se habrían ahorrado unos minutos, pero ella prefería actuar como una mera espectadora.

Al abandonar la posada, vieron como varios soldados corrían de un lado para otro buscando algo. En ese momento, Wander les metió prisa, lo que hizo sospechar a Jhin. En las afueras de la ciudad, les esperaban tres caballos negros ensillados y preparados para partir. Wander se había encargado de que fuera así.

Lejos de Villa Plateada, las sospechas de Jhin se hicieron ciertas, cuando Wander les explicó a los dos que tras conseguir el permiso se enteró de que irían tras ellos a causa de Theron. Jhin observó que tras escuchar la noticia, el cazador de bestias se mantuvo en silencio gran parte del trayecto. Tomarían la ruta que daba al este, directa hacia Borean, la capital de Pollswin. El camino les forzaba a atravesar Puerto Nevado, otro de los pueblos de la zona noreste, puesto que en caso contrario debían atravesar el bosque Rimouwin que cubría todo el centro del reino.

Puerto Nevado era el típico pueblo que había crecido alrededor de un puerto marítimo. Los barcos que estaban atracados no podían echarse a la mar, debido a las heladas y las ventiscas. Al no ver señales de peligro, Wander sugirió pasar la noche allí. Alquilaron una habitación con dos camas para no levantar sospechas y Wander informó que él dormiría en el suelo. Theron intentó oponerse, pero Wander fue categórico en su decisión. Una vez instalados, Wander le pidió a Jhin dar una vuelta por el pueblo, dejando a Theron solo en la habitación para que no les vieran junto al cazador.

A Jhin le pilló por sorpresa que Wander le ofreciera dar un paseo juntos, pero tuvo que reconocer que le alegraba ver un poco de interés por su parte. De esa manera, la sorpresa fue todavía mayor cuando descubrió que el chico solo quería que se comprase una gabardina o abrigo que le cubriera todo el vestido. Jhin, se negó sin alternativa.

—Tienes que entenderlo —imploró Wander—. No pueden intuir que eres una maga o estaremos perdidos. Cuando estemos delante del rey debes llevar la gabardina y guardar tu sombrero.

Ante la insistencia de Wander, Jhin cedió y dejó que le comprase la dichosa gabardina. No iba a pagarlo ella, así que Wander eligió un abrigo de piel negro adornado con pelo de zorro teñido en las solapas del abrigo, el cuello, la capucha y los puños. Parecía más un abrigo de lujo que otra cosa, pero no encontraron nada que tapase todo el atuendo de Jhin. Wander propuso como otra opción que ella cambiase su vestuario al completo, pero por poco Jhin no le prendió fuego por siquiera pensarlo.

Sin mediar más palabra, regresaron juntos a la posada y nadie más abrió la boca. Theron les recibió contento, deseando compañía, pero su alegría se vio truncada, ya que les solicitó algún tipo de bebida alcohólica y los dos se negaron al unísono.

Dos días después, apretando al máximo a los caballos y parando lo justo para descansar, llegaron a Borean. Se trataba de una ciudad amurallada, aunque debido a la expansión había muchas casas y calles fuera de la muralla. Antes de atravesar las puertas de la misma, dejaron a los caballos en una posta para que les dieran comida y agua. Los dueños pusieron mala cara al ver el estado de los caballos, aunque aceptaron de buena gana alejar a los animales de sus jinetes irresponsables. Todas las casas estaban construidas con piedras muy gruesas y hacía que parecieran todas iguales.

Dentro de la muralla era todavía más exagerado, dándole un tono gris, descolorido y triste. Jhin, obediente, no se quitó el abrigo en ningún momento con miedo de que alguien pudiera descubrir que era una maga, de Cintheria o, peor aún, una Rymka. Agradeció ir acompañada de Theron, pues todas las miradas, insultos y desprecios iban hacia él.

El cazador de bestias parecía molesto y de vez en cuando respondía a las provocaciones. Wander tuvo que intervenir en dos o tres ocasiones, recordándoles a los dos que podían estar en peligro y era conveniente no llamar la atención. A Jhin le molestaba que la metiera en el mismo saco con el bruto cazador de bestias. Sin embargo, prefería estar callada y mantener el perfil bajo. Le aterraba la idea de permanecer en esa ciudad.



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En el texto hay: fantasia, aventura, dioses antiguos

Editado: 13.09.2024

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