La edad de las bestias

Capítulo 13 - La sacerdotisa guerrera (Wander)

Antes de que los guardias les arrastraran a la fuerza para sacarles de la sala del trono, Wander escuchó como su vieja amiga le pedía disculpas. Camila no era una chivata y por mucho que la presionaran no habría hablado jamás, por lo que sabía que si les había delatado era para salvar su propia vida. En Villa Plateada, intentó advertirle sobre el rey y cómo se le estaba yendo la cabeza, de modo que Wander no podía guardarla ningún rencor e incluso sentía cierta culpabilidad por no haber sido más prudente.

Los guardias fueron de todo menos delicados. La ruta hasta las puertas del castillo vino acompañada de agarrones, empujones, patadas y, cuando llegaron a su destino, lanzaron a Wander y a Jhin al suelo. Intentaron lo mismo con Theron, pero no solo no pudieron, sino que se toparon cara a cara con el cazador de bestias, que amenazó con darles una paliza si volvían a ponerles un dedo encima. Una vez se marcharon los soldados asustados, Theron les ayudó a ponerse en pie.

—Siento haberos arrastrado a esto —se disculpó el cazador con el ceño fruncido—. Ha sido mi avaricia la que os ha obligado.

—No es cierto, Theron —confesó Wander sacudiéndose la tierra del chaleco—. Nosotros también teníamos interés en eliminar a la bestia. Soy yo quien se disculpa, pensaba que esto saldría bien —suspiró abatido—, debí haber hecho caso a las advertencias de Camila.

—De poco ayuda que nos lamentemos todos —intervino Jhin tratando de apremiar a sus compañeros—. Pensemos en qué vamos a hacer a partir de ahora y que sea rápido, por favor. —Jhin se agarró a los laterales de la capucha vigilando a todos los mirones que se habían acercado a fisgonear—. No soporto más esta ciudad.

Wander temía por el futuro de Camila, aunque le preocupaba más que pudieran detectar el linaje de Jhin, así que, tras lo ocurrido, decidieron partir juntos fuera de la ciudad. Creyeron prudente mantenerse unidos, al menos hasta que estuvieran lejos de Borean.

Antes de marcharse, Wander sugirió reponer provisiones, a lo que Jhin y Theron estuvieron de acuerdo. Theron les agradeció que contasen con él, puesto que estaba sin blanca y no veía posible ganar nada de dinero en Pollswin como cazador. Una vez estuvieron preparados para irse, Theron se marchó a buscar un contacto del gremio para confirmar la situación del líder. Les prometió regresar en poco tiempo y así comprobar si podría viajar con ellos a Calathra o su destino estaría en otro lugar, ya que los cazadores de bestias tenían incontables escondites por todo Hyllurd y no siempre permanecían en el mismo lugar.

Wander y Jhin esperaron a Theron cerca de la salida de la muralla hablando sobre su próximo destino. Jhin le transmitió su preocupación por la misión, aunque Wander sabía que se sentía aliviada por alejarse de Pollswin.

—Siento que le hemos fallado a Súrion —lamentó Jhin apoyada en la pared, intentando continuar lejos de miradas ajenas.

—Comparto ese sentimiento. El gobernador Lurtz estaría decepcionado.

—¿Por qué decepcionado? —Jhin tenía la nariz arrugada y una ceja levantada—. Súrion podría estar preocupado, enfadado por cómo nos ha tratado Arthur o entristecido porque se nos ponen las cosas complicadas, pero decepcionado jamás.

Wander cruzó los brazos y se apoyó en su pierna derecha viendo a la gente que paseaba por la calle. Permaneció un rato en silencio antes de responder.

—Los soldados de Calathra debemos alcanzar la excelencia —explicó malhumorado—. Cualquier fracaso es una decepción y nos debe servir de aprendizaje. —Era consciente de que Cintheria era muy opuesta a Calathra y estaba seguro de que Jhin jamás lo entendería—. El error es mío por no tener en cuenta las advertencias de Camila y haber insistido en conseguir el permiso. Camila es una informante de Calathra, tenía motivos para disuadirme y yo los ignoré.

—Todos cometemos errores. —Jhin avanzó un paso hacia Wander con las manos extendidas—. Si todos los magos que aprendemos no quemamos algo en el proceso, derruimos un muro o provocamos un vendaval, jamás podríamos controlar el poder con el que hemos nacido. Equivocarse forma parte del camino a la excelencia.

—En Calathra los errores se pagan caros y si los cometes también aprendes la lección, pero viene acompañada de un castigo —aclaró—. Mi castigo es cargar con que os he metido en una situación peligrosa.

—Todos asumimos riesgos —comentó Jhin en un tono condescendiente.

Wander sabía como era Calathra y una chica cono Jhin iba a llamar muchísimo la atención. No cometería el mismo error dos veces.

—Te mantendré a salvo si vamos a Calathra. Te lo prometo.

El sonido de unas pisadas alertó a Wander interponiéndose entre la persona recién llegada y Jhin. Si descubrían que era una Rymka debían atraparla pasando por encima de su propio cadáver.

Se trataba de la guardia del Octáreo que había permanecido cerca de Jhin durante la reunión con Arthur. El sol se reflejaba en su piel y viento mecía su moreno cabello por encima de sus hombros. Su rostro era el de una mujer curtida, tenía los ojos grandes y muy oscuros, que les miraban fijamente a los dos.

Se acercó a ellos dando largos pasos arrastrando el faldón por el suelo y, a un metro de distancia, se frenó con las manos en alto. No era tan alta como Theron, pero sí lo era más que Wander y a esa distancia se veía que era corpulenta y con una gran musculatura. Colgado, a su espalda, llevaba un arco de madera con adornos dorados y un carcaj a juego con su armadura.



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En el texto hay: fantasia, aventura, dioses antiguos

Editado: 10.12.2024

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