La edad de las bestias

Capítulo 16 - La verdad (Theron)

A la mañana siguiente, Theron fue el primero en despertar. Observó en silencio a Wander y Jhin y las dudas fueron apareciendo solas. ¿Cómo un soldado calathreno viajaba con una Rymka para matar bestias? Parecía una broma de mal gusto y sintió unas ganar irrefrenables de consultarles en cuanto despertasen, no obstante, no se fiaba de la sacerdotisa, así que si lo hacía quería que fuera en privado.

Por otro lado, estaba el asunto de Jhin. No se consideraba un erudito ni mucho menos sobre el pasado del mundo y tampoco le había importado antes, pero la palabra Rymka era muy conocida entre todos porque aparecía en los cuentos para niños, los mitos o las leyendas. Seres humanos todopoderosos que recibieron el don de la magia suprema a manos de Rymtarr, la diosa de la vida.

Todo el contexto religioso le importaba un pino, aunque había crecido con historias como las de “Taloc, el mago protector” que luchaba contra miles de bestias y era el héroe que adoraban todos los niños. En la historia no se contaba que Taloc tuviera los ojos rosados ni se le describía como un humano común. Supo desde qué la conoció que Jhin tenía algo especial, solo que era imposible imaginarse que era una Rymka superviviente. Por una razón que no habría sido capaz de explicar, al recibir esa noticia sintió un sentimiento enorme de proteger a la joven de todo el mundo.

Wander fue el siguiente en amanecer y casi al instante Phillia. La sacerdotisa trató de apremiarles para aprovechar las horas de luz y Wander lo aprobó, dejando a Theron solo, debido a que Jhin seguía durmiendo. Phillia terminó despertando a la joven, desayunaron algo de fruta y en nada estaban retomando el viaje.

Phillia les explicó que continuarían el camino principal hasta tomar el desvío a la entrada sur del bosque. No les quiso dar más detalles, lo cual revolvió el estómago de Theron, aunque no habría sabido decir si era porque no tragaba a la sacerdotisa o porque no podía dejar de darle vueltas a la necedad de sus compañeros de gremio. Él mismo no se caracterizaba por ser silencioso y decoroso, pero sí era capaz de utilizar la cabeza que había bajo su cresta de pelo rizado. Enfrentarse a una hidra sin las herramientas adecuadas era muy imprudente.

Theron, con sus actos, había desafiado al gremio, convirtiéndose en una persona repudiada, sin embargo, eso no hacía que no se sintiera parte de él y no le preocupasen sus problemas. Desde niño creció y se educó entre cazadores y su vida continuaba entre ellos. No tenía intención de que eso cambiara por el momento.

Cerca del bosque Rimouwin, pudieron comprender hacia dónde les dirigía Phillia. Casi al lado de la entrada del bosque, se encontraba una especie de casa de madera que era posesión de la misma orden de la sacerdotisa.

La intención era descansar y reponerse antes de internarse en el bosque. Phillia les prometió que allí nadie les podría encontrar, pues los sacerdotes que vivián allí les ocultarían por encima de todo. No les quedó más remedio que confiar en ellos y fueron recibidos con una gran hospitalidad.

Theron tuvo que compartir habitación con Wander, el cual entró en la estancia únicamente para tirar su mochila encima de una de las camas. Theron se sentó, por tanto, en la cama que había quedado libre, depositó su petate, su hacha, la ballesta y el carcaj en un lateral y se tumbó despacio. La cama le quedaba pequeña y sus pies sobresalían un palmo y medio aproximadamente.

Meditó sobre su vida desde que tenía memoria, creciendo junto a sus padres adoptivos y posteriormente dentro del gremio. Sus padrastros murieron cuando era adolescente al intentar cazar una serpiente alada que reportaron cerca del desierto Deádoras. Como iba a ser muy peligroso, le dejaron en una de las comunas de cazadores que se congregaba cerca del desierto en Calathra. Jamás olvidaría cuando le dieron la noticia. Estuvo tres días y tres noches sin probar bocado, rechazando la compañía de algunos de sus amigos que intentaron darle ánimos.

Después de aquello, se convirtió en un cazador solitario que evitaba constantemente los grupos de caza, salvo que la recompensa lo mereciera. Llevaba una mala racha cuando, de pronto y sin previo aviso, empezaron a aparecer más bestias. Aquello era bueno para el negocio y estaba obteniendo muchos beneficios, al menos, hasta que había realizado todos los trabajos en Cintheria y optó por ir a Pollswin esperando encontrar más. Se preguntó si Finnian sabía que la bestia era una hidra o simplemente su cobardía hizo que no quisiera acercarse allí. «Sabio gilipollas», dijo en voz baja Theron pensando en su compañero.

El sonido del golpear del acero en madera y tela le sacó de sus pensamientos. Theron se levantó y dio dos pasos hacia la única ventana de la habitación. Al abrirla la madera crujió con fuerza y necesitó forzarla para que se abriera del todo. «Poca gente pasa por aquí», pensó agachándose para asomarse al patio trasero. Wander estaba allí, espada en una mano y hacha en la otra, simulando que combatía contra un enemigo, golpeando a diestro y siniestro a un pelele de práctica hecho con sacos de serrín y madera.

Tentado por la curiosidad, salió de la habitación, bajó las escaleras y cruzó el vestíbulo para salir afuera. Jhin y Phillia estaban en una salita de estar que había a la derecha nada más entrar, cercana a la chimenea. Theron supuso que estarían hablando sobre magia blanca o cualquier chorrada religiosa. Al aire libre, el contraste del calor de la casa, que gozaba de una temperatura alta en su interior y la ventisca que seguía azotando el reino, le hizo tiritar. Siguió los ruidos y golpes hasta que llegó al patio que visualizó desde arriba. Wander estaba de espaldas a él y continuaba con su entrenamiento, aunque Theron habría jurado que se trataba en realidad de un desahogo.



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En el texto hay: fantasia, aventura, dioses antiguos

Editado: 13.09.2024

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